By @Jeannelok
Lo dicho chicas, es un fic, y para compartirlo hay que consultar con su autora. Gracias por vuestra comprensión.
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Desde que la vio, pensó que quería que fuera suya.
No era como si tuviera nada especial. No destacaba por belleza, ni siquiera era muy alta o pequeña, delgada o gorda. Su cabello estaba recogido en un sencillo moño así que tampoco podía medir su longitud, solo saber que era del típico color castaño oscuro coreano. Los ojos iban ocultos tras unas gafas quizá demasiado grandes para su rostro.
Quizá, justamente tanta normalidad fue lo que le atrajo de ella. Estaba cansado de cuerpos de infarto y mujeres reconvertidas en muñecos a causa del maquillaje. Era algo insultante para sí mismo el pensar así, porque lo mismo le sucedía. La piel, ya de por sí atacada por los estragos de la adolescencia, se deterioraba demasiado rápido a causa del excesivo uso de productos. Sobre todo cuando debían salir a bailar, les aplicaban una cantidad de maquillaje desorbitante.
Necesitaba algo común en aquel mundo de plástico. Su sueño había sido debutar para poder cantar y bailar sin restricciones. Trabajar de lo que le gustaba para poder llevarlo todo lo lejos que fuera capaz. Sin embargo, ese mundo no era tan maravilloso como parecía en un principio. Debía cantar y bailar lo que le marcaban, a veces incluso debía soportar el tener únicamente que mover los labios. Vestía como le decían, y los días en los que podía distraerse estaba tan cansado y tenían tanto que preparar que muchas veces ni los aprovechaba.
A pesar de todo, no podía quejarse. Ganaba bastante dinero para ayudar a su familia, haciendo lo que le gustaba. Era cansado, pero tomase el camino que tomase, todo coreano sabía que su vida iba a ser duro trabajo y cansancio.
Lo único que pudo deducir viéndola fue que era estudiante y debía tener alrededor de su misma edad. Llevaba un uniforme con falda azul a cuadros, ligeramente más largo de lo que era normal en las últimas tendencias.
Se cruzaron únicamente al atravesar un paso de cebra, y sin embargo él supo enseguida que debía ser ella. Por eso, dio media vuelta y la siguió. No iba muy lejos. Se metió en un centro comercial cercano y cogió las escaleras mecánicas hasta la quinta planta. Era la sección de libros de estudio.
Por suerte era invierno e iba bien cubierto con la gorra y la bufanda. Algunas chicas se volteaban a verlo, mas no le reconocían y solo cuchicheaban, seguramente diciendo que era atractivo. Incluso en su propia mente sonaba narcisista, pero lo sabía. De un día para el otro había pasado de un completo niño de mejillas rellenas y brazos delgados y débiles, a un hombre. Sus compañeros de grupo no dejaban de decírselo, entre admirados y envidiosos.
La chica agarró un libro de la estantería y lo curioseó. Desde su posición no podía verla muy bien, pero se fijó en que sus ojos también eran típicamente rasgados y pequeños. Pasó las páginas rápidamente, se cansó de ese libro y lo dejó en su sitio para seguir buscando. Debía tomar una oportunidad para acercarse a ella en ese momento, o sería demasiado difícil. Comenzó a mirar libros. De arriba para abajo, sin leer los títulos, solo haciéndolo ver. Paseó los dedos por la loma de algunos y fue caminando hacia la derecha, poco a poco y vigilando no tropezar. A cada segundo estaban más cerca.
Sus manos se chocaron. Oh, qué casualidad. Puso una expresión de sorpresa al mirarla.
-Perdona-musitó ella, haciendo una pequeña inclinación de cabeza e instándolo a coger el libro. Él sonrió. No una sonrisa grandiosa, ni forzada. Algo pequeño y tímido, que llamase a la parte tierna de la chica-, cógelo.-añadió al verle dudar.
Se fijó disimuladamente en ella mientras sacaba el libro para inspeccionarlo. Su nariz era chata, y sus labios finos. Desde luego, no encontraba razones por las cuales una chica así pudiera llamar la atención.
Le gustaba.
-¿Te gusta el mar?-era un libro sobre la biodiversidad marina.
-En realidad es para un trabajo de clase, pero…sí, me gusta.-admitió a media voz. Una voz suave, tímida. Seguramente su registro no llegaría muy alto si intentase cantar. Parecía el tipo de chicas que en el karaoke únicamente miraba a los demás sentada en un rincón, aferrada a su vaso pero sin llegar a beber nada.
-¿Necesitas ayuda?-no hacía falta andarse por rodeos. Ella no parecía ni haberlo reconocido, ni extrañarse porque iniciara una repentina conversación- Podría ayudarte.
-¿Eres un experto marino?-él se encogió de hombros.
-No, pero algo listo.-mentira. Sus notas en la escuela no eran ni mucho menos ninguna maravilla. Pero si se esforzaba, podía lograr imposibles, así que no estaría mal interesarse por temas a los que antes nunca le había prestado atención si así conseguía sus propósitos.
La chica dudaba. No entendía del todo qué estaba sucediendo, o por qué un desconocido se ofrecería a ayudarla. Finalmente, Oh So Young, como descubrió que se llamaba, no se hizo mucho de rogar y quedaron para encontrarse al día siguiente. Por suerte, acabaría con sus actividades alrededor de las tres de la tarde así que no habría problema.
Mientras conversaban, él disimuladamente se llevó consigo el libro que les había hecho coincidir. Cuando estuvo distraída lo compró y se lo regaló, dejándola muda de la sorpresa. Ese sería un buen recuerdo para la, seguramente efímera, relación que iban a mantener.
Se mostró normal ante sus compañeros al día siguiente. No quería que supieran de su excitación por ir a hacer algo que rompía los esquemas de su vida diaria. La rutina era fastidiosa, y al fin había encontrado algo que lo distrajera. Encontrarse a la normal So Young era una bendición del cielo.
Changjo, el menor de Teen Top, era conocido por ser muy tranquilo a pesar de ser el más joven de ellos. Por eso nadie sospecharía que fuera a hacer nada extraño al despedirse porque había quedado con unos colegas.
Nuevamente armado con bufanda y gorra, se reunió con ella en una plaza bastante concurrida. Le latía el corazón a cien por hora. No quería que lo descubrieran, porque se armaría un buen revuelo. Aquella adrenalina estaba siendo demasiado placentera, y pensó que podría acostumbrarse a quedar con ella por el simple hecho de vivir todo aquel nerviosismo.
So Young llegó puntual. Llevaba el mismo uniforme que el día anterior, seguramente porque era entre semana y había tenido clase. Changjo echaba en falta ir a clase y ver, reír y jugar con sus compañeros. No estaba mal con Teen Top, eran un grupo que disfrutaba de la compañía entre unos y otros, pero soñaba con los días de estudio. Debía aprovechar lo que durase aquello para en cierto modo, regresar a sus recuerdos.
Se dirigieron a una cafetería. Sabía que no era el mejor lugar para intentar estudiar, pero también que si encontraban un sitio idóneo, fuera de miradas indiscretas, se sentarían el uno frente al otro, se quitaría su traje de ninja para mantenerse oculto y descubriría finalmente si ella sabía quién era o no. Así podría actuar en consecuencia. Tuvo suerte, muchísima suerte. Justo cuando llegaron, una pareja se levantó de un rincón que estaba justo a la vuelta del interior de la cafetería. Si se sentaba de espaldas, sería difícil que nadie le viese la cara. Antes de dejar que ella localizara otro sitio donde prefiriese sentarse la arrastró hasta allí y la invitó a sentarse.
-Ten-dijo de repente ella, pasándole un sobre por encima de la mesa-. Le he estado dando vueltas, y no puedo permitir que me regales un libro sin ni tan siquiera nos conocemos, Jong Hyun.-podría haberlo llamado oppa, pero se llevaban únicamente un año diferencia.
-Sabemos nuestros nombres, ¿cómo puedes decir que no nos conocemos, So Young?-ella arrugó la nariz cuando Changjo le devolvió el sobre. Las gafas bailaron graciosamente en su rostro.
-Entonces, pide lo que quieras, que invito yo. En agradecimiento.-no iba a negarse. Pocas chicas se ofrecían a invitar a un chico, y cuando lo hacían, desde luego no aceptaban un no como respuesta. Pidió un capuchino mientras ella se conformaba con un zumo de frutas.
Hablaron un rato antes de enfrascarse en el mundo marítimo. La noche anterior, Changjo había estado recopilando información y memorizándola para conseguir lo que sucedió: impresionarla. Cuando estaban tan metidos en el trabajo que sus cabezas prácticamente chocaban por encima de la mesa, decidió que era hora de levantarse y sentarse junto a ella. Disimuladamente, se apoyó en el respaldo de la silla de ella y le señaló cosas interesantes en su lectura. Notó que So Young se ponía nerviosa ante la cercanía de sus cuerpos y le pareció muy tierna.
Pasaron dos largas horas así, incluso tres, hasta que decidieron descansar. Fuera, pronto oscurecería. Además, sin darse cuenta se habían pedido un par de tés más y algo de comer. Como estudiante que So Young era no podía permitirle gastar más. Decidieron recoger y salir al frío de la calle.
-¿En tu escuela no lleváis uniforme?-preguntó ella mientras caminaban. Quería acompañarla al menos hasta la parada del metro, aunque dijera que no hacía falta. Le respondió vagamente que no, pues en su centro eran bastante liberales. Estaba contento porque durante toda la tarde, en ningún momento le dijo que su rostro le sonaba de haberlo visto antes en algún lado. Supuso que no era el tipo de muchachas que estaban muy al tanto de la música actual. La conversación giró entorno cosas banales. Descubrió que tenía un hermano pequeño recién nacido y que lloraba mucho por las noches, pero que le encantaba cuidar de él. Prestó mucha atención a lo que le iba contando, a la vez que iba perfilando una vida falsa alrededor de sí mismo. Quería mentir lo justo, sobre todo para no quedar atrapado en su propia red- Sigo sin entender qué te hizo ofrecerme repentinamente tu ayuda…-estaba escuchándole decir cuando un tipo se precipitó hacia ellos en su bicicleta y Changjo la agarró del brazo para apartarla. Suspiró contento de haber llegado a tiempo. So Young no pesaba nada, pensó. Había sido realmente fácil moverla. Volteó el rostro para preguntarle si estaba bien, todavía sujetando su brazo. Se encontró con la expresión de sorpresa de ella y su rostro sonrojado.
Estaban bastante cerca.
La besó.
Cuando se separó de ella, esta vez sí soltándole el brazo, se dio cuenta de que aún se había sonrojado más. Tenía las gafas torcidas (la próxima vez se las quitaría, ¡qué molestas eran!) y los ojos tan abiertos que se preguntó si le dolerían.
-Porque me gustaste.
Comenzar a salir con ella había sido ridículamente fácil. Supuso que era el primer chico que le pedía algo así. Se sentía algo mal por haberla besado antes de preguntarle, no obstante todo estaba yendo bien. A partir de entonces, debía aprender a mantener ambas vidas en secreto, y disfrutarlas. Era codicioso por querer tenerlo todo, pero… no quería perder ninguna de las dos partes. La música y el baile eran su vida, y So Young… ella era una buena chica, podría llegar a quererla mucho. Estaba seguro.
Cada noche se escribían mensajes para desearse dulces sueños. Eran tan inocentes, que le sentaban como un bálsamo de agua en aquel mundo de hipocresía y falsedad. Tenía suerte de que Andy, su productor, siempre les estuviera dando buenos consejos y que la juventud protegiera su inocencia, sin embargo… había conocido la cara oscura y doble de la gente en la industria. Y encontrarse con alguien puro y dulce que le ayudase a escapar de ello era, sin duda, de agradecer.
Respondió al mensaje que acababa de recibir con un corazón. Nunca usaba corazones en sus mensajes, pero seguro que a ella le hacía ilusión. Era simple. La había visto solo dos veces, pero podía imaginársela cogiendo el teléfono con las dos manos, emocionada.
Algunas veces se le hacía difícil encontrar el momento para poder quedar con ella, no obstante se veían cada día. Una vez tuvo que acudir maquillado y vestido fuera de lo usual, lo cual la chica no dejó de notar, sin embargo alegó que había acudido a una comida familiar importante. Al pasar una semana, se dio cuenta de que sí, podría llegar a quererla. De encontrarla una chica normal y del montón, había comenzado a verla incluso guapa y diferente. La primera cita que tuvieron en fin de semana, ella se presentó con un sencillo vestido blanco y unas medias oscuras para prevenir el frío, con unas botas. Muy normal y con poca gracia. Diferente a lo usual, se había recogido el cabello con unas pinzas, dejando que la melena acariciara su espalda. Las gafas seguían siendo las mismas de siempre, y el único maquillaje visible en ella fue el brillo de labios.
Nada más verla, no pudo evitar estrecharla entre sus brazos y besarla. Al separarse ella rio divertida, preguntándole de dónde salía tanto ímpetu. La respuesta de Changjo fue un “te he echado de menos”. No era verdad, la había visto el día anterior.
Sí era cierto. Cada día la necesitaba más.
El primer mes de pareja pasó, y lo celebraron de noche en un parque. So Young llevó un pequeño pastel, mientras que Changjo la obsequió con un collar. Sabía que a las mujeres les gustaban las joyas, pero con lo sencilla que era ella, escogió un colgante barato. Podría haberse gastado mucho más, sin embargo lo curioso e importante fue el tiempo que tardó en escogerlo. Teniendo en cuenta cada pequeño detalle, evaluando los gustos de la muchacha…
Se emocionó mucho al verlo. Se disculpó por no tener nada para él más que un pastel. Changjo le agarró la mano y se la besó.
-Estás aquí, conmigo, ¿qué más puedo querer?-So Young se sonrojó. Cuando se sonrojaba bajaba la mirada, ocultándola todavía más en sus grandes gafas y se mordía el labio inferior con disimulo. Era fácil provocar que se pusiera tímida, y sin duda a él le gustaba eso.
La velada fue tierna y entretenida. Se sentaron muy juntos en un banco y So Young le ensució la nariz con nata. En venganza él le ensució la mejilla, para lamérsela dulcemente después. Se besaron.
Los labios de So Young eran cálidos y apetecibles. Estaba contento de ser el primero en probarlos. Para él no lo eran… sin embargo le había mentido, diciendo que nunca antes había estado en ningún tipo de relación o había tenido sexo con nadie. Había sido fácil, como si lo dijera en un programa. A pesar de su corta edad, estando en el mundo del entretenimiento, ¿cómo no habría tenido la oportunidad de acostarse con un par de chicas? No muchas, en comparación con otros que conocía, y había llevado aquellos escarceos con mucho cuidado. No debía dejar que acabasen con su duro trabajo de un plumazo, y era normal que a un artista se lo recordase más por un escándalo que por su música.
Cuando metió la mano por debajo de la camiseta de So Young recibió un golpe en el hombro, separándolos. Frunció los labios como queja ante la reacción. Se suponía que eran novios y el ambiente, propicio, ¿no podía tocarla ni un poco?
-Estamos en un parque, ¿es que se te ha olvidado?-cierto, estaban al aire libre. Sí, tan perdido en besarla y observarla estaba, que en su mente se borró lo que no fuera ella.
Desde que la vio, pensó que quería que fuera suya. Lo había conseguido. So Young le amaba (fácil, había sido realmente fácil), y él… bueno, él la deseaba e incluso estaba comenzando a quererla. Aunque al principio hubiera podido pasar sin verla algún día, ahora pensaba en ella en las sesiones de fotos, o entrevistas, cuando bailaba… no, cuando bailaba no. Esos momentos eran los únicos en los que se sentía totalmente capaz de centrarse, como si le fuera la vida. El baile y el canto, para él, eran respirar.
Acompañó a So Young hasta su casa. Nada de dejarla en el metro. Se subieron juntos (durante unos infinitos segundos se dio cuenta de que un grupo de chicas estaba preguntándose si era Changjo de Teen Top, por suerte le perdieron rápido de vista), él bloqueó la marea humana protegiéndola contra una pared. Notó cómo So Young apoyaba las manos en su pecho y la cabeza en el hueco de su cuello. El cabello de la chica le cosquilleó en la nariz, lo olió y disfrutó. Le besó la cabeza.
El segundo mes también pasó rápido. Cada vez estaba más ocupado e incluso había días que se sentía sin poder ni para enviarle un mísero mensaje. No obstante sacaba fuerzas de flaqueza y lo hacía. Un buenas noches, un buenos días. Si no podían verse, la llamaba en cuanto llegaba a casa y tenía cierta tranquilidad. Nadie parecía sospechar de su comportamiento.
Lo que había comenzado como una distracción, un reto acaso para evadir la parte mala de la realidad que le tocaba, era ya parte de su vida. Necesitaba al grupo, necesitaba a So Young, y sin embargo, sabía que estaba haciendo mal. Debía escoger, o acabaría por perder ambas partes de sí mismo. Decidió, pues, contarle la verdad a la chica. Arriesgarse a que le quisiera lo suficiente como para perdonarle.
La llamó por teléfono y le dijo que escuchara la radio por la noche. Y quedaron al día siguiente, en el parque donde celebraron su primer mes. Tras escuchar a Teen Top en la radio ella se preguntaría por qué le había pedido que la pusiera, y él, con una triste sonrisa, le confesaría que la había estado mintiendo, por miedo a que no quisiera conocerle al descubrir que era una celebridad. So Young se sentiría defraudada, pero le perdonaría… ¿no?
Llegó al lugar de la cita. No tardó en comenzar a tamborilear el suelo con el pie, nervioso. Menos en algunos programas donde era estrictamente necesario, no estaba acostumbrado a mentir. No le gustaba. Y cuanto más lo pensaba, más cuenta se daba que justamente haberla mentido a ella era lo más rastrero que podría haber hecho. En cierto modo… no, en su totalidad, la había estado usando. Por puro egoísmo. Era un desgraciado, que a pesar de todo ansiaba el perdón.
La vio llegar a lo lejos. Llevaba algo aferrado contra el pecho, y caminaba con prisa, decidida. Pocas veces la había visto así. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de su campo de visión, se percató de que lloraba. Dio dos zancadas hasta quedar frente a ella.
-So Young, qué…-llegó de improvisto. Insonora y débil, aunque habría puesto todas sus fuerzas en ella.
-¡Me has estado mintiendo! Me has…mentido…-le lanzó lo que llevaba aferrado contra el pecho. Era el colgante. Cayó al suelo. Lo miró y se agachó a cogerlo, mientras la muchacha seguía gritándole- ¡Puse la radio, sí! Tenía curiosidad de por qué me dijiste que lo hiciera y… busqué… te vi… ¡Me has estado mintiendo todo este tiempo!
No había contado con eso. Las bofetadas estaban bien. Los gritos, perfectos. Pero… So Young estaba llorando desesperadamente, hasta el punto de ahogarse mientras hablaba. Al ver que sus lágrimas y palabras no obtenían respuesta, le golpeó el pecho. Changjo recibió el golpe con orgullo, igual que el siguiente, y el otro… La gente pasaba alrededor y los observaba con curiosidad, pero no se detenía a prestarles atención.
So Young siguió golpeándolo, “mentiroso, mentiroso”, decía.
-Confíe en ti. Te expliqué… que me cuesta… que estudiar me ocupa tanto tiempo que no… me sentía capaz de…-no siguió hablando. Sí, se lo contó. Estaba tan entregada en el estudio para no defraudar a su familia, que no tenía amigos. Él no solo había sido su novio, sino su primer amigo en mucho tiempo. Se lo contaba todo. Rastrero… a cada lágrima de ella, se le cogía un poco más el corazón.
-Lo siento.-como si eso sirviera de algo.
-¿¡Por qué me has mentido!?-le golpeó una última vez antes de estar a punto de caer al suelo. Changjo la agarró lo suficientemente rápido como para estabilizarla. La soltó, dándose media vuelta. No tenía derecho a responderle, o más bien no sabía qué decirle.
-Lo siento…-repitió. Palabras, solo palabras que no podían cumplir la función de transmitir realmente cuantísimo lo lamentaba.
-¿Tan miserable te sientes siendo quien eres?
Se quedó estático, inseguro de lo que acababa de escuchar. De todo lo que podría haberle dicho a continuación, sin duda esa pregunta era lo último que se habría esperado. La escuchó respirando con dificultad, el pecho cargado. Decidió mirarla nuevamente. Se acercó, le sacó las gafas y le limpió los ojos delicadamente.
-No me siento miserable. Solo… necesitaba escapar un poco de la irrealidad de mi vida. De lo falso. En cuanto te vi… supe que te necesitaba a mi lado. No sé cómo explicarlo. No te quise desde el primer momento en que nos cruzamos, pero de algún modo…-acabó de secarle los ojos- Sabía que estábamos destinados.
-Me engañaste, me utilizaste y has tardado dos meses en tener el valor de venir a contarme la verdad. No sé qué entiendes tú por destinados.-mantuvo la vista clavada en él, sin pestañear. Los ojos se le volvieron a empañar, no obstante se mantuvo fuerte, aguantando. La admiró, y sin darse cuenta agarró con suavidad sus manos, las cuales mantenía cerradas en forma de puño a ambos lados del cuerpo.
-Te quiero.
-Y yo a ti.-le besó la frente. So Young cerró los ojos por inercia.
-Pero…
-Pero no puedo perdonarte tan fácilmente. O no… no puedo permitir que te trates así a ti mismo.-no podía soltarla. Sabía que si dejaba ir sus manos, ella se escaparía. Estaba tratando de despedirse. Le estaba diciendo que no podía quedarse a su lado. Sabía el por qué. Y también, que separarse era lo mejor. Para ambos. No podía convertirla en su puerta de escape, ni arrastrarla a ese mundo. Sufrirían. Ambos lo harían.
Apretó el agarre con más fuerza. La besó. El último beso, el adiós. Más dulce y tierno que nunca. Fue un beso húmedo a causa de las nuevas lágrimas de ella.
Changjo no lloraba. No se permitiría el llorar.
Antes de dejarla ir, posó nuevamente el colgante en su mano. Al menos, que se lo llevase. Porque el tenerlo le haría recordarla, y no lo soportaría.
So Young le dio la espalda. Sus hombros se convulsionaban mientras caminaba. De verdad se estaba alejando. Se marchaba. Se…
Changjo corrió. Corrió hasta atraparla, abrazándola, apretándola contra su pecho. No podía dejar que eso acabase así. Se había acercado a ella para huir de la falsedad de la industria de la música. Quería, necesitaba encontrar un amor que lo mantuviera con los pies en un lugar real. Y en nada había quedado rendido ante ella, su normalidad y perfección. No podía verse a sí mismo con nadie más. No quería hacerla sufrir, pero la necesitaba. Y quería seguir siendo egoísta. Un niño egoísta.
-No quiero renunciar a ti. So Young, no escaparé. Ya no eres lo que necesitaba para aguantar en ese mundo. Ahora eres lo que necesito para ambos. Maldita sea, odio los romanticismos, pero So Young, si me dejas, se acabó. Me convertiré en un títere que solo baila. Si yo he sido así… ¿quién me dice que allí dentro, quien se me acerque, no será igual? Hazme confiar en los que son como yo. No me dejes. Sabes que te necesito.
So Young se soltó. No se giró a mirarlo. Sus palabras no habían servido de nada, y lo sabía. Aunque se había esforzado en transmitirle todo lo que sentía, no era suficiente. Dijera lo que dijese, le había mentido.
-Hasta que no… hasta que no confíe lo suficiente en ti y tus palabras… y sobre todo, en mí misma y mi capacidad para estar a tu lado, no. Tendré tu número siempre cerca. Podemos llamarnos. Reestablecer algo, y luego… Changjo, cuídate. Ya nos veremos.-murmuró. Volvió a caminar. A alejarse. A dejarlo, marcharse, un paso, luego el otro. El chico podía escuchar cada toque que hacía en el suelo resonar en sus oídos.
Se había acabado. Tal como comenzó, ese tipo de vida se fue. Se había estado auto engañando todo aquel tiempo, pensando que todo podría ser normal. Por suerte, ella no había querido romper los lazos completamente. Se trataba, más bien, de un “volveremos a intentarlo”. Cuando fueran más maduros, menos inseguros.
Era un crío. Había querido ser egoísta, pero acababan de enseñarle que eso no estaba bien. Mentir y esperar que todo vaya no a bien, sino incluso a mejor… ser tan crédulo e inocente había sido su pecado.
Cogió el teléfono. Lo abrió. Lo cerró. Alzó la vista. Ya no podía ver la figura de So Young. Buscó en el aparato, marcó el número de llamada y esperó.
La voz de Cap sonó al otro lado.
-Hyung, yo… Tengo hambre, ¿podrías invitarme a algo?
-Changjo, ¿qué te pasa? ¡¿Estás llorando!?-respondieron al otro lado. Maldita sea. Se llevó los dedos a los ojos. Sí, estaba llorando. No se había dado ni cuenta. La voz le había traicionado.
-Que estoy madurando…. ¿me invitas?-hubo vacilación. Cap aceptó y quedaron.
Bien, hasta entonces había mantenido una capa cordial ante sus compañeros. Les apreciaba y sabía que le ayudarían en lo necesario, pero todavía no había dado el paso. Temiendo, siempre temiendo a que la gente fuera como él. Pero estaba madurando, ¿no? ¿Y qué mejor paso que dar que abrirse a sus compañeros?
Sería un largo camino que recorrer. Confiar en lo que escondía el maquillaje y la perfección. Sin embargo, valdría la pena. Porque quizá, al otro lado le esperaría So Young.
FIN
Waaaaaawwww mi lagrimita se escapó, pobrecillo, tan duro ese mundo y tan solos ellos, excelente historia, muchas gracias por escribirla
Vamos a darle amor *-*
¡¡Kumawooooo!!
Peque, de nuevo, enhorabuena, porque la historia ha sido maravillosa, me ha encantado de principio a fin, aunque hubo algún momento que quise darle un pescozón a Changjo, pero se le entiende.
Lo bueno es que la puerta queda abierta a un posible futuro juntos y oye, podías continuarlo en un fic donde pasados los años, esta vez SÍ, tuviesen un final juntos y que fuese bonito. Sí, lo sé, siempre te estoy pidiendo finales felices pero soy adicta a ellos xD
Y yo soy poco dada a ellos… tú y yo en los finales tenemos un serio problema XDD
Me alegra que te haya gustado, aunque lo de querer darle un pescozón (yotrascosas) a Changjito es normal. Gracias guapa~
siiii estoy de acuerdo…me gustaria q se encuentren mas adelante con un vivieron felices y enamorados…y tal vez no se una familia…ahhh se me sale el romanticon q llevo dentro jejej.muy linda historia gracias
ADSKJDSAS
Me encantó, sobretodo por que lleva una línea realista sin finales idílicos o difíciles de creer.
También me encanta como está redactado, ligero pero completo (?)
¿Dónde puedo leer más fics ttuyos?^^
*_______*
No, aunque me odien por ello no suelo dar finales idílicos jajajaja.
Pues míos, en esta misma página tienes Hyung (Heechul de SJ), Háblame de tus alas (Leeteuk de SJ), Encerrados en el recuerdo (Kyuhyun y Sungmin SJ) y creo que ya. PERO si tienes ganas de leer, te recomiendo los de Kojitmal (Jang Keun Suk) y Bimil (Mblaq). No son míos solo, son de SoniaNuna y mío, pero aunque esté mal que yo lo diga creo que merece mucho la pena que les eches un vistazo 😉
Gracias por tu comentario, y si lees algo más espero que lo disfrutes *.*
waaaaaaaaaa es el primero que me leo… y me encantó, muy lindooooo ♡
ahh no sabia (o no me habia fijado) q hablame de tus alas era tuyo,…ese fic es el culpable de haber descubierto este blog…y hablame de tus alas es uno de mis fics favoritos..=)
Un fic muy bien escrito y bastante cercano a una posible realidad, lo que de verdad se agradece. No me importan los finales no felices, mientras todo tenga un sentido, y tú lo has resuelto muy bien 😉
A por el siguiente, guapa ^^