Oneshot: Body and Soul

Por @Jeannelok

B.A.P

Desde luego, eso no podía estar pasándole a él. Young Jae era un joven estudiante, aplicado, inteligente y tranquilo. No tenía muchos amigos porque le costaba relacionarse, pero al menos los que tenía junto a él eran leales. Nunca había causado estragos e intentaba no destacar demasiado para ahorrarse problemas. A medida que había ido creciendo las chicas se comenzaron a fijar e interesar en él, diciendo que era atractivo y tenía una piel suave y un cuerpo aceptable a pesar de su estatura. Por eso se había puesto unas enormes gafas que ni siquiera necesitaba, sólo para defenderse de las miradas indiscretas de desconocidos. Ni siquiera, hasta entonces, había dejado a nadie ajeno a su familia o amigos más cercanos escucharle cantar, a pesar de lo mucho que le gustaba. Por eso, cuando su amigo Dae Hyun le ofreció formar con un dúo con él y cantar juntos en el restaurante de su hermana Hyo Sung, estuvo dos semanas dudando. Por un lado, no quería, ¡desde luego que no! Por otro, le costaba mucho negarle nada a Dae Hyun. No porque todavía sintiera algo por él… al fin y al cabo, su relación había terminado hacía ya dos años. Era porque Dae Hyun siempre había sido muy bueno con él, ¿cómo podía él negarse al único favor que le pedía? Y ni siquiera era un favor. Era una propuesta y le pagarían. Young Jae había soñado desde muy joven con viajar al menos una vez a Tailandia, y con ese dinero podría conseguir su sueño.
Al final había aceptado dicha propuesta, pero nunca se imaginó que sucedería aquello.
Al ser la primera vez que cantaba sobre un escenario, Hyo Sung le ofreció cantar de espaldas y que si se veía con el valor de voltearse, le prometía que dejarían las luces muy tenues entre la gente y las suyas más fuertes, de modo que no pudiera sentir la presión de las miradas sobre él. Le contó que aunque nunca le había escuchado cantar a pesar de los años que hacía que lo conocía, Dae Hyun le había hablado muy bien de él y de que alguna vez habían cantado juntos y cuajaban muy bien. Le comentó que confiaba en él y que intentara no ponerse demasiado nervioso.
Young Jae no supo cómo responder a tantos halagos, así que sólo asintió con la cabeza mientras se sonrojaba.
—A veces has cantado frente a tus amigos— se dijo—. No puede haber mucha diferencia.— continuó hablando consigo mismo para infundirse ánimo.
Cuando quiso darse cuenta, llegó el día. Estuvieron practicando hasta que llegó la noche, y entonces le tocó subirse al pequeño escenario. Se sentó en la silla de espaldas, tal y como le había ofrecido la muchacha hacer. Dae Hyun estaba a su lado, pero él sí se dirigía al público. Cuando comenzó a hablar, Young Jae pensó que desde luego, había nacido para eso, aunque no era la primera vez que le veía sobre ese escenario.
—¡Bienvenidos una noche más! Pero como podéis ver, hoy no cantaré solo. Sin embargo, aquí mi amigo—Dae Hyun se había levantado y de repente le dio unos golpes suaves en el hombro que le desestabilizaron—… Mi amigo, además de tener falta de equilibrio, es muy tímido. Por eso, le disculparéis si hoy os da la espalda. Pero eh… valdrá la pena.—pudo imaginarse cómo el chico guiñaba un ojo al escuchar las exclamaciones de las mujeres.
Desde luego, Dae Hyun era muy guapo. Tenía presencia y atraía a la gente. Y su rostro de gruesos labios, había sido portada muchas veces en el instituto, donde habían estudiado juntos, tras ganar premios de belleza. Muchas chicas se le habían declarado, pero no sabían que ellos dos estaban juntos. Su relación había terminado cuando se dieron cuenta de que habían confundido sus sentimientos de amistad con otra cosa, y por suerte su relación no sólo no se rompió, sino que se solidificó.
Los primeros acordes de “Ordinary People” comenzaron a sonar. Al escucharlos, sintió su corazón latir con más velocidad y apretó la mano libre contra la pernera del pantalón, mientras aferraba con más fuerza la otra alrededor del micrófono. Aquélla era la primera canción que cantaron juntos. Dae Hyun era el primero en cantar, y Young Jae se aferró al sonido de su voz. Vació la mente, cerró los ojos y se dejó llevar. Cuando quiso darse cuenta, ya no sudaba, ni temblaba y lo único que llegaba hasta él era la voz de ambos entrelazándose y llegándole al público. No podía verlos, pero cuando la canción terminó y ambos se callaron, tardó sólo un par de segundos en escuchar los aplausos de la gente. Sintió cómo su pecho se hinchaba de orgullo y le ardían las mejillas. Le ardían los ojos, pero no tuvo tiempo para entretenerse porque la siguiente canción la empezaba él.
—I used to think that I could not go on and life was nothing but an awful song.—Young Jae se obligó a sí mismo a girar un poco la cabeza para mirar a su amigo y lo vio de perfil, observándole también y sonriendo. Eso le infundió fuerza, y aunque todavía no se sentía preparado para girarse, se dijo que lo haría la próxima vez. Porque se dio cuenta que, si se trataba de cantar, su timidez desaparecía de forma mágica.
Cuando hora y media más tarde paraban para descansar y cenaban en el reservado de los trabajadores, todavía podía escuchar los aplausos del público y sonreía feliz sin poder evitarlo. Dae Hyun lo miró y cuando sus ojos se encontraron, chocaron las manos. Había sido una experiencia impresionante.
Tres meses más tarde, el carácter de Young Jae retraído y tímido seguía siendo el mismo, pero miraba al público y se desenvolvía mejor. Sólo cuando tenía el micrófono en la mano, pero se sentía contento y orgulloso por ello.
Después de la actuación de esa noche, Dae Hyun le había pedido que le esperase fuera, en la parte de atrás durante un momento, porque iba a hablar con su hermana y después irían a casa en taxi ya que era muy tarde. Mientras Young Jae esperaba fuera, con las manos en los bolsillos del abrigo y la nariz poniéndosele roja a causa del frío, escuchó unos ruidos cerca y de repente se metió en el callejón una pareja, tirando los cubos de basura. Observó sorprendido cómo el chico estaba introduciendo la mano por dentro de la camiseta de la chica mientras se besaban y ella no parecía notar el frío con una tela tan fina y una falda tan corta. El otro joven era alto, mucho más alto que cualquiera de sus amigos, y llevaba el cabello teñido de rubio. A Young Jae no le gustaban sus pintas y apartó la vista, preguntándose dónde podría meterse para evitar estar cerca de la pareja.
De repente, otros tipos llegaron allí. Eran tres, no igualaban la altura del otro, pero eran más corpulentos y apartaron a la chica de él de un empujón. Ella se quejó, mientras uno de los chicos la cubría con su chaqueta y la agarraba con fuerza del brazo hasta que ella se quejó. Young Jae se quedó paralizado. No podía huir, pero tampoco quería entrometerse.
—Eh, colega—dijo el chico que había estado besando a la muchacha—. Tranquilo, ¿vale? Sólo han sido unos besos. Además, no es modo de tratar a una dama.—añadió, haciendo un movimiento con la cabeza. Se ganó un puñetazo que le hizo caer y le partió el labio. Él se pasó una mano por la boca, sonriendo y manchándosela de sangre.
—¡Suéltame!—gritó la chica, forzando hasta que el tipo que la sujetaba se despegó de ella—¡Jo*er! Hace tres meses que rompimos, ¿cuándo lo entenderás?—preguntó ella, furiosa, golpeando el brazo del chico que había pegado al primer joven— ¡Que me dejes en paz! O llamaré a la policía.
—Venga nena—dijo, de repente, el otro, volviéndose hacia ella—. Sabes que me quieres.
—¡No! Eres un bruto.—la chica comenzó a caminar para alejarse de allí, mientras se recolocaba la camiseta. Meneaba de modo exagerado el trasero, y los tres armarios la siguieron sin dudar. La situación era, cuanto menos, extraña. De repente, sólo quedó el chico rubio, sentado en el suelo con el labio sangrando. Young Jae tragó saliva y se acercó despacio a él, sacando un pañuelo del bolsillo mientras le temblaba la mano.
—Estás… sangrando.—le dijo. El otro joven se volvió a mirarlo y él aguantó un suspiro al ver que le sonreía.
—Gracias, colega—dijo, aceptando el pañuelo—. Jo*er, sabía que liarme con ésa me traería problemas, si es que soy idiota.
—¿No será…?
—¿Peligroso? Tranquilo. Esos tipos van de duros, pero ese cap*llo nunca se atrevería a ponerle una mano encima. Además, es mentira que haga tres meses que han roto. Bueno, no lo es pero cada semana vuelven a acostarse, hacerse carantoñas, ella se enfada por algo, se alejan, va a tirarse a algún otro y vuelta a empezar. Está buena, así que quise asumir el riesgo—se encogió de hombros—. Oye, yo a ti te conozco. Cantas ahí—señaló el bar-restaurante de Hyo Sung con la cabeza—. Suelo venir a cenar. En realidad, hoy estábamos ahí. Tío, cantas muy bien. Me gusta mucho tu voz.
Young Jae se sonrojó ante lo que acababa de escuchar, pues no se lo esperaba e iba a agradecérselo cuando la voz de Dae Hyun atrajo su atención. Se volteó hacia su amigo.
—¿Ha pasado algo?—preguntó, acercándose preocupado.
—Mira, el otro cantante excepcional—dijo el chico rubio—. Nada, un pequeño castigo divino, hyung. Tu colega ha sido muy amable al ofrecerme el pañuelo.
—Zelo, ¿otra vez?—gruñó Dae Hyun—Como noona se entere, se lo dirá a tu madre y ya verás…
—¡Eh, no! Nadie tiene por qué enterarse, hyung—el aludido le ayudó a levantarse—. No ha pasado nada, en serio, ¿verdad que no, colega?
—No se llama colega, se llama Young Jae. Y le debes un respeto, también es tu hyung.—le riñó.
—Vaya, lo siento hyung.—Young Jae negó con la cabeza, sorprendido… en serio, ¿qué estaba sucediendo?
—Este chico de aquí es amigo de mi hermana y un cliente habitual. Un chaval de diecisiete años que no sabe controlarse, porque está en plena pubertad. No es mal chico, sólo un poco alocado. Así que puedes relajarte, Young Jae—él asintió con la cabeza, todavía conmocionado—. Creí que ya os había presentado, en realidad. Zelo… ah, su nombre real no es Zelo. Se llama Jun Hong. Él ya me había dicho que le gustaba cómo cantas y que algún día le gustaría conocerte.
—Y ahora ya le conozco. Young Jae hyung, ¿qué te parecería salir conmigo?
Desde luego, Young Jae había rechazado esa disparatada idea. Sin embargo, Jun Hong no parecía entenderlo. Aunque hasta ahora no había notado su presencia a pesar de que iba casi cada noche (en parte porque no se fijaba en nadie sobre el escenario más que en Dae Hyun), desde aquella noche el joven no perdía el momento para hacerse notar. A pesar de ser menor, Hyo Sung le permitía estar en el bar-restaurante porque decía que sus padres lo sabían, y al menos allí lo tenían controlado. Por supuesto, no le servían alcohol.
Dae Hyun había reñido varias veces al joven diciéndole que incomodaba a Young Jae, pero no parecía haber modo de hacerle entrar en razón. Seguía colgándose de su cuello, y pidiéndole que le cantase una canción sólo para él porque estaba enamorado de su voz. Y de paso, que podría darle un beso y salir con él. Young Jae se preguntaba por qué alguien que se había estado magreando en la calle con tanta facilidad con una chica estaba rogándole cada día que tuviesen una cita. Después le vio aparecer con chicos y chicas sin hacer ascos a nada, y se acostumbró a verle besándose con otros… ¿cómo iba a tomárselo en serio? No podría hacerlo nunca.
Y, aunque al principio no había querido reconocerlo, había algo dentro de él que le estaba atormentando y no sabía cómo escapar de aquel sentimiento. Recordaba por qué lo había dejado con Dae Hyun, pero estando casi cada noche cantando a su lado y comprobando tantas veces lo bien que encajaban sus voces, no podía evitar volver a dudar. Poco a poco, se preguntó si sus sentimientos esta vez no serían amor de verdad. Pero si lo eran, no podía decirlo.
Medio año pasó, y poco a poco la insistencia de Jun Hong desapareció. Al final, Young Jae se había acostumbrado a él e incluso se encontraba cómodo a su lado. Sin embargo, su timidez en general seguía siendo una barrera para él a la hora de enfrentarse al resto del público, y aunque tenía los ojos puestos en ellos no los miraba. Se llenaba la cabeza con la música y la presencia de Dae Hyun y se dejaba llevar.
Cuando acabaron y fueron a despedirse de Hyo Sung para marcharse a casa, Jun Hong les interceptó como tantas otras veces. Se colocó entre ellos dos, y Young Jae deseó que no lo hubiera hecho porque así le apartaba de la cercanía del cuerpo de Dae Hyun.
—¿Nos vamos de parranda esta noche?—preguntó. Era sábado por la noche, y la mayoría de jóvenes estarían celebrando su libertad. Dae Hyun salía bastante de noche después de cantar con él, pero Young Jae nunca aceptaba las invitaciones para ir. No le gustaba encontrarse entre tanta gente sacudiendo sus cuerpos. Y, sobre todo, se negaba a ver a Dae Hyun liándose con algún chico o chica casual. Sin embargo, en cuanto estaba a punto de negarse a la petición, notó cómo el más joven le agarraba de la mano—¡Esta vez Young Jae hyung se apunta!
—Qué… cómo… yo no…—intentó decir, pero el otro chico ya tiraba de él y desde luego, tenía más fuerza. Young Jae suspiró resignado cuando notó que Dae Hyun le agarraba la otra mano y le sonreía tirando también de él. Maldita sea, era difícil resistirse a algo así.
Entraron en una discoteca donde no le pidieron a Jun Hong el carnet de identidad para entrar. Sin duda alguna, entre el cabello rubio que ahora llevaba largo por arriba y rapado por la parte de atrás, su altura, la camiseta sin mangas negra y los pantalones también oscuros, parecía mayor que él mismo. Young Jae seguía usando las horribles gafas y ropa que le describía como el típico estudiante aplicado que era. Dae Hyun, en cambio, iba sencillo pero como siempre, espectacular. Acababan de pasar por la puerta cuando varias chicas se fijaron en él.
Jun Hong se lanzó enseguida a la pista de baile. Dae Hyun le había explicado alguna vez lo excelente bailarín que era, pero Young Jae no supo cuan ciertas eran sus palabras hasta que lo comprobó con sus propios ojos.
Jun Hong había nacido para bailar, y no cabía duda al respecto. Se deslizaba sobre el suelo como si pisara el cielo, su rostro era la descripción del disfrute y su alegría al bailar era contagiosa. La gente a su alrededor le dejó sitio y le animó a seguir bailando. El chico tanto saltaba, como estaba en el suelo y se levantaba con algún tipo de movimiento impresionante. Young Jae notó su mandíbula desencajada y tuvo que cerrarla, porque si el joven le veía así de alucinado, sería capaz de recordárselo de por vida. Dae Hyun le preguntó justo entonces si quería tomar algo y fueron hasta la barra. Su amigo tuvo la delicadeza de rechazar las invitaciones de un par de féminas para pasárselo bien, no dejándolo solo.
¿Cómo iba a mantener sus sentimientos bajo llave si se comportaba así?
Aunque Young Jae no le dijo qué quería para beber, el otro chico le tendió una bebida de color verde claro que no le sonaba haber bebido nunca. Se imaginó que sería alcohol, y arrugó la frente. La última vez que había bebido fue tres años atrás y había acabado en un cuarto acostándose con Dae Hyun, ¿es que lo había olvidado? Se llevó la bebida a los labios, y apuró el vaso casi de un trago. Quizá, si el otro chico le había dado alcohol, era porque sí se acordaba y quería repetir la experiencia. Ah, vamos, estaban tan cerca en esa discoteca que podía oler su esencia. Dae Hyun le miró divertido.
—¿Te pido otra copa? Temía que no te gustase, pero vamos, quizá has estado bebiendo a escondidas de mí… ¿no te ha sentado mal?
—Estoy un poco… mareado, pero bien—¿Era el alcohol lo que le mareaba tanto o los labios de Dae Hyun moviéndose ante él, hipnotizándolo?—. Dae Hyun…—se acercó a él más de lo que pretendía y sintió las manos de su amigo sujetándolo para que no se cayera. Rió como un estúpido y buscó el rostro del otro chico para darle las gracias. Cuando lo encontró, las palabras murieron en su garganta. Estaban tan cerca que si se acercaba unos centímetros podría…
—Young Jae, no—las manos de Dae Hyun se apoyaron con fuerza en su hombro para mantenerlo sujeto al suelo y el chico lo miró contrariado. Se había acercado para besar a Dae Hyun, suponiendo que ambos buscaban lo mismo. Todo le indicaba que así era—. No… lo nuestro se acabó.
—Pero Dae Hyun, tú…—se sujetó la cabeza con una mano— Vaya, creo que he estado confundiendo las cosas otra vez. Lo siento, no quería hacerte sentir incómodo.
—Young Jae…—el susodicho se soltó de él y dio un par de pasos hacia atrás.
—No me encuentro muy bien. Voy a salir a tomar el aire…
—Te acom…
—¡No! No. Estaré bien.—intentó dedicarle una sonrisa, pero cada vez estaba más mareado y no supo si lo había conseguido. Mientras se alejaba, se llevó la mano al pecho, incapaz de borrar el rostro de Dae Hyun y la vergüenza que sentía. El aire era demasiado caliente para devolverle a la realidad. En cuanto vio un banco cercano, se sentó en él. Apoyó los codos en las piernas y la cabeza sobre las manos, preguntándose por qué había sido tan estúpido y qué iba a hacer a partir de entonces.
—Young Jae hyung…—la voz de Jun Hong le obligó a levantar la cabeza— Dae Hyun hyung me dijo que habías salido y que era mejor que viniera yo a ver cómo estabas. Él se ha ido a casa.—el joven se sentó a su lado. Young Jae no tenía ganas de que el otro empezase con sus bromas — ¿Estás bien? — la suavidad de su voz le pilló desprevenido y le sorprendió.
—Sólo un poco mareado, tranquilo.
—No me refiero a eso. La verdad es que me imaginaba lo que sentías por hyung—Young Jae giró el rostro como si estuviera movido por un resorte—. No me mires así, que Dae Hyun hyung esté ciego o sea idiota no significa que todos lo seamos. Puedo imaginarme qué es lo que ha sucedido…
—Dios, qué vergüenza… —Young Jae se quitó las gafas y ocultó la cara en su mano libre— Todo el mundo se habrá dado cuenta.
—No creo. Recuerda que yo llevo tiempo obsesionado contigo, hyung.
—Jun Hong, yo…
—Eh, vamos a divertirnos. Venga—Young Jae notó un tirón en su mano que lo puso en pie—. Y esto no te hace falta, ¿verdad?—sin soltarlo, el más joven le arrebató las gafas— Te las confisco esta noche—y se las guardó en el bolsillo—. Sé que vas a negarte, pero lo mejor que puedes hacer en situaciones así es ir a pasártelo bien, hyung. Te lo digo yo, que en experiencias sentimentales tengo muchos conocimientos.
—Dirás experiencias de cama.—Jun Hong, sin dejar de tirar, le dedicó una sonrisa que ocultaba menos de lo que hubiera pretendido y Young Jae sólo se sonrojó, dejándose llevar.
Young Jae confirmó de nuevo que el baile estaba hecho para el chico alto. Era increíble que alguien pudiera moverse de aquel modo sobre la pista. Parecía estar besándola con los pies. Sus movimientos eran improvisados, pero precisos. Fuertes y poderosos, nadie podía apartar la vista de él una vez le veía bailar. A medida que pasaba la noche y Jun Hong lo llevaba de un local a otro, Young Jae se percató de que viéndole bailar, se olvidaba de lo que le habían llegado a incomodar aquel tipo de lugares. Tampoco se dio cuenta de cómo iba bebiendo y bebiendo alcohol, hasta que a las cinco de la mañana sus pies ya no lo sostenían, y el otro chico le tuvo que ayudar a caminar.
—Hyung… que no sé dónde vives y a mi casa… maldita sea. Tendremos que pasar la noche aquí—Young Jae escuchaba a duras penas lo que el más joven le decía, pero era incapaz de responderle. Notaba la lengua pastosa, la cabeza le pesaba y le daba vueltas y total, le daba igual a dónde le llevase mientras la garganta y el estómago dejasen de arderle. Pronto sintió su cuerpo descansar sobre una cómoda cama y se aferró a la almohada, descansando la cabeza. Notó que le quitaban los zapatos y los calcetines, pero no se movió—. Hyung, voy a ducharme, ¿vale? Tú descansa.
Y así hizo. Young Jae cerró los ojos y descansó un poco. Cuando volvió a abrirlos, Jun Hong seguía en la ducha. La garganta y el estómago todavía estaban gritándole, sin embargo sus sentidos se habían despejado un poco. Estaba en una habitación de hotel. Con Jun Hong. Suspiró y volvió a cerrar los ojos.
Tras salir de la ducha, Jun Hong se encontró a Young Jae durmiendo boca abajo. Jun Hong lo contempló plantado ante la puerta mientras se pasaba una toalla por la cabeza. Recorrió con los ojos el cuerpo del otro chico… ¿había hecho aposta eso de tener la camiseta un poco levantada, dejando así al aire un trozo de su espalda?
Jun Hong caminó hasta la cama y dejó la toalla caer, colocándose a horcajadas sobre el otro chico. Las gotas de agua de su cabello todavía mojado, resbalaron hasta el rostro de Young Jae. Acercó su rostro hasta a él, mojándolo todavía más.
—Perdóname por esto, hyung—le susurró al oído. Entonces, descendió y levantó poco a poco la camiseta de Young Jae, recreándose con su tersa y blanca piel. Sin poder resistirse, besó la parte central de su cintura, y a medida que le levantaba la camiseta, siguió besándole la columna. Young Jae no mostró ningún tipo de reacción, ni siquiera cuando el otro chico terminó—. Young Jae hyung… sé que estás despierto… no llores, ¿vale?
—No estoy llorando…—musitó, con voz más brusca de la que pretendía.
—¿Quieres que pare?
Young Jae se movió hasta quedar boca arriba, atrapado bajo el cuerpo de Jun Hong. Le observó con los ojos perdidos y húmedos.
—Quiero que lo pares.—esta vez sonó ronco. Sin necesidad de más palabras, la boca del otro chico descendió hasta la suya y lo besó. La última persona a la que había besado Young Jae había sido Dae Hyun. En realidad, nunca había besado a nadie más.
Jun Hong fue más dulce con ese beso de lo que se habría esperado. No le presionó, le ofreció acceso a su húmeda boca y lamió sus labios. Después le besó en la mandíbula. El mayor le dejó hacer, ni siquiera miró al otro cuando se deshizo del albornoz que cubría su cuerpo. No se sintió capaz de disfrutar de las caricias en sus hombros ni los besos sobre éstos. Sólo dejó que lo cubriera con su esencia y así se llevara el dolor que sentía.
Quería olvidar a Dae Hyun, y siempre había escuchado que un clavo sacaba a otro clavo. Estaba dispuesto a dejar que Jun Hong le hiciera el amor, pero de repente y mientras el otro chico le estaba sacando los pantalones, sintió una arcada que le hizo ponerse de pie.
—Oh, mierda—musitó. Pudo captar la mirada asustada que le dirigió el joven y lo vio situarse a su lado y levantarlo en brazos—. ¿Qué ha…?—una nueva arcada lo interrumpió y se llevó la mano a la boca mientras Jun Hong lo llevaba hasta el cuarto de baño. Justo cuando lo dejó en el suelo y levantó la tapa del váter, comenzó a vomitar. La sensación era, sin duda alguna, desagradable, y no ayudaba el estar en calzoncillos con un chico desnudo dándole masajes en la espalda. Todavía vomitó dos veces más antes de sentir que su estómago se asentaba… ¿para qué bebía tanto sin estar acostumbrado?
—¿Estás mejor, hyung?—no respondió, moviendo la mano para indicar que sí— Tendrías que bañarte… —comentó el otro, tirando de la cadena. No le dio tiempo a responder, levantándolo de nuevo— Será mejor que te bañe yo.—y antes de darle tiempo a negarse, los dos acabaron dentro de la ducha. Jun Hong abrió el grifo, y le sujetó el rostro con ambas manos mientras con los pulgares le frotaba los labios. Le frotó los hombros y la espalda con cuidado, y se los besó después mientras el agua los acariciaba a ambos. Pasó la esponja y los dedos por cada rincón de Young Jae, ayudándole a limpiarse. Lo hizo con delicadeza y él estaba tan aturdido, que no intentó negarse de nuevo.
Más tarde, descansaba envuelto en un albornoz en la cama, mientras Jun Hong dormía abrazado a su espalda vestido con el suyo. Después de bañarlo, le había llevado a dormir sin pronunciar palabra y ahora escuchaba su respiración tranquila. Young Jae cerró los ojos y se encogió un poco más, agradeciendo no estar solo e intentando alejar de su mente la idea de que nunca más podría estar entre los brazos de Dae Hyun.

Young Jae se dio prisa en llegar donde le esperaba Jun Hong. Le había prometido que irían juntos al cine, pero las clases se habían alargado más de lo que se esperaba y llegaba media hora tarde. A pesar de todo, cuando le vio llegar, el más joven se levantó con una sonrisa en el rostro. Llevaban tres meses juntos. Tres meses en los que Young Jae se dedicaba a llegar tarde, y el otro chico lo soportaba. Sabía que era un impuntual, y le había dicho que no pensaba luchar contra ello, porque entendía que todavía tuviera otras cosas antes en su vida. Young Jae a veces quería gritarle que no debería darle igual que todavía no le quisiera, pero Jun Hong le decía que sabía que lo haría y que iba a aguantar. Al fin y al cabo, no sentía asco cuando se estaban besando y eso algo debía significar.
—Hyung, podrías caerte.—fue lo primero que le dijo.
—No te rías de mí… lo siento, Jun Hong.
—Nah, está bien. En realidad te cité antes de tiempo porque sabía que esto pasaría. He comprado las entradas. La película comenzará en diez minutos.—Young Jae le observó sorprendido. Se preguntó dónde estaba aquel chico despreocupado que le metía mano a una desconocida, sin importarle estar a punto de recibir una paliza por eso.
Entraron a la sala del cine. Había muchas parejas, y Young Jae arrugó la frente. Una cosa seguía igual: Jun Hong era fácil de leer.
—Es una película de miedo, ¿verdad?—preguntó mientras se sentaban y sujetaba un paquete de palomitas.
—De lo mejorcito, para que te agarres a mí cuando tengas miedo, hyung.—sonrió el otro burlón, ganándose un puñetazo en el hombro.
—Eso no funciona conmigo, imbécil.—las luces de la sala se apagaron en ese preciso instante, y Young Jae prometió no tragarse sus propias palabras, apretando los dientes y con el cuerpo en tensión sin apartar la vista de la pantalla, fingiendo que el corazón no se le salía del sitio con cada maldito susto que les daban. De reojo podía ver la sonrisa maliciosa del otro chico esperando que gritase y se abrazase a él, pero durante la más de hora y media que estuvieron allí sentados atentos a muertes, desmembramientos y fantasmas terribles, Young Jae mantuvo el tipo. Al menos, lo mejor que pudo.
Cuando salieron de la sala, se concentró en poner un pie delante del otro sin tropezar consigo mismo debido al temblor de sus piernas. A su lado, el alto joven caminaba como si nada, sin dejar de observarlo. La verdad es que Jun Hong hacía mucho eso de quedarse mirándolo y analizando cada parte de él, y Young Jae no podía evitar estremecerse cuando eso sucedía. No era cómodo, pero tampoco le desagradaba. Suponía que se había acostumbrado.
—Oh—el móvil de Jun Hong había vibrado y al leer el mensaje que acababa de llegarle, se lo comunicó—. Dae Hyun hyung pregunta cómo ha ido la película y si te he tocado mucho. No te preocupes tanto de lo que toco o dejo de tocar a mi novio, hyung. Mira que llega a ser cotilla…—bromeó el joven. Young Jae se mordió el labio inferior. Ya no pensaba en Dae Hyun. No lo hacía, y sin embargo los momentos que compartían cantando juntos en el escenario seguían siendo los que más disfrutaba.
Otra cosa que Jun Hong sabía, y aceptaba… ¿por qué soportaba tantas cosas de él?
Jun Hong lo acompañó hasta casa, así que él lo invitó a pasar. Su familia ya le conocía, aunque desde luego no sabían la relación que tenían y pensaban que era sólo un donsaeng con quien tenía una gran amistad. El chico, además, se había ganado a su madre con facilidad halagando sus deliciosos platos, así que de un modo u otro, acababa quedándose siempre a cenar. Esa vez no fue la excepción, y al acabar subieron a su cuarto.
En cuanto cerraron la puerta, Jun Hong lo agarró por la cintura y lo besó. Era increíble que siempre estuviera ansioso por besarlo o tocarlo, pero en cuanto tenía la oportunidad lo hacía. Al principio, a Young Jae le costaba seguir ese ritmo. Cuando había estado con Dae Hyun las cosas eran más tranquilas… en realidad, como cuando estuvieron saliendo no había amor verdadero de por medio, los besos que se dieron fueron muy escasos. Y los intentos de tener se*o, un auténtico fracaso.
Jun Hong introdujo su lengua en la boca de Young Jae y éste se dejó hacer. A pesar de todo, su cuerpo sabía reaccionar a las caricias del más joven. Además, el chico era pasional y cariñoso pero si él decía basta, obedecía y se controlaba sin problemas. Le costaba creerse que eso sucediera, pero llevaba viéndolo durante meses con sus propios ojos.
Cuando dejó de besarlo, no se separó mucho de él, sonriéndole. Tenía una sonrisa bonita y traviesa, y Young Jae no podía evitar sonrojarse cuando le veía en esa actitud. Se había dado cuenta de que sólo sonreía de ese modo tras besarlo, y al sentirse especial por ello, el sentimiento de culpa le corroía al no poder aceptarlo del todo… ¿Qué sentía por el joven? Ni siquiera él mismo lo sabía.
—Tienes nuevos libros.—el pequeño se había separado de él para ir a cotillear la estantería.
—Me los ha dejado…
—Dae Hyun—dijeron a la vez. A pesar de todo, Jun Hong sonrió—. Debería habérmelo imaginado. Son de música, ¿estáis preparando nuevas canciones?
—Sí, tenemos que ir cambiando el repertorio.
—No me lo habías dicho—al escucharlo, Young Jae se puso alerta. No por la frase en sí, sino por el tono de voz triste que empleó el muchacho—. En fin, tampoco tendría mucho que decir al respecto—en segundos volvió a ser el chico alegre de siempre, encogiéndose de hombros y riendo. Se tumbó sobre la cama como si fuera suya, y le indicó que tenía un sitio a su lado. Young Jae, tras cerrar la puerta del cuarto con pestillo para asegurarse que nadie entraba de improviso, se tumbó a su lado y pronto un brazo largo y delgado de Jun Hong le rodeó. Notó cómo le besaba en la nuca—. Tengo sueño, hyung. Voy a dormir un rato.

Young Jae no estaba preparado para eso. Miró a Jun Hong intentando descubrir en qué momento se le había ocurrido hacer algo así, pero el otro chico sólo sonreía desde la inocencia. Él se vio obligado a suspirar varias veces para regresar a la realidad, sin poder dejar de temblar mientras observaba absorto las entradas que tenía en la mano. Comenzó a mover la cabeza, alternando la mirada entre los papeles y su novio.
—Es broma.
—No.
—Vamos a ver, Jun Hong. Son entradas para el musical de “Los Miserables”. Es casi imposible conseguirlas, y tienen que haberte costado un pastón.
—Se te olvida que tengo muchos contactos en las discotecas, y esos contactos llevan a otros…—y esos contactos le permitían estar en las discotecas a pesar de ser menor, pensó él— No debes preocuparte mucho.— a pesar de lo que decía el otro chico, él no podía evitar darle vueltas. A pesar de todo, la emoción pronto ganó a la duda y cuando quiso darse cuenta, estaba en su casa planeando qué iba a llevar y cuánto iba a disfrutar del musical.
Días más tarde, ambos estaban acomodados en sus asientos, disfrutando del espectáculo. Young Jae sintió su corazón llenarse de emoción y, el momento de la actriz-cantante Park Ji Yeon cantando “On My Own” lo mantuvo pegado a su silla, mientras que “One Day More” le llenó los ojos de lágrimas. Las voces eran espectaculares y le entraban ganas de ponerse en pie y cantar con ellos, sin embargo logró controlarse. Jun Hong se mantenía a su lado sin pronunciar palabra, pero sin perderse detalle de cada una de las expresiones o reacciones de Young Jae, desde sus intensas sonrisas hasta sus ojos brillando por las lágrimas. El espectáculo que le ofrecía su novio era mejor que cualquier otro famoso que encandilaba a tantas personas. Estaba tan entregado a lo que se representaba sobre el escenario, que no fue hasta que terminó y su corazón comenzó a latir a un ritmo normal, que no se volvió hacia Jun Hong y se dio cuenta de que se estaba aferrando a su mano con fuerza. Levantó la vista para encontrarse con los ojos del más joven y disculparse, pero éste estaba sonriendo pletórico.
Young Jae le soltó la mano, preguntándose si alguien les habría visto. Le dolían los dedos de la mano, y se preguntó cuán fuerte le habría estado cogiendo la mano a Jun Hong, y cómo podía ser que no obstante, éste no se hubiese quejado en ningún momento.
Young Jae le había prometido que a cenar, invitaba él. No le importaba gastarse un poco de sus ahorros para viajes en devolver una milésima parte del grandísimo regalo que le había hecho el otro chico. Nada más salir del musical, estuvo parloteando sin cesar. Jun Hong escuchaba en silencio, asintiendo sonriente. Llegaron al restaurante media hora más tarde. Young Jae lo había escogido por la intimidad que otorgaba y el menú con comida extranjera. Le recomendó un par de platos al otro chico y una vez pidieron, todavía siguió hablando. Fue cuando le trajeron los platos que se calló.
—¿Por qué callas, Young Jae hyung?—preguntó curioso Jun Hong. Él se aclaró la garganta, avergonzado.
—Lo siento… no he dejado de parlotear desde que salimos…
—¡Y no sabes cuánto me gusta escucharte! Siempre soy yo el que habla. Me alegra poder ser yo esta vez el que te escuche a ti, así que habla hasta quedarte sin saliva.
Young Jae no supo cómo responder a eso, a parte de sonrojándose. Jun Hong siempre tenía algún modo de desarmarlo y hacerle sentir avergonzado y tímido, más que de costumbre. Si al menos se hubiera comportado como un mamarracho ligón que se acostaba con todo lo que pasaba por delante de él, como había pensado que era cuando lo conoció (y en realidad sabía que antes era así) sería más fácil no sentirse mal por no poder entregarse al cien por cien en la relación. Pero no, cuando empezaron a salir juntos el otro muchacho decidió dar un cambio radical y convertirse en un puritano que lo adoraba. Young Jae no sabía cómo responder a tal cantidad de afecto.
Sin ser capaz de seguir hablando, a pesar de la petición de Jun Hong, comenzaron a comer. La cena se acabó demasiado deprisa, y ni siquiera durante el postre alguno de los dos se dignó a decir nada. Al final, Young Jae suspiró.
—¿Quieres… venir a mi casa esta noche? Podemos ver una película. Mis padres se han ido a casa de mis tíos toda la semana y mi hermano mayor ha quedado hoy con la novia.
Sabía qué significaba lo que acababa de decir, y por eso no se lo había comentado antes, pero al menos mientras se dejaba besar por Jun Hong, no tenía tiempo a pensar en lo mal que se sentía por no poder corresponderle como se merecía. Cuando llegaron a su casa, le invitó a sentarse en el sofá mientras él iba a por la película y dejaba unas palomitas en el microondas. Una vez preparados, la película comenzó. Ninguno de los dos se movió o habló durante un buen rato, y a parte de la película sólo se escuchaba el sonido de las palomitas siendo devoradas.
Young Jae observó de soslayo a Jun Hong, quien se encontraba concentrado en la pantalla. No le gustaba cómo se estaba desarrollando el resto de la velada, ¡con lo perfecto que había sido el musical! No fue hasta que sintió la suave piel de Jun Hong bajo la suya que se dio cuenta de que había movido su mano en busca de la del otro chico y la había aferrado con tal desespero que Jun Hong se giró a ver qué le sucedía. Cuando sus miradas se encontraron, sus labios no tardaron mucho más en juntarse. Young Jae escuchó cómo el más joven dejaba las palomitas a un lado antes de dejarlo atrapado contra el sofá al echarse sobre él. La sonrisa de Jun Hong era pequeña, pero brillante.
—Hyung… no te muevas. Déjame descansar así.—dijo de repente, tumbándose sobre él y dejando la cabeza apoyada en su pecho, a pesar de que le sobresalía más de media pierna. Young Jae se había dormido varias veces en brazos de Jun Hong, pero nunca había sido al revés, así que no pudo evitar sorprenderse cuando escuchó la respiración pausada del otro chico. Aunque le pesaba, no se movió por miedo a despertarlo. Observó las facciones de su novio con cuidado, algo que nunca antes había hecho. La verdad era que tenía una barbilla prominente, y debería volver a teñirse pronto porque ya se le veía alguna raíz de cabello oscuro. Paseó con cuidado los dedos por su rostro y llegó a sus labios, esmerándose en tocarlos. Cuántas veces le habían besado. Eran incontables.
¿Hasta cuándo seguirían besándole esos labios?

No fue hasta dos semanas más tarde y porque Dae Hyun se lo contó, que Young Jae descubrió cómo había conseguido Jun Hong las entradas y por qué parecía tan tranquilo y acabó durmiéndose sobre él aquella noche.
Había estado trabajando de noche en las discotecas, sin dejar de acudir a estudiar por las mañanas. Aunque era menor y no debería trabajar después de las nueve de la noche, los contactos, como él mismo decía, se habían arriesgado a contratarlo de bailarín para atraer a mujeres y luego hacerles consumir más utilizando sus encantos. En realidad, Young Jae sabía que se lo habían propuesto varias veces y Jun Hong siempre lo rechazaba, pero aquella vez había aceptado para conseguir las entradas.
Cuando le vio aparecer esa noche en el local, lo primero que hizo cuando acabó de cantar con Dae Hyun y pudieron reunirse, fue acribillarlo con la mirada. Sin embargo, no podía decirle a Jun Hong que lo sabía todo, ya que se sentía avergonzado porque por su culpa había acabado aceptando ese tipo de trabajos. Por eso, se disculpó aceptando por segunda vez salir de fiesta con él.
Jun Hong seguía brillando cuando bailaba, sobresaliendo ante el resto del mundo. La gente se quedaba extasiada observándolo y desde luego, Young Jae no era inmune a su hechizo. Las manos y los pies del joven, moviéndose al ritmo de la música, eran un espectáculo que sus ojos no querían perderse. De repente, Jun Hong se acercó hasta donde se encontraba con un simple movimiento de pies y comenzó a bailar delante de él, instándole a unirse. Las chicas a su alrededor gritaron emocionadas y antes de que pudiera impedirlo, el otro chico le arrebató sus gafas y ellas gritaron aún más. Observó nervioso alrededor, mientras Jun Hong seguía contoneándose frente a él de modo sensual y el resto de personas miraban. Las mujeres estaban emocionadas por lo que veían, tenía entendido que se le llama “fanservice”, y él sólo podía sonrojarse y desear estar en cualquier lugar menos allí.
—Venga, hyung, suéltate.—le susurró al oído con voz sensual el más joven. Notó cómo lo agarraba por la cintura y lo atraía hacia él, llevándoselo al centro. Escuchó los gritos de la gente, mientras Jun Hong le agarraba los brazos y le intentaba hacer bailar. Se los movía de arriba hacia abajo sin dejar de sonreír, pero él no sabía cómo reaccionar y al final se soltó con brusquedad, dándole la espalda y huyendo del gentío. Cuando estuvo fuera del local, la mano de su novio le obligó a girarse.
—Lo siento…—empezó a decir. Sabía que se había comportado mal con él, quien sólo quería que se divirtiera un poco.
—No, hyung, yo lo siento—Jun Hong lo atrajo hacia sí y lo abrazó, ignorando que la gente que estaba pasando por allí pudiera verlos—. No debería haberte forzado. Me emocioné…—Young Jae respondió al abrazo y apoyó la cabeza en su pecho. El corazón le latía con fuerza.
Jun Hong le quería mucho. Y por eso nunca pudo prever que sucedería lo que pasó no muchos días más tarde.
Las dos semanas de práctica que Young Jae había tenido con Dae Hyun, provocaron que estuviese varios días sin ver a Jun Hong. Al principio habían hablado varias veces al día, pero poco a poco, el otro chico había dejado de escribirle al medio día, después se dejó los buenos días y al final tampoco le deseó buenas noches. Young Jae intentó no preocuparse más de la cuenta por eso. Al fin y al cabo el chico era estudiante de instituto y debía estar ocupado con las clases, igual que él lo estaba con las de la universidad.
No se esperaba, desde luego, que Jun Hong fuera a buscarlo una noche para acompañarlo a casa, y sin lugar a dudas tampoco qué sucedería. Dae Hyun y él llevaban toda la semana peleándose con esa canción y no había manera, por eso cuando en el escenario les salió sin problemas tras arriesgarse a cantarla, se miraron y se echaron a reír con ganas. Young Jae ya se volvía a sentir del todo cómodo con su amigo, y seguía disfrutando como pocas cosas los momentos juntos cantando, así que en ocasiones como ésas se olvidaba incluso del gentío observándolos. Cuando terminaron la actuación y fueron a cenar como siempre, se dio cuenta de que Jun Hong estaba allí y se levantó de golpe, sorprendido.
—¡Jun Hong! No me habías dicho que vendrías—el joven, escondido bajo una gorra a pesar de que era de noche, le respondió con una sonrisa. Más tarde confirmaría que era de tristeza, tal y como había sospechado al verla—. Oye…
—Lo siento, hyung. Quería darte una sorpresa. Cena tranquilo, luego me gustaría dar una vuelta contigo y acompañarte a casa.
—Jun Hong, debería ser yo el que te acompañe, no sé cómo decírtelo…
—Me gusta llevarte a casa. Te espero, hyung.—y se marchó por donde había venido sin decir nada más.
—Ni me ha saludado.—comentó Dae Hyun. Su voz no sonó molesta, más bien parecía indicar que algo extraño sucedía. Young Jae también lo pensaba, así que agarró su chaqueta.
—Lo siento, creo que hoy no cenaré. Quiero saber qué le sucede.—salió detrás de Jun Hong, despidiéndose por el camino de la gente. No dijo nada mientras salían a la calle, pero no pudo evitar fijarse en los hombros hundidos del otro chico. Nunca caminaba de aquel modo, tan… abatido.
—Sabes, hyung—comenzó de repente a hablar el joven—, yo ya sé que todavía no me quieres como me gustaría que lo hicieras. Lo comprendo. Yo al principio me vi interesado en ti por tu voz, pero poco a poco… empezó a gustarme tu rostro… tus gestos… cuando te sonrojas… pasaste de ser un chico mono, a la persona en la que pienso nada más despertarme. Aún no puedo creerme…—Jun Hong sacó las manos de los bolsillos y las observó— No puedo creerme que me dejaras abrazarte y besarte tantas veces. Me he esforzado más que nunca en hacerte feliz. Con verte contento y poder besarte, me daba por satisfecho… pero, ¿sabes? Hoy me he dado cuenta—el corazón de Young Jae se detuvo. Ese monólogo no le gustaba para nada y le estaba revolviendo el estómago, pero se veía incapaz de decir nada, sólo seguir caminando al lado del otro chico en silencio—. Me he esforzado, he sido paciente… pero a pesar de todo, no puedo soportarlo más. Te he visto… con Dae Hyun hyung… y, ¿sabes qué? Conmigo nunca te has reído así. A pesar de que lo que más deseaba era que me dedicases una sonrisa sincera, sólo para mí, nunca lo has hecho… a pesar de todo, no soy ni un poco especial para ti. Creí que lo soportaría, pero jod*r, duele más de lo que me esperaba.
—¡Jun Hong, no…!
—Hyung, creo que al final no te acompañaré a casa—el muchacho se detuvo, colocándose delante de él—. Gracias por todo. Será mejor cortar aquí. Estaré un tiempo sin ir a veros cantar, pero en cuanto me sienta de nuevo fuerte, ahí me tendrás, ¿vale? Nos vemos, hyung.
—¡No…!—las palabras no querían salir de su boca. Alargó el brazo y dio un par de pasos, pero la espalda del joven, más hundida que antes, se alejaba y aunque quería alcanzarla, no sabía qué le diría en caso de hacerlo— Jun Hong, no…
La había cagado. Y no había sido hasta el preciso momento en que Jun Hong le había dejado, que no se había dado cuenta de que le quería más de lo que él mismo se imaginaba.

Jun Hong estaba tirado sobre el sofá, mirando el techo. Le habían dejado la casa libre durante toda la semana ya que él no había querido irse de vacaciones con su familia, y mientras que en otro momento le hubiera faltado tiempo para invitar a todos sus amigos prácticamente a vivir allí, ahora se encontraba sin ganas de nada. Tenía el televisor encendido, los cascos puestos y lo único en lo que podía pensar era en qué estaría haciendo Young Jae.
Había hecho cosas difíciles en su vida. El examen de matemáticas a los doce años donde copió por primera vez. Comerse la fotografía de la chica desnuda para que sus padres no le pillasen. Depilarse las ingles después de perder una apuesta contra su amigo Jong Up. Pero sin lugar a duda, la más difícil había sido dejar a Young Jae. Siempre creyó que en caso de dejarlo, sería él quien suplicase desesperado al otro chico para que no lo dejase… pero al final, la situación le había superado.
Jun Hong se había liado con más gente de la que recordaba. Con algunos incluso había repetido, chicas o chicos. Sin embargo, la única relación estable que había tenido era con Young Jae. Nunca se imaginó que sería así, a pesar de que cuando le había pedido para salir la primera vez, lo hizo porque de verdad le gustaba. No obstante, él mismo creía que sería una tontería que se le pasaría tras unos cuantos besos. El otro chico le rechazó, y lejos de retirarse eso le animó a insistir. Y cuanto más insistía, más iba gustándole ese chico sensible, tímido y tierno. Se dio cuenta de que le gustaba Dae Hyun, y estuvo allí para consolarlo cuando fue rechazado. Se percató de que no quería verle sufrir nunca más, y se prometió que si salía con él, se esforzaría en hacerle feliz. Young Jae era de un mundo diferente al que él conocía. Quería usarlo para limpiar su alma, le gustaba besar sus labios blandos y acariciar su cabello sedoso. Deseaba introducirse en él y volverse uno, pero nunca lo hizo porque sabía que el otro no estaba preparado. Le hubiera gustado enseñarle a bailar. Escribirle una canción donde sólo pusiera te quiero para pedirle que la cantase y escucharle decir esa palabra. Abrazó el aire, imaginándose que lo tenía de nuevo entre sus brazos y pataleó porque no era así. Cayó al suelo, enredándose con los cascos y clavándose el mando a distancia en el costado.
—¡Mie*da!—exclamó, enderezándose. Aunque los cascos se habían caído, todavía podía escuchar música y arrugó la frente. Le sonaba esa voz, pero tenía que estar en su cabeza, no podía ser de otro modo… ¿cómo iba a estar Young Jae cantando allí? No podía ser…
Jun Hong se levantó a toda prisa, pisando el mando y caminando a la pata coja hasta la ventana. Se asomó a ella, y si hubiera visto un dinosaurio peleando contra un dragón le habría sorprendido menos que comprobar que, en efecto, allí fuera estaba Young Jae. Se había plantado en medio de la calle, frente a su casa, sin micrófono ni nada, cantando a capella. Una vez pudo reaccionar, el chico salió en zapatillas de casa.
—¡Hyung!—a pesar de haberse colocado delante del mayor, éste siguió cantando— ¡Hyung!—no fue hasta que lo agarró de los hombros, que se dio cuenta de que tenía los ojos anegados por las lágrimas. Reconoció la canción “El viento sopla” de Lee Sora.
—El mundo es el mismo que ayer, el tiempo está fluyendo, y soy sólo yo quien ha cambiado así. Mis deseos vacíos, que se dispersaron con el viento, están desvaneciéndose con dolor. —aunque no hubiera querido, Young Jae se vio obligado a dejar de cantar porque comenzó a llorar y ahogarse con sus propias lágrimas. A pesar de todo iba a continuar, pero Jun Hong le apretó una mano contra la boca mientras le rodeaba los hombros con el otro brazo y le obligaba a entrar en su casa.
Una vez dentro, le soltó y le dejó respirar con normalidad de nuevo. Las lágrimas de Young Jae se habían detenido.
—¡Hyung! ¡La policía podría detenerte por molestar a los vecinos! ¿Se puede saber qué…?
—En mis sueños, en la oscuridad del escenario de la luna, te veo bailar.—la profesora de japonés les había puesto esa canción el año pasado. Era “Bolero” de DBSK… La siguiente canción estaba en inglés, creía que era “It’s not goodbye”, de Laura Pausini— Y que si nunca beso tus labios una vez más, o siento el tacto de tu dulce abrazo, cómo podría continuar. Sin ti no hay lugar al cual pertenezca, bueno, algún día el amor te va a llevar de vuelta a mí, pero hasta que eso pase tendré un corazón vacío. En alguna parte ahí fuera tú estás pensando en mí…—Jun Hong quería hacerle callar, porque Young Jae se estaba ahogando y no había modo de pararle, y sabía que aunque le tapase la boca éste volvería a entonar alguna canción. Por eso, haciendo tripas corazón, le besó. Sólo quería callarlo, ésa había sido su intención, pero cuando atrapó los labios de Young Jae con su boca, no pudo evitar pasar una mano por su nuca para aferrarlo más y así notó cómo el cuerpo del otro chico se tensaba un instante para al momento siguiente entregarse del todo. Fue Jun Hong quien cortó el beso, preguntándose qué narices estaba pasando.
Young Jae no lloraba, pero sus ojos estaban húmedos y rojos.
—Soy muy lento, Jun Hong. Me di cuenta a destiempo de que quería a Dae Hyun, y me he dado cuenta demasiado tarde de que estoy enamorado de ti. Si quieres que te sonría, lo haré. Sólo te sonreiré a ti, a nadie más. Te enviaré fotos en cada momento en que sonría. Será tu rostro el que me haga sonreír. Esta semana lejos de ti te aseguro que no he sonreído. Soy incapaz… No me sentía con fuerzas de sonreírte, Jun Hong. Al principio, porque no sabía tratarte. Pero cuando quise darme cuenta estaba tan colapsado con mis sentimientos que me cohibía y no podía sonreírte con normalidad. He olvidado a Dae Hyun, mi mente está llena de ti. Pero no podía verlo, porque soy lento. Si quieres, aprenderé a bailar. Cantaré en plena calle, en un estadio. Me esforzaré por ti. Pero Jun Hong… eres cruel… no me abandones ahora que me he enamorado de ti.—Jun Hong había escuchado todo el discurso casi sin pestañear, sujetando los pequeños hombros de Young Jae entre sus grandes manos. Poco a poco había perdido fuerza, y el otro joven se había acercado despacio impulsado por sus propias emociones.
—Hyung…
—Lo siento, Jun Hong. Te he hecho daño. Lo sie….—sin ser capaz de escuchar más disculpas, volvió a besarlo. Su mente no acababa de procesar todas las palabras del otro, pero estaba seguro de que había dicho que estaba enamorado de él, ¿y qué más necesitaba? Además, había cantado delante de desconocidos sólo para llamar su atención y hacerle salir.
Mientras se besaban guió a Young Jae por la casa, subiendo las escaleras. Se separó de él, para levantarlo con facilidad (qué suerte ser tan alto y el otro chico tan pequeño) y le hizo rodearlo con sus piernas. Lo empotró contra la pared sin dejar de besarlo, mientras buscaba la puerta de su cuarto, que por alguna extraña razón, parecía haberse perdido en un intrincado laberinto. Las piernas de Young Jae alrededor de su cuerpo, y el roce de su entrepierna en su cintura le estaba volviendo loco y sólo deseaba encontrar la puerta (¡al fin lo logró!) y echarlo sobre su cama para colocarse encima. Cuando lo hizo, el panorama de Young Jae debajo de él, sonrojado, con las gafas torcidas y deseando ser besado le enloqueció todavía más.
Le quitó los anteojos y los lanzó lejos.
—Hyung, no vuelvas a ponértelos. Eres guapo y ni eso logra ocultarlo.
—Está bien.—qué obediente.
—Hyung…
—Dime, Jun Hong.
—Entonces, ¿me quieres?—logró que se sonrojase más, si era posible.
—Entonces, te quiero—Jun Hong le besó—. Y ni se te ocurra dejarme nunca más.
—Sería incapaz. Eres lo que he estado esperando todos estos años. Mi cerebro, mi alma, mi corazón y mi cuerpo se ponen de acuerdo para decírmelo, ¿cómo podría ignorar estas señales?—volvió a besarlo. Y esta vez supo que no habría vuelta atrás, y que Young Jae iba a ser por fin del todo suyo.

10 respuestas a Oneshot: Body and Soul

  1. usakochiba dijo:

    Bravooooooooo. Muy lindo, muy tierno, muy romántico, muy musical. La historia fluye muy ligera y el final emociona y emociona muchísimo. Felicidades a la escritora.

  2. Ivet dijo:

    Hermoso, como siempre. Hasta me sacaron unas lágrimas! Felicitaciones a la autora!!!

  3. paulina dijo:

    Primera vez q leo una historia de estas y me encantó, es muy linda, al final emociona y te deja con una sonrisa en la cara, y está tan bien escrita q se me hizo corta.
    Muchas gracias y felicidades a la autora!! esperaré a leer más historias como esta 🙂

  4. Rox dijo:

    Simplemente me gusto mucho 🙂 gracias a la autora por compartir esta historia.

  5. Catalina♡ dijo:

    Es perfecto! ♡ Deberían hacer otro u-u ♡ Gracias babys ♡

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