Look at me, capítulo 3

Autores invitados @Jeannelok

Bang Yongguk 2

Capítulo 03: Stop it.

“No digas que lo entiendes y que está bien. No te enfades, quiero que sonrías.

No tenía ni idea de a dónde llevar a Ha Neul. Era lunes por la mañana, estaba en el taller y mientras arreglaba el motor de una motocicleta, no dejaba de darle vueltas al tema. Se preguntó por qué Hee Chul tendría tanta fe ciega en él y en que pudiera hacer algo. No lo entendía. Pero era así. Sin embargo, no es que fuera a muchos lugares. Solía moverse entre casa, el taller, el barrio y… la cancha de baloncesto.

¡Exacto!

Ha Neul necesitaba hacer deporte. Desquitarse. Lanzar la pelota, golpear —el poste—con ella. Se sintió pletórico consigo mismo, y de no haber estado tan sucio y ser imposible, se habría besado la cabeza.

El resto de la mañana mejoró considerablemente. Sin darse cuenta, incluso se puso a tararear y rapear, animando así a sus compañeros de trabajo cuando el ruido que hacían les dejaba escucharlo.

“No tengo un coche caro, pero estoy bien. Todo el mundo quiere ropa, relojes y encuentros caros, respirando ellos mismos tras la pequeña pantalla, ellos sólo murmuran sobre sus amigos…”—en algún momento dado incluso dejó las herramientas para acompañar el sonido con el movimiento de las manos, hasta que el jefe le regañó y tuvo que seguir trabajando.

Desde el concierto de Seung Ho, sus ganas de subirse a un escenario habían aumentado. Sin embargo, seguía sin tener el coraje necesario como para presentarse en ningún sitio y se odiaba y maldecía por ello.

Un poco antes de la hora a la que debía llegar Ha Neul fue a quitarse el mono de trabajo y a asearse. Esperó que la chica no fuera tan elegante como siempre, pues desentonaría con él y sus bambas, tejanos rotos y camiseta de tirantes blanca.

Se despidió de sus compañeros y jefe antes de salir. Fuera, la chica lo esperaba. Cómo no y rompiendo sus esperanzas, arreglada a la perfección, con el cabello negro recogido en una coleta, una camisa blanca y unos pantalones largos negros. Al verle, levantó la mano, pero al percatarse de lo que hacía la bajó, ofuscada consigo mismo por darle semejante muestra de afecto y cercanía.

—Llevo diez minutos esperando. —dijo como saludo.

— ¡Hola Ha Neul! Yo muy bien, gracias, ¿y tú? Sí, también me alegro de verte— respondió riendo. Ella se mordió el labio inferior, molesta—. Estás muy guapa.

—Como siempre. —respondió pedante.

—Guau, sí que te pone contenta que te diga que estás guapa.

—Llévame a comer, que tengo hambre.

—…

—Oye, no… Vale, no me mires así. Por favor, Yong Guk, ¿me llevas a comer, que tengo hambre?—complacido, la llevó de nuevo al local de la otra vez. La dueña le había preguntado varias veces si no iba a volver acompañado de la guapa chica de la vez anterior, así que al verla la saludó con energía y felicidad. Abrumada por un saludo tan energético, alegre y sincero Ha Neul no supo cómo reaccionar. Yong Guk observó con atención a la chica abrir la boca un par de veces antes de decidirse de verdad a saludar también. De las veces en las que la había visto, fue en aquella en la que se mostró más tímida. Sin darse cuenta, arrancaba sonrisas de afecto en él.

Se sentaron en la misma mesa de la otra vez. Volvieron a pedir el menú del día.

—Parecemos dos ancianos con una rutina marcada—bromeó el chico. No logró hacerla ni sonreír—. Buah, cobras tus sonrisas a precio de oro, ¿verdad? La otra noche regalaste muchas.

— ¿Estas sonrisas?—curvó la boca, en donde apareció una cordial y bonita sonrisa que agració su rostro todavía más. Desapareció en pocos segundos— Hacen que me duela la boca. Puedo enseñarte a ponerlas, si quieres.

—No, no gracias. Prefiero las sonrisas naturales.

—Suerte tienes, que puedes permitírtelas.

—Pero tu hermano… le he visto sonreír con sinceridad.

—Mi hermano es un mundo aparte. Ni siquiera mis padres logran domarlo. Es decir… él sigue con el negocio familiar y lo mandado, pero las cosas van a su ritmo. Aún no he visto a nadie vencerlo en una batalla verbal, y tampoco ha perdido ningún contrato. Creo que puede permitirse ser él mismo, porque consigue todo aquello que se propone. Estoy segura de que no existe alguien como él.

—Vaya, veo que le quieres mucho.

—No, no es eso—respondió, dándose antes un descanso para que pudieran agradecer los platos de comida que acababan de traerles—. Claro que le quiero, es mi hermano mayor. Pero hay otro sentimiento. Envidia. Le envidio. Por cómo es. Y todo lo que eso implica.

Yong Guk no sabía qué decirle. La envidia era un sentimiento desagradable, pero estaba seguro de que ella lo sabía y era quien más padecía por ello. Al menos tenía el coraje del que muchos carecían, de reconocerlo con tanta sinceridad.

—Vuestra vida es compleja.

—A pesar de eso, comparado con otras niñas de familia rica, tengo suerte.

— ¿Por qué?

—Mis padres me prometieron que no me concertarían ningún matrimonio. Me dejan escoger por mí misma, y eso, te lo aseguro, es algo que muchas de esas jóvenes desearían.

—Es increíble que en estos días aún existan cosas así. —ella no respondió, sólo se encogió de hombros.

El resto de la comida la pasaron en silencio, pues ella estaba entretenida disfrutando los alimentos y él viéndola. Cuanto más la conocía, más interesante le resultaba.

Cuando terminaron, volvieron a pagar la cuenta por separado.

—Porque no es ninguna cita. —dijeron a la vez. Por un momento, atisbó una leve sonrisa en los labios de la chica.

Mientras la guiaba a la cancha, Ha Neul reconoció el lugar donde le habían robado y maldijo de nuevo al ladrón. La cancha estaba vacía, tal y como suponía. A esa hora la mayoría trabajaba o estudiaba. Aún tenían un par de horas para disfrutarla.

—Como hemos comido hace nada, no vamos a esforzarnos demasiado.

—Estás de guasa, espero.

—Nunca me tomas en serio, empiezas a herirme el orgullo. Pero no, estoy diciéndolo en serio.

Ha Neul le observó, incrédula.

—No sé jugar a baloncesto.

—No hace falta que sepas. Tampoco tenemos pelota—dijo cuando entraron en la cancha—, pero nos la podemos imaginar.

—Yong Guk, mira, es que yo no tengo demasiada imag…

— ¡Excusas!—la agarró del brazo y la llevó hasta el centro de la cancha. Le quitó el bolso y lo dejó aun lado, sin soltarla— Venga, tienes la pelota entre ambas manos. Es más o menos así—le ayudó en la separación de las manos—. Ahora, comienzas a hacerla botar, así, con suavidad… ¡muy bien! ¿Ves cómo sube y baja?

—Lo único que veo es que parezco idiota. —al escucharlo, Yong Guk le agarró el rostro con ambas manos y le obligó a mirarlo.

—No pareces idiota. Estás haciendo algo que muchos niños en el mundo tienen que hacer cuando no pueden permitirse un juguete. La imaginación es un arma poderosa que, además, nos pertenece a cada uno de nosotros. Así que venga, inténtalo. La próxima vez te traeré una de verdad. Y te dejaré lanzármela con todas tus fuerzas.

— ¿Me lo prometes?—de repente, pareció emocionada.

—Qué triste que lo único que te interese de todo lo que te he dicho sea que podrás lanzarme la pelota…

—Es una interesante e irresistible propuesta. Y ahora, suéltame la cara. —así hizo. Se había olvidado por completo de que la tenía cogida. Ha Neul respiró hondo, y comenzó a jugar con la pelota invisible. Pronto, pareció estar viéndola de verdad y se la pasó. Yong Guk hizo un par de movimientos complejos antes de devolvérsela. Estuvieron así un buen rato, hasta que decidieron hacer un pequeño partido y tirar a canasta.

—Ven aquí— la llamó antes de comenzar, haciéndola sentar en un banco—. No puedes jugar a baloncesto ni con la pelota imaginaria llevando esos zapatos de tacón. Sácatelos, anda.

—No querrás que…

— ¡Siempre pones pegas a todo! Tú sácatelos—Ha Neul obedeció, y él se sacó las bambas—. Están un poco sudadas y te irán grandes, pero es mejor que eso. Y no, no estoy de broma. Pon los pies dentro.

— ¡Puaj! Son un horno sucio y húmedo.

—Recuerda utilizar la imaginación. Son unos zapatos cómodos y preciosos.

—Estoy usando la imaginación para hacerte garabatos en la cara.

— ¡Ésa es mi chica! ¡Qué rápido aprendes!

Comenzaron el partido. Yong Guk se clavaba las piedrecillas del suelo en la planta de los pies, además de quemarse, pero no se quejó. Ha Neul estaba disfrutando, y eso era lo más importante. Estaban convirtiéndose en buenos amigos.

Ha Neul corría con cierta dificultad en sus zapatos, pero lo hacía, y pasaba la pelota, la recibía, lanzaba. La chica no pudo evitarlo, y un poco más tarde se carcajeaba con la risa más pura y bonita que hubiera escuchado nunca. Una risa que llevaba años queriendo escapar y ser escuchada.

— ¡Buena jugada!—alguien había dicho eso desde fuera de la cancha. Ambos se voltearon. Yong Guk notaba la camiseta pegándose al pecho a causa del sudor. Hacía bastante calor— ¿Puedo unirme al juego?—era Yu Ba Rom, uno de sus mejores amigos. Supuso que ya había salido del trabajo.

Rome, como lo llamaban ellos, era el tipo de chico que hacía que las muchachas se desmayasen: guapo, cuadrado, buen bailarín, atractivo, simpático… Por eso le nació la curiosidad de cuál sería la reacción de Ha Neul, tan pagada de sí misma, ¿sería capaz de caer, como las demás, a los pies del chico perfecto?

Rome 1
— ¿Quién es éste?—le susurró la chica, mientras Rome se les acercaba.

—Ahora te lo presento—respondió también a media voz, para alzarla cuando el otro chico estuvo con ellos—. Éste es Rome, un gran amigo mío. Ésta es Ha Neul, otra gran amiga—notó el golpe que la aludida le dio en la espalda—. Una pequeña amiga.

— ¡Eh!—se quejó ella. Rome estaba sonriendo, pero de momento ella no parecía haber caído ante su influjo.

— ¿Puedo unirme a vuestro juego?—preguntó el recién llegado— Aunque creo que…—bajó la mirada, hasta los pies de Yong Guk— Sería mejor que te calzases. La sangre comienza a traspasar los calcetines. —hasta entonces ni él mismo se había dado cuenta, aunque era cierto que los calcetines que llevaba eran tan finos que notaba incluso el calor del suelo, como si no los llevase. Al parecer, las piedras de la cancha se le habían ido clavando causándole pequeñas heridas, que de repente se volvieron no dolorosas, pero sí molestas.

— ¡Yong Guk!—exclamó Ha Neul, alarmada. Era sorprendente lo expresiva que podía llegar a ser si no estaba rodeada de personas como las de la fiesta— ¿Por qué no me has dicho nada?—se lanzó al suelo a observarle el pie, y alarmado él se colocó también a su altura. Desde luego no parecía el tipo de chica que iba sentándose en cualquier sitio, y su reacción le tomó por sorpresa.

—Estoy bien, estoy bien, tranquila. No seas exagerada. Luego voy a casa y me curo…

— ¿Luego? ¿Luego, dices? Venga, vamos a buscar una farmacia y a curarte esto. —le obligó a ponerse de pie, y se quitó los zapatos, sin esperar a llegar al banco donde estaban los suyos.

—Tu pequeña amiga tiene carácter—comentó Rome, yéndolos a buscar junto al bolso cuando los vio allí. La chica le agradeció el detalle—. Podemos ir a mi casa, si queréis, está cerca y allí tengo todo lo necesario para curar a este tonto.

—No es tonto…—susurró Ha Neul, acabando de ponerse el zapato— Es demasiado bueno.—aunque ella estaba hablando más para sí misma que para ellos, Yong Guk la escuchó y notó calor en las mejillas. Nunca se hubiese esperado que dijese algo así.

Rome los llevó hasta su casa. Yong Guk sabía dónde estaba porque había pasado allí casi más días que en la suya propia. Él era el amigo con el que siempre hacía trastadas, que nunca lo abandonaba, y siempre podían apoyarse el uno en el otro. En realidad, siempre estaban los tres juntos, ellos dos y su hermano gemelo, pero desde que éste había comenzado la universidad, trabajaba y se había echado novia, pasaban menos tiempo juntos. Era triste y lo lamentaba, pero también se alegraba por él y le deseaba lo mejor cumpliendo su sueño. A pesar de todo, Rome seguía estando ahí, el trillizo que nunca tuvieron. Hacía días que no lo veía y estaba muy contento de que se hubieran encontrado.

—Estuve de viaje—le explicó, gritando desde el cuarto de baño mientras buscaba el botiquín de primeros auxilios—. Mi padre me llevó a unas playas impresionantes para surfear.

— ¿Y lograste llegar muy alto?

—Hasta casi tocar el cielo—bromeó. Ha Neul se mantenía sentada, en silencio y observando con atención cómo Rome le quitaba el calcetín y comenzaba a curarlo, impidiéndole hacerlo por sí mismo—.Eres capaz de abrirte las heridas, así que aleja tus manos.

—Tienes muy buen concepto de mí—suspiró. Rome no tardó en desinfectar y curar las heridas, y le dijo que mantuviera los pies en alto mientras la medicina hacía efecto. Trajo vasos y bebida—. Así que has aprovechado que no estaba, para ir a buscarte otra mejor amiga. Me sorprende que sea una chica.

— ¿Por qué?—preguntó Ha Neul al instante, interesada.

—Porque aquí nuestro amigo Yong Guk, es un poco zopenco cuando se trata de muchachas. Hay pocas con las que trate con normalidad. En realidad, fuera de la familia, creo que hay… ¿dos?

—Eso a ella no le interesa.—se acomodó, cambiando de tema al sentir que la vergüenza lo estaba llenando. Ha Neul lo miró molesta durante un par de minutos, antes de decidir que quizá tuviera razón y no, no le interesase eso sobre él.

—No debe verte como a una chica.—dijo de repente Rome, quien aún seguía buscándole una explicación al asunto. Ha Neul se puso en pie de un salto.

— ¿Por qué no? ¿Qué parte de mí no parece una chica?—exigió saber. Rome se echó a reír. Las mujeres solían encontrar su risa hipnotizante y atractiva. Ha Neul estaba demasiado interesada en saber por qué había dicho eso. Yong Guk sonrió sin darse cuenta.

—Tu cara lo parece, tu cuerpo también e incluso tu voz chillona, pero algo debe haber para que él pueda tratarte como a un colega más.

—Sé a la perfección que es una chica. —intervino, temiendo que Ha Neul pudiera tomarse el humor de su amigo a mal y se enfadase. Sin embargo, ella lo mandó callar.

— ¡No tengo voz chillona!

—Estás chillando…

—…¡No es verdad!—le sacó la lengua, enfadada, y Rome rió aún con más ganas. Ha Neul intentó mantener esa compostura un poco más, pero no pudo evitar que la risa del otro chico se le contagiase y echarse a reír con él. Yong Guk, sin darse cuenta, bajó los pies hasta tocar suelo. No le gustaba la estampa que estaba formándose allí, ¿por qué? En cierto modo, incluso se sentía desplazado. Justo en ese momento, su teléfono empezó a sonar. Fue una buena excusa para disimular haber bajado los pies tan de golpe.

—Disculpad—dijo atendiendo al instante al ver quién le llamaba—. Sí, sí… ¿ahora? Pero… vale, voy. Llego en media hora—y colgó. Se quedó observando el aparato unos instantes antes de levantar el rostro hacia ellos—. Tengo que irme.

— ¿Ha pasado algo?—preguntó Ha Neul. Yong Guk apretó con fuerza el teléfono.

—No ha sucedido nada. Sólo tengo que irme… lo siento. Te prometí que pasaría la tarde contigo.

—No, no pasa nada…—mentira, se le notaba en la cara que se sentía defraudada porque se marchase de repente sin cumplir su promesa.

—Podemos volver a quedar, te compensaré por las horas perdidas.

—No tienes por qué, en serio. Y vete, que te están esperando. —Ha Neul se debatía entre el enfado, y la preocupación. Yong Guk se puso los calcetines sucios y le palmeó con suavidad la cabeza, acción ante la cual la chica no supo reaccionar.

—No pasa nada, en serio, sólo tengo que ir a un sitio. Y te compensaré.

—…Esperaré tu llamada. —musitó la chica, avergonzada. Eso le hizo sonreír.

—Rome, creo que tengo que pedirte que cuides de ella y la acompañes hasta casa, o hasta donde te pida.

—Descuida, lo haré—tras despedirse, Yong Guk se fue. Al cerrarse la puerta y darse la vuelta, Rome se encontró con el rostro de disgusto de Ha Neul, quien era incapaz de esconder cómo se sentía o qué pensaba. Estaba sorprendido ante esa nueva amistad de su colega. Se acercó hasta ella sonriendo y apoyó una mano en su hombro. Casi antes de notar el contacto de la piel, Ha Neul se retiró—. Disculpa—suspiró—. Al verte he pensado que… en fin, nada.—negó con la cabeza.

— ¿En qué has pensado al verme?

—Nada, sólo creí que… este chico había cambiado en algo, pero veo que sigue igual. Acudiendo a su llamada al segundo.

— ¿Tú sabes quién ha llamado? Quiero decir… no…

—Quieres saberlo, pero no quieres cotillear, ¿cierto?—sonrió Rome, llenándole de nuevo el vaso con refresco e invitándola a sentarse. Por suerte tenía la casa ordenada, y de todos modos esa chica tan guapa y elegante desentonaba un poco con los muebles, cuidados mas viejos— No es ningún secreto. Sólo hay tres tipos de llamada a las que Yong Guk responda con tanta urgencia. Diría que ni las mías entran en la categoría. —bromeó.

— ¿Tres tipos?

—Las de la familia, las de su noona Min Jung y las de su novia.

El vaso resbaló de la mano de Ha Neul. Tal y como suponía, a esa chica le estaba comenzando a gustar Yong Guk. Era fácil darse cuenta. No sabía cuánto hacía que la conocía, pero había creado una interesante impresión en ella, y creyó que lo mejor sería que se enterase de cómo era la realidad antes de verlo por sus propios ojos, y sufrir el doble.

Dejó el cristal estallar contra el suelo. La chica tardó en reaccionar unos instantes. Observó su mano vacía, el suelo, y a él.

—Lo… siento… —dijo, aunque su cabeza estaba muy lejos de allí, intentando entender lo que Rome le había dicho. Se acercó hasta ella y la obligó a pasar esquivando los trozos de cristal.

—Déjame recoger esto, y te acompaño a casa.

Ha Neul obedeció. Al parecer Yong Guk la había marcado mucho más de lo que él mismo esperaba. Rome lo sintió por ella. Tan guapa, queriendo hacerse la adulta, y en realidad era tan joven e inocente. Al decirle lo de su amigo no quería hacerle daño, sólo evitárselo, pero no pudo evitar sentirse culpable.

—Yo también lo siento—murmuró mientras recogía los trozos de cristal—. Yo también lo siento…

4 respuestas a Look at me, capítulo 3

  1. viviana dijo:

    muy bueno…..

  2. ¿YongGuk con novia? Menudo palo. Y por como habéis puesto la escena de la llamada, me da la impresión de que no va a ser un amor precisamente. Espero equivocarme.
    Muy bien el fic, como siempre ^^

  3. Nuri dijo:

    me encaaaaantaaaa!!! está genial!

  4. Rox dijo:

    me ha gustado a esperar el proximo capitulo 😉

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