by @Jeannelok
Heechul, aquel que cuida de sus fans
Un par de días más tarde ella estaba del todo recuperada. Mientras habían grabado las partes del resto de personajes y ahora sólo quedaban las del suyo. Iba a ser un poco complicado de arreglar al emitir dos episodios por semana, lo cual la hacía sentirse horrible, no obstante el equipo parecía motivado y en ningún momento le echó nada en cara: todo lo contrario. La actitud de sus compañeros la animó a volver con fuerza, sin embargo toda ella se fue cuando se encontró frente a Heechul. Él la miró por encima del guión, sentado en una silla con el pie sobre esta y a su vez, el brazo apoyado en la rodilla. Pareció suspirar y volvió a posar los ojos encima del papel.
Ji Sang no se lo reprochaba. No era que le hubiese perdonado, se sentía resentida, dolida. Mas se daba cuenta de que no había actuado debidamente y quería hacerle entender que lo lamentaba. No deseaba aquello, las cosas en su mente ya estaban bastante mal, y si le perdía a él del todo… ¿qué haría? Incluso si él le había fallado, aún así…ella…quería seguir confiando. Confiando en aquella amistad que tantos buenos momentos le había dado y que ganaban con crecer a las lágrimas que había derramado.
Para acabar de empeorar la situación, la escena que debían grabar por la noche era una romántica. En aquellos momentos no le preocupaba tanto la reacción de las fans encolerizadas (aunque el temor seguía dentro de ella) como el hecho de no saber si podrían grabar la escena. Pero en ella iba todo…le había dado mil vueltas a su relación con Heechul, se había dado cuenta de que sufría demasiado separada de él, y que si tenía que pasarlo mal, tenía que ser a su lado. No sabía cómo hacerle entender, y también sabía que había herido al chico y que no querría escucharla. Por eso, en esa escena…sin palabras…tendría que decirle todo.
Más que nunca, su actuación iba a ponerse a prueba en pocas horas.
Heechul (cuando era hombre) era sensual, atrayente como una bestia salvaje que atrapa con su mirada y ya no deja escapar a su presa. Ciertamente, no es que su cuerpo fuera espectacular; posiblemente era demasiado delgado. Tenía unas manos que muchas mujeres envidiaban por la perfección de sus uñas, sin embargo eran largas, de delgados, aunque fuertes, dedos. El cabello oscuro le había crecido ligeramente desde que lo había conocido, no demasiado. Pero el flequillo de por sí ya era algo largo y ahora caía sobre su largas pestañas, dándole un aire misterioso. No sabía exactamente por qué, pero era realmente ATRACTIVO, lo cual no la ayudaba a concentrarse. Menos si en dicha escena, él llevaba la camisa abierta pegándose a su cuerpo empapado, que no podría secarse si seguían cayéndole gotas del cabello también húmedo. Le clavaba con fiereza aquellos grandes ojos que aturdían a cualquiera que se quedara mucho rato mirándolos, como si tuvieran alguna especie de hechizo mágico imparable.
Ji Sang intentó poner todos sus sentidos en la actuación, a pesar de la influencia que Heechul ejercía sobre ella. Nunca se había sentido tan presionada por él. Normalmente tenían facilidad para grabar porque se compenetraban bien, el mafioso sensiblero y la niña rica marimacho hacían buenas migas, igual que ellos… ¿qué pasaría a partir de entonces? Pero no debía distraerse…al fin y al cabo, tenía un propósito.
-¿¡Por qué no me dijiste nada!?-Heechul vociferó sus líneas. Parecía enfadado, furioso…preocupado, angustiado. Por un instante, le recordó cuando ella estuvo enferma y él le echó en cara el no haberse cuidado lo suficiente.
-Yo…-ella temía responder, sentía su alma romperse…pero no lloraba. Era fuerte…Algo que Ji Sang envidiaba de su personaje, sobre todo desde lo acontecido dos días atrás- Lo siento. No podía decírtelo, ¿qué hubieras podido hacer?
-¡No sé, maldita sea! Pero algo…¡¡algo se me hubiese ocurrido!!
-¡No eres más que un gánster que ayuda a la gente! ¡No sabes cuidar de ti mismo! ¿Qué te hace creer que podrás hacer algo por mí? ¡Ya soy mayorcita!
-Idiota-mientras se gritaban, él se había ido aproximando. Ella ya no podía echarse más hacia atrás. Chocó contra una pared y él la agarró del brazo. Las gotas de agua del cabello del muchacho cayeron sobre ella, salpicándola. En teoría, al enterarse de lo que ella había hecho, el chico salía corriendo de en medio de su ducha…ah…una manera de atrapar a las féminas que caían rendidas a sus pies-, idiota, idiota, idiota…-por alguna razón…aquello le resultaba ligeramente familiar.
-No me insultes.-logró articular. Por un momento, se distrajo y estuvo a punto de no decir sus líneas y aferrarse a él, abrazarle y disculparse.
-He estado tan preocupado…-sin embargo, era él el que debía hacerlo. La aproximó de un tirón hacia sí y la rodeó entre sus brazos. El olor a jabón penetró en sus orificios nasales, la extasió. Incluso si llevaban todo el día grabando y la escena de la ducha nunca había sucedido, ese olor permanecía en él. Ji Sang sintió que se convertiría en un perro si no dejaba de disfrutar de los aromas de Heechul- Yo…
-Tú…no lo digas.-con pesadumbre, se separó de él, empujándole suavemente. Alzó el rostro y le miró desafiante.
-No puedo contenerme ya…
-¡Es peligroso!
-¡Te quiero!-volvió a abrazarla. Esta vez ella debía forcejear con fuerza, pero no pudo soltarse. Tenía el rostro hundido en el pecho del chico…y le gustaba tanto esa sensación… ¿por qué? Debía centrarse en el guión…centrarse…y demostrarle que continuaba confiando en él…
-Quise que me odiaras-reaccionó finalmente, dejando caer ambos brazos, inmóviles, sobre su cuerpo-. Lo deseé con todas mis fuerzas. Esto no tenía que pasar. Lo siento.-y, finalmente, él la soltaba para agarrarle la barbilla con gentileza y hacerle elevar el rostro. Hacia esas hermosas facciones, que se acercaron a su propio rostro. Sintió aquellos apetecibles labios sobre sus ojos, y después sobre su mejilla, cerca de la oreja.
-No se puede odiar lo que se ama.-le susurró él al oído.
Ji Sang no era la primera vez que grababa una escena romántica ni mucho menos. En España incluso hizo un par de obras donde debía besar a su compañero, ¡una vez incluso a una compañera! Pero los besos en su rostro y las palabras en su oído le hicieron temblar más que el más sensual de los contactos y se sintió desnuda frente a la multitud. Sabía que algo no iba bien, algo en ella se estaba comportando de manera extraña…e intuía por qué.
Finalmente escuchó la orden del director para terminar la escena y su corazón volvió a latir a un ritmo normal. O así hubiera sido, si el muchacho la hubiera soltado, sin embargo lo que hizo fue seguir estrechándola en sus brazos unos segundos de más que los demás quizá no habían notado, pero ella sí. Cuando finalmente se separó de ella, Ji Sang sintió un vacío interior que llegaba a ser lacerante.
-¿Lo has disfrutado?-preguntó, juguetón, Heechul. Aquello la aturdió y lo observó abriendo los ojos todo lo que fue fatal.
-¿Cómo?
-Ah…donseng, algún día deberás reconocerlo…-y le revolvió el cabello cariñosamente, algo que llevaba varios días deseando que volviese a suceder. Se quedó inmóvil, mirando fijamente la sonrisa que adornaba la sonrisa de su hyung y tuvo que darse la vuelta cuando sintió que una ingrata visita llegaba a sus ojos.
-No digas tonterías…-consiguió articular secándose las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos, sin volverse siquiera. Tampoco él insistió para que lo hiciera, y le palmeó el hombro antes de dejar que lo taparan con su chaqueta y dirigirse a la caravana, rodeada por curiosos y fans (lo más que dejaban los guardias). Fue al verlos que toda la ilusión que la muchacha estaba sintiendo en aquellos momentos porque parecía ser que Heechul la había entendido y él también quería recuperar lo que tenían, desapareció tal y como había llegado. Sintió que le echaban ropa también por encima, ya que el aire era frío y sintió las miradas de odio cernirse sobre ella y seguirla hacia donde, de momento, sería su escondrijo.
-¿¡Estás bien!?-preguntó su mánager, dejándose de caer de rodillas al lado del sofá donde descansaba.
No, claro que no estaba bien. Estaba furiosa, realmente furiosa. De acuerdo, el miedo seguía allí haciéndole temblar como una hoja colgando débilmente del árbol en pleno otoño. Sin embargo, ese temor quedaba ofuscado por algo todavía más fuerte.
Había soportado demasiado. Desde la escena que grabaron donde su relación parecía vuelto a ser la de siempre, habían comenzado los “ataques”. Con tal de proteger su amistad, ella había callado, soportando las tonterías que esas niñatas hacían. La próxima vez no se contendría, y si tenía que estirar de los pelos a alguna chica chillona con las hormonas alteradas, se olvidaría de quién era y de que quizá, se enteraría todo el país (podía imaginar que eso era una buena manera de darse publicidad). Y es que hasta la paciencia de un santo se termina algún día, y se daba cuenta de que si no las enfrentaba la cosa podría acabar muy mal (¿o sería peor enfrentándolas? Ya no estaba segura de nada…).
Notó los dedos de su mánager tocar su rostro con cuidado, lo cual no evitó que sintiera aquella punzada de dolor. Le apartó la mano con suavidad.
-Con un poco de maquillaje se podrá disimular el golpe…
-¡No es eso! Por el amor de… ¿quién te ha hecho esto? ¡Vamos a denunciar!
-¡No! No puedo hacer eso. Por favor, me gustaría tomarme un día de fiesta. Mañana. Hoy aún puedo grabar alguna escena: que me maquillen y no le digan nada a nadie.
-¡¡Acaban de golpearte en plena calle!! Deberíamos visitar un médico al menos…
-¡Luego! ¡Necesito grabar si quiero acabar con esto!-gruñó, comenzando a perder los papeles. Era la única forma que tenía. Ellas estarían allí para ver a su oppa actuar, y obviamente ella aprovecharía dicho momento para quedar con ellas y así poder hablar al día siguiente. No entonces, cuando tenía los nervios a flor de piel y podía devolver los golpes recibidos multiplicados incluso.
Tal y como había predicho, las chicas se encontraban en el lugar con sus carteles y sus cámaras. Chasqueó la lengua, entre contenta y molesta. Al menos algún día podrían quedarse en casa tranquilas y estudiando para sus exámenes. Intentó no distraerse con aquello durante la grabación, bastante tenía con actuar debidamente y lograr que nadie notase el morado y la inflación en su rostro. Pareció conseguirlo y cuando acabaron de grabar y como siempre, agradecieron, esperó a que las muchachas comenzaran a retirarse para perseguirlas, con el corazón latiéndole tan deprisa que sus oídos dolían.
Oh, estaba aterrada.
Las piernas cada vez le pesaban más y su respiración era agitada…
Pero…Tenía que ser…fuerte. La peor parte sería al día siguiente, al fin y al cabo.
-¡¡Hey!!-las llamó, atrayendo su atención. Iba medianamente disfrazada, tanto para esquivar a los miembros del rodaje para seguirlas, como porque había decidido llamarlas en medio de la multitud- ¿Me reconocéis?
-Obviamente-respondió la que parecía mandar sobre ellas. La recordaba de la anterior vez también-, ¿no has tenido suficiente? Tranquila, hay más por venir…
-¡Ja! No me hagas reír, pequeñaja. Ahora no tengo tiempo, y dudo que quieras hacerme nada ahora-añadió cuando la otra chica se puso a la defensiva, con ganas seguramente de destrozarla por llamarla “pequeñaja”-. Así que quedamos mañana en la plaza de aquí detrás, después de las clases.
-¿Por qué crees que te haremos caso?
-Porque no queréis que Heechul se enfade.-al parecer, fue una buena manera de convencerlas.
Mierda. Llegaba la hora y seguía sin estar preparada. Restregó la palma de las manos contra los pantalones, intentando secarse el sudor. El aire se atascaba en la garganta justo antes de entrar y sentía que todo comenzaba a dar vueltas.
“¡No! Maldita sea, ¡mantén la calma!” se ordenó a sí misma. Había tomado una decisión y debía mantenerla, costara lo que costase.
-¿Qué querías?-allí estaban, con sus trajes de colegialas que tan puras e inocentes podían hacerlas ver ante ojos ajenos. Incluso Ji Sang estuvo a punto de creerse su fachada, sorprendida de que aquellas muchachas tan jóvenes contuvieran tanto odio en su interior.
-Vosotras…-murmuró. No, no tenía que hablar en voz baja, ¡tenían que escucharla!- Malditas zorras asquerosas, con cerebro de mosquito… ¡no! No hay que alagaros, pobres mosquitos-comenzó a despotricar en castellano, ya que tenía que hablar en voz alta, pero no estaba obligada a hacerlo en coreano. Se levantó de la fuente donde se había sentado y no le importó que todas las miradas se dirigieran hacia ella, incluso si se dio cuenta de que algunas personas comenzaban a reconocerla. En vez de acobardarla, aquello le dio fuerza, pues lo que escuchaba eran palabras de admiración y se sintió bien- ¿¡Estáis celosas porque hago bien mi trabajo!? ¡Eso aún podría soportarlo! Pero… ¿por la relación con Heechul? ¡Por favor! Sí, sí, ¡cierto! Somos buenos amigos, ¡más que buenos! Lo reconoceré por primera vez, ¡le quiero! ¿¡Y qué!? ¿Os hace sentir mejor saberlo y herirme así?-ahora intercalaba palabras en ambos idiomas, aunque las más importantes prefirió que ellas no las entendieran. Se acercó a la líder y la golpeó en la frente varias veces con un dedo- ¿¡Sois personas, estúpidas!? ¿O simples marionetas que se dejan manejar por compañías que preparar inalcanzables hombres perfectos? Oh…-y ahora en coreano- Me dais tanta lástima…
-¿¡Quién te da lástima!?-apartando de un manotazo el dedo que seguía tocando su frente, la adolescente se encaró con ella. Ji Sang ya no tenía miedo. YA NO. Eran niñas. Chiquillas que se dejaban manipular por lo que los adultos querían, y en aquel caso era que fueran fan acérrimas de jóvenes cantantes, bailarines, actores…lo que estuviera de moda. Le resultó tan triste…
Ella también era fan de Heechul, como lo era de tantos otros, pero jamás se comportaría así. No quería que nadie sintiera lástima por ella, como se encontraba sintiendo por aquellas niñas.
-Vosotras, ¿realmente conseguís algo golpeándome? ¿Os sentís mejor? Es tan triste…
-Tú…-de repente, se escucharon unos aplausos y la gente dejó paso a alguien, comenzando a rugir histérica cuando se percataron de quién era. Heechul no se ocultaba, caminaba despacio hacia ellas aplaudiendo con una sonrisa en el rostro.
– Fantástico…magnífico. No podía esperar menos de mi donseng.
-Hyung…-musitó ella, sorprendida.
-Pidiendo un día de fiesta, después de desaparecer de repente ayer, teniendo el rostro de aquella manera… ¿por quién me has tomado? Tonta-dijo, remarcando la primera vocal de la última palabra. Después se volvió hacia las otras chicas-. Vosotras… ¿sois mis fans?
-¡¡Claro que sí, oppa!!-el cambio fue brutal. Ya no eran pequeñas bestias sedientas de sangre. Realmente parecían dulces colegialas. Y Ji Sang sintió que todo se detenía a su alrededor, porque el rostro del chico por un instante le hizo creer que iba a golpearlas.
-Entonces… ¿os haríais daño entre vosotras por mí?
-¡No! Nosotras somos amigas…
-Está bien, entonces… ¿por qué golpeáis a otra fan?-se acercó hasta ella y rodeó sus hombros con un brazo. Ji Sang estuvo a punto de pisarle el pie con fuerza por aquello: sólo conseguiría enfadarlas más- Da igual qué fan sea, o qué haya hecho yo con ella. Y, sobre todo, es peor si es alguien a quien aprecio, si es mi amiga… ¿y si fuera mi novia? No puedo perdonar a quien daña a otros, pero perseguiré hasta el infierno a quien daña a mis seres queridos, incluidos mis fans. No puedo soportar que os hagáis daño, sobre todo si creéis que lo hacéis en mi nombre, ¡eso sólo consigue ponerme triste!-apretó más el brazo que la rodeaba- ¿Podéis entender eso? Cada vez que hacéis daño por mí…me lo hacéis a mí. Y a vosotras mismas…-Heechul realmente podía ser maduro. Detrás de aquella máscara de perfección, de dios más que de humano, se escondía un chico con grandes sentimientos, incluso si la gente creía que sólo se preocupaba por sí mismo.
Las fans escuchaban extasiadas sus palabras y asentían emocionadas con la cabeza. Pero Ji Sang no podía dejar las cosas así, no podía permitir que sólo porque él lo dijera reaccionaran, debían darse cuenta por sí mismas. O, al menos, no hacer una cosa u otra sólo porque su ídolo lo marcaba.
-Leí los comentarios-musitó, ya totalmente en coreano-. Vosotras…realmente me odiáis, ¡pero no entiendo por qué! No me conocéis. Ante mí, sólo habéis sacado vuestro lado más monstruoso. Intento convencerme de que existe otro-entrecerró los ojos-. Sé que sois buenas chicas, sólo que…-algo manipuladas- A partir de ahora, mirad mi actuación, que es lo importante. Y la próxima vez que me golpeéis-separándose de Heechul, alzó un puño que quedó flotando a pocos centímetros de la líder de las fans-, voy a defenderme. Incluso si tengo tanto miedo que podría mearme encima-en aquellos momentos no se iba a dar el lujo de ser recatada-, voy a defenderme.-y volvió a colocarse el brazo del chico por sobre su hombro.
-Tienes los humos demasiado subidos.-ella sonrió con suficiencia.
-Está bien si los tengo. Al fin y al cabo, soy una fan con privilegios. Él me dará una foto un autógrafo o una foto si se la pido…porque me aprecia. Tanto como os aprecia a vosotras.
-De momento.
-No les des pie a imaginar cosas extrañas.-desde que había llegado él, la multitud no existía en su mente, y las fans comenzaban a no hacerlo tampoco, incluso si ahora sabía que se debatían entre el volver a golpearla o intentar detener para siempre aquellos impulsos. Le sacó la lengua al chico y sonrió, sintiendo que quizá no todo estaba ganado…pero que había mejorado, pues se sentía más segura, había recuperado su amistad más importante…y se había dado cuenta de lo que realmente sentía por su hyung.
madre!! por fin!!!!!! me encanto!!! espero el siguiente capi con ansias!!
Ainssss no tardaré tanto, seguro! Mil perdones!