“비밀” Bimil – secreto. Capítulo nº 26 (penúltimo)

por Nuna y @Jeannelok

So Yeon ya podía levantarse, aunque no le dejaban salir más allá del pasillo. Pero le gustaba mantenerse de pie, paseando por la habitación. Le daba vergüenza admitir la razón de aquello, ya que resultaba prácticamente un fetichismo. Pero es que residía allí dentro el aroma del Jinete, de Thunder… se había dejado allí, deliberadamente, una chaqueta, a la cual ella se abrazaba tímidamente cuando sabía que nadie la miraba.

Había sido antes de partir a la misión. Seungho se lo había comunicado antes de irse a ultimar detalles, alegando que ella se merecía tener aquella información aunque si su superior se enteraba, podría tener malas consecuencias. Cuando su mejor amigo la había dejado, con el corazón roto y lleno de preocupaciones y temores, sabiendo que por mucho que le suplicase iría a pelear y quizá… quizá perdería la vida… llegó Thunder.

Llevaba el cabello oscuro engominado y echado hacia atrás. Posiblemente acababa de ducharse después del entrenamiento, pues estaba bastante bien acicalado.

-Supongo que ya lo sabes, pero esta será nuestra última noche antes de la divertidísima batalla.-su irónico humor negro no le gustaba para nada, no obstante sonrío sin percatarse de que lo hacía al verle.

-Os vais, y me dejáis. Seungho y tú… no sé a cual odiar más por ello.

-Él es tu amigo de la infancia.

-Y tú el hombre al que amo.

Le había cortado el rollo, pero no le importaba. El chico bajó la cabeza y decidió sentarse en la silla que había al lado de su cama. Dejó la chaqueta que llevaba colgada en el respaldo.

-Mañana estaremos muy ocupados. Posiblemente no podamos venir a verte.-musitó, sin atreverse a mirarla nuevamente. Sabía que de todos, seguramente ella sería la que más estaría sufriendo. 

-No quiero que vayáis.

-Lo sé. Igual que tú sabes que tenemos que hacerlo, So Yeon. No hay posibilidad de echarse atrás, y aunque la hubiese sabes que ni Seungho ni yo la veríamos viable. Desde el momento en que nos convertimos en lo que somos, sabíamos que arriesgaríamos nuestra vida cada segundo. Solo hay una cosa de la que estoy seguro que ambos nos hemos arrepentido en todo este tiempo.

-¿De qué?-preguntó cruelmente, porque sabía a ciencia cierta de qué se trataba.

-Que te vieras involucrada en todo esto. Eso es algo que ninguno de los dos se perdonará nunca.-«pues demostrádmelo, concededme el único favor que os pido…» quiso decir ella en respuesta, sin embargo prefirió callarse. No tenía sentido.

Miró el cuarto que los rodeaba. Oscuro, sin ventanas, con aquella única cama y decoración sobria. Prácticamente la ponía más enferma estar allí encerrada, que el secuestro.

Secuestro… llegados a aquel punto, pensar en eso le parecía hasta una ridícula pesadilla.

-Tenéis que volver. Eso es lo que os pido. Volver vivos. Vosotros dos, todos… Soo Min y Sun Nyu… les debo mi vida y todavía no he podido agradecérselo debidamente.

-Ellas saben que estás agradecida, So Yeon. No te preocupes por eso.

-Pero quiero decírselo. Asegúrate de que volvéis, todos. Por favor.

-Me pides imposibles. Pero haré todo lo que esté en mi mano. De todos modos, no te preocupes. Seungho no permitirá que nada le suceda a Soo Min, ni Mir a Sun Nyu, y viceversa.

-¡¿Y de ti, quién se preocupa?!-el chico alzó la cabeza, sonriendo con tristeza.

-¿G.O.? ¿Sabes? Le he tocado mucho las narices porque nos besamos sin querer. Todavía quiere hacerme pagar por eso, ya que el segundo lo provoqué queriendo.

-… ¿Has besado a G.O.?-de repente, todo le pareció secundario y hasta se le escapó una pequeña y corta carcajada. Estaba agotada, aunque no quería admitirlo pues quería disfrutar de la presencia del chico todo lo que fuera posible.

Él se encogió de hombros, feliz de verla sonreír.

-Me provocó, ¿sabías que es realmente infantil?

-Me lo imaginé desde la primera vez que lo vi, no sé por qué. Lo que me sorprende saber es que de ti, del misterioso, atractivo, Jinete, jamás me imaginé que podías tener un lado tan tierno y divertido. El lado capull* sí que era fácil de prever.

-Puff… qué triste que ese sea mi último be…-al darse cuenta de lo que estaba a punto de decir, detuvo sus palabras. No era justo, no podía decirle aquello a So Yeon y quedarse tan tranquilo. Mas ya era demasiado tarde, y ella sabía perfectamente lo que él estaba a punto de decir.

-¿Puedo besarte? Ese favor… ese puedes cumplirlo, ¿verdad? También por ti mismo. Aunque sea mío… ¿no es agradable partir a batallar con el recuerdo de los labios de una dama en los tuyos?

-Eso ha sonado muy poético, ¿quién te ha estado pasando Arlequines?-ella se sonrojó, sin dejar de sonreír. Le gustaba aquella relación, el lazo que se estaba formando entre ambos, diferente al que tenían antes porque ahora, ahora hablaban.

-Sé que no me quieres, no te pediré que lo hagas. Pero puedes hacer eso.

Thunder se levantó y se sentó al lado de la cama de ella.

-Puedo hacerlo, y lo voy a hacer.

Pasó su mano por la nuca de la chica, y se inclinó hacia ella. Sus narices fueron lo primero en encontrarse. Sus labios, suavemente, se rozaron.

Era gracioso, pues hasta entonces sus besos solo habían contenido pasión y eran salvajes, desesperados, necesitados.

Sus rostros se pegaron, se movieron, se acomodaron. Se separaron sus bocas y volvieron a encontrarse.

Thunder notó las lágrimas empaparle, y se dio cuenta de que no eran solo de So Yeon.
Él también estaba llorando. 

Quizá… ¿quién sabía… si realmente, esos labios serían el sabor que se llevaría a la tumba?

***

Habían llegado. La voz corrió rápido y pronto se colocaron en sus posiciones. Si hubiera sido por él, todavía se quedaría persiguiendo e investigando a esos dos tipejos que para él, no eran nada más que traidores. No obstante, eso ya no importaba. Debía ir y enfrentarse a sus enemigos, vencer, terminar con la dichosa profecía y volver a su vida normal.

Se asomó por una de las ventanas, y al primero que divisó fue al líder, al amigo de la chica humana que habían capturado. A su lado estaba una de las que la habían soltado, y que él sabía por las descripciones, era la candidata más fuerte para tratarse de la chica de la leyenda. Sonrió.

Ya sabía quién iba a ser su objetivo esa noche. 

Se acercó a la pared y arrancó un arma de ésta. No debía acercarse más de lo debido a la gumiho, o acabaría achicharrado. Sus enemigos comenzaban a infiltrarse, algunos inmortales salían a batallar, sin embargo terminaban con ellos rápidamente, lo cual le sorprendió… ¿cómo podían unos simples humanos…? No. No era solo humanos. Velocidad, fuerza… algo había cambiado, crecido en ellos. Aquellos mamones seguramente… sonrió. Eran endemoniadamente astutos. 

Asomándose por la ventana, apuntó y disparó. La bala penetró la piel con fuerza y rabia donde el chaleco de policía no protegía, y escuchó un alarido de dolor por parte de la chica.

Todavía no habían comenzado, y cuando quiso darse cuenta a su lado la rodilla de Soo Min estaba hincada en el suelo y la chica se sujetaba con gesto de dolor y lágrimas en los ojos la bala que atravesaba su hombro, justo donde las protecciones de llegaban. Seungho sabía que no podía perder la compostura, así que simplemente se colocó frente a ella y apuntó a la ventana desde donde habían disparado. Vio un rostro reírse y escabullirse en el interior. Seungho se prometió que patearía aquel maldito rostro, porque algo le decía que pertenecía al mismo que había secuestrado a So Yeon en su fiesta de cumpleaños.

La pelea iba a tener lugar bajo tierra, y prácticamente estaba ya todo el mundo dentro.

-No puedo curarme, maldita sea.-gruñó ella. Seguramente se debía a que tenía el proyectil dentro de la carne y eso impedía que utilizase sus poderes para reparar la piel dañada. La escuchó farfullar entre dientes y se imaginó cuánto debía dolerle, al fin y al cabo era además la primera vez que le disparaban. Solo tenía dos opciones, y no quería dejarla con el brazo así porque si seguía sangrando no sabía qué podría ocurrirle.

-Soo Min, podemos hacer algo… pero dolerá.-se agachó a su lado, indicando a los demás que entrasen y ellos no tardarían en seguirlos. Se encontró con la mirada de Mastermind, quien iba al final de todo, y con un gesto de cabeza se indicaron que todo estaba correcto.

Se perdieron en el interior, y Seungho obligó a la chica a tumbarse sobre el suelo.

-En cuanto acabe, cúrate. Por lo que veo la herida no es profunda, sin embargo no podemos dejarla así o irá a peor, y te necesitamos en esto, por mucho que prefiera que te largues.

-Todo va a…ir bien…-musitó ella. Seungho cogió su navaja y le colocó la vaina en la boca.

-Aprieta. Y cuando te diga, usa tu poder, gumiho.-le acarició el rostro, disculpándose por lo que iba a hacer, y penetró la piel con la navaja. Ella se arqueó y apretó los músculos, intentando no moverse más de lo necesario pero sin facilitarle la tarea. Finalmente encontró la bala y esta cayó al suelo en silencio, a la vez que él le indicaba que ya podía emplear sus poderes.

Estaba tan centrado en ella, que no se percató de un cuerpo que se acercaba velozmente hasta él hasta que fue demasiado tarde. Cuando se volteó para atacar, lo que recibió el enemigo no fue un disparo de arma humana, sino luz. Luz cálida que acarició la espalda de Seungho y le hizo sentir mejor, mientras que achicharraba a su enemigo.

-Seungho-la voz de Soo Min sonó a su espalda, y cuando se volvió la chica jadeaba, pero ya no sangraba-, ¿es normal empezar la aventura así de emocionante?

-Esta es la parte más suave-sonrió él. Sujetó un arma en cada mano y las preparó-. Vamos, nos esperan para el baile.

***

Ella no quería estar allí. Tenía el corazón dividido, porque su corazón estaba con su hijo, pero a su vez sabía que debía presentar batalla. No era por quedar bien: no debía nada a nadie. Sin embargo, esa guerra era para salvar a las de su raza, ¿cómo podía dejar que otros, inclusive su marido, participaran en ella y quedarse de brazos cruzados? 

Pero estaba aterrorizada. Le daba igual lo que le sucediera…mentira, mentira… no quería morir, no podía hacerlo. No podía dejar a No Min Woo, y mucho menos a su pequeño… ¿por qué debían estar allí?

Su hijo les esperaba.

Shin Min Ah no tenía miedo de la muerte, pero le aterrorizaba hacer sufrir a sus dos hombres. Quería llorar de rabia.

¿Por qué tenía que sufrir aquella guerra? ¿Por qué los Inmortales no podían ser buenos, divertidos y afables como su marido, y dejar a las gumihos en paz, vivir en armonía?

Llevaba tantos años…siglos luchando… y llegados a ese punto, todavía no podía entender qué sentido encontraban en sufrir y hacer sufrir.

Solo quería vivir tranquila. Quería ver a su pequeño crecer, besar a su marido cada mañana, sonreírle a la vida…

Delante de ella, otro cuerpo cayó, inerte. Era un neutral. Allí comenzarían a separarse, pues el camino era estrecho y las chicas no podían brillar sin evitar herir también a los inmortales que estaban de su bando.

Se volvió hacia Min Woo. Su Min Woo de rostro hermoso y perfecto, de mirada cristalina y sincera, de labios esculpidos por ángeles, de piel suave y tersa y manos grandes, adaptadas perfectamente a su propio cuerpo.

Se lanzó sobre él. Un abrazo corto pero intenso, rápido como un rayo. No había tiempo para sentimentalismos, sin embargo necesitaba hacerlo, sentirlo, antes de dividirse y desaparecer cada uno por un túnel.

-Te quiero.-le dijo, con más sinceridad, fuerza y necesidad que nunca.

-Te quiero, te adoro y te necesito. Así que te veo luego.-dijo él, sin dejar de sonreír, antes de darle la espalda y dirigir a su grupo hacia la lucha.

***

Aquello era un puñetero CAOS.

G.O. había intervenido en bastantes operaciones, pero ninguna que se le pareciera a esta. Más que un asalto ordenado como habían hecho en operaciones anteriores, aquello era una cosa más tipo Braveheart o El Señor de los Anillos. Mata o muere, sin ventajas, sin “arriba las manos o disparo”, sin “alto, quedas detenido”… Aquello era una lucha a muerte y sin tregua.

El equipo no lo estaba haciendo nada mal en comparación con la primera vez, e incluso podía ver de vez en cuando los resplandores y posteriores gritos que venían del otro lado del pasillo, por lo que suponía que las chicas también estaban haciendo su parte.

Pero es que ellos eran demasiados… demasiados.

Habrían tenido más posibilidades si hubieran ido en un grupo aún más mayor, cosa que era del todo imposible. No lo estaban haciendo mal, pero al mirar a su alrededor, G.O. tuvo la completa seguridad de que no lograrían regresar con el equipo completo. Podían ganar, pero el nivel de crueldad y el tipo de lucha que estaban llevando a cabo, no era de los que un pequeño fallo pudiera acarrear una herida o un tiro en algún lado… allí un fallo era la muerte.

Algunos de ellos eran mucho más fuertes que otros… hacía apenas un momento había estado luchando contra uno y había tenido suerte de que Min Woo interviniera y se lo quitara de encima, porque lo estaba pasando realmente mal. En cuanto el inmortal amigo había entrado en acción, varios de ellos se lanzaron sobre él emitiendo gritos de odio… estaba claro quiénes eran sus antiguos amigos. Armaggedon fue en su ayuda. De todos ellos era el que había desarrollado más fuerza tras el cambio, y le habían asignado la misión de luchar contra los más fuertes si es que lograban identificarlos. Como Mastermind y Min Woo habían pensado, los antiguos se lanzaron rápidamente contra éste último en cuanto lo vieron.

Se empleó a fondo con el tipo al que le estaba intentando partir la cara. Le había desarmado de una patada cuando vio que apuntaba a Thunder, desviando su disparo, y ahora quería hacerle pagar la herida que su amigo tenía en la pierna. El maldito cabr*n le había disparado por la espalda. Se lo iba a hacer pagar al muy hijo de p**a.

Thunder se retorcía en el suelo de dolor, pero aún tuvo tiempo de barrer con una patada a otro de los tipos y tirarlo al suelo para clavarle su cuchillo antes de que otro de ellos le cayera a patadas.

G.O. siguió dándole rápidos puñetazos al que tenía delante mientras miraba de reojo lo que sucedía con su compañero. Nadie podía ayudarle, todos los demás también estaban dando o recibiendo golpes por todas partes.

Se hartó de jugar con el tipo. Le dio la vuelta, lo inmovilizó pasándole el brazo por el cuello, y soportó sus codazos mientras sacaba la pequeña pistola que llevaba a la espalda y le descerrajaba un tiro a la altura del hígado. El tío cayó pesadamente, y G.O. no se lo pensó dos veces antes de saltar sobre el que pateaba a Thunder. Le dió una patada y cuando terminó de rodar por el suelo, le disparó en la frente. Al darse la vuelta para mirar a Thunder, recibió un puñetazo venido de no sabía dónde que lo lanzó al otro extremo de la habitación. Sintió el golpe acompañado de un dolor agudo. Cuando se fue a dar cuenta, tenía el hombro dislocado. Y otro tío se acercaba a Thunder, que seguía tirado en el suelo.

Cambió el arma de mano y apuntó. Dos disparos. Dos blancos. El que le había pegado y el que iba a por su amigo. Miró alrededor y vio a los demás luchando. Thunder era el que más ayuda necesitaba. Mientras se acercaba a él, buscó con la vista a Mastermind. Tenía el arma desenfundada, esperando para disparar al tío que peleaba con Seung Min. Difícil acertar…

De un par de saltos, se acercó a Thunder. Estaba vivo y consciente, pero muy dolorido. Sangraba por el labio partido y se agarraba el tórax con gesto de dolor. Probablemente tenía alguna costilla rota. Se miró el hombro y realizó rápidamente la maniobra que había aprendido para recolocarlo. Dolía como un demonio… pero en cuanto lo tuvo en su sitio dejó de molestar.

– Esto va a dolerte – le dijo, mientras lo agarraba por debajo de los hombros y lo arrastraba hasta un rincón de la sala -. Toma -, le dijo, dándole su arma y un par de cargadores´-. Fríe a cualquiera que se te acerque. ¿Podrás hacerlo?

Thunder asintió.

– Yo te cubro – añadió, justo antes de darse la vuelta y agarrar en el aire a un tipo que se disponía a saltar sobre Seungho.

Siguió peleando mientras echaba ligeros vistazos al rincón donde seguía su amigo. Thunder había resbalado hasta quedar tumbado e inconsciente en el suelo… Rezó para que le dieran por muerto. Qué diablos, rezó para que no lo estuviera.

***

Min Ah dirigía a las gumihos. Tenían que alejarse bastante de sus compañeros inmortales o con sangre inmortal antes de utilizar sus poderes. Uno de los grupos, liderado por su marido, era el de los inmortales y humanos neutrales, otro el de los agentes convertidos en inmortales y ellas el otro. A Soo Min y Sun Nyu habían decidido dejarlas solas, porque podían apoyarse la una en la otra y eran las gumihos más poderosas que tenían. No le hacía mucha gracia la idea, pues eran las menos entrenadas en el campo de la batalla, sin embargo habían sido lo suficientemente capaces para traer de vuelta a aquella humana así que… debía tener fe.

Miró de reojo a dos de sus gumihos, las mismas que habían rescatado de los inmortales. Los demás no vieron convenientes llevarlas, no se fiaban, sin embargo la mujer peleó hasta llevárselas pues serían dos poderes más a favor. 

Los inmortales comenzaron a aparecer. Se sintió como en los viejos tiempos, pero sin ningún Min Woo enamorándola entre todo aquel montón de tipos asquerosos que las miraban entre el odio y el deseo. 

Shin Min Ah dio la orden, y dos de sus gumihos se adelantaron, comenzando a brillar. Era mejor no atacar todas de golpe, reservando poder, pues no era ilimitado y unas tenían más que otras. Por eso se habían quedado todas juntas, y ella misma se reservaba para el final, ya que era la que más aguante poseía.

Estaban pasando por un pasillo más estrecho de lo que le hubiese gustado. Había puertas de las cuales podían salir inmortales de emboscada, así que se veían obligadas a abrirlas una por una preparadas para brillar y chamuscar al mínimo movimiento.

Escuchó un alarido de una de las suyas, y al volverse automáticamente brilló y la apartó del inmortal al cual acababa de matar. La gumiho tenía el hombro perforado y sangraba, pero le jadeó que estaba bien y comenzó a sanarse, al menos hasta hacer que dejase de sangrar.

-Eres fuerte.-la ánimo. La otra sonrió, y sin tiempo a descansar, continuaron avanzando. 

Shin Min Ah estaba distraída con el frente, mientras dejaba a las dos chicas que habían rescatado al final para que protegieran la retaguardia. Craso error, del que no se daría cuenta hasta mucho más tarde. Ellas querían ayudar, sin embargo tenían otros planes más personales en mente. Poco a poco, se alejaron del grupo, y corrieron hacia atrás. No estaban seguras de acertar, pero los chicos les habían explicado dónde estaba el cuarto que compartían cuando se quedaban allí.

El lugar era inmenso. Bajo tierra, lo habían ido agrandando a medida que llegaban otros inmortales. Era el lugar donde se encontraban, a veces vivían y otras no. Dependía de lo que les apeteciera hacer en cada momento. Pero desde luego, era su punto de encuentro y reunión.

-Es por aquí.-musitó una de las chicas. De momento no se habían encontrado con ningún enemigo, el pasillo donde se metieron parecía desierto también y esperaron que fuera de verdad. Utilizaban su poder para viajar lo suficientemente deprisa para que los inmortales no dieran con ellas, no obstante hacerlo consumía muchas fuerzas y temían no poder llegar a su destino antes de agotarlo.

-¡Allí, allí!-respondió al cabo de un rato la otra. Jadeaban. Pero estaban cerca. Ellos seguramente estarían allí, detrás de una de esas puertas. No podían equivocarse- Les huelo…-comenzó a llorar, aunque sin detenerse.

Le había añorado tanto… ambas lo habían hecho. Cuando ellas habían estado presas, los chicos las habían hecho sobrevivir a las vejaciones a las cuales las sometían. Y cuando ellos habían tenido que infiltrarse en ese lugar, ellas no habían podido hacer nada por ayudarles. Por eso tenían que sacarlos de ese sitio cuando antes y huir los cuatro juntos lo más lejos posible, a oro país, donde fuera pero que nadie pudiese darles alcance.

-¡¡Estáis aquí!!-como si las hubiesen olido también, la puerta se abrió justo cuando ellas llegaban. Se dejaron caer, sin fuerzas, rendidas, y ellos las agarraron.

-Nos quedamos aquí porque sabíamos que vendríais a buscarnos. Era peligroso pero… sabíamos que lo haríais.- dijo uno de los inmortales, acunándola entre sus brazos y besándole la cabeza.

-Venga, cariño-el otro ayudaba a la gumiho a sostenerse sobre sus piernas-, tenemos que salir de aquí, es pel…

-¿Peligroso?-fue algo automático. Movidos por resortes, los cuatros movieron sus cabezas hacia donde provenía la voz.

No podía ser. No así, sin darles tiempo ni al reencuentro. Debían estar distraídos peleando, y dejarlos a ellos cuatro huir. No querían molestar a nadie, simplemente ser libres y vivir, vivir…

Dos, tres, cuatro, cinco inmortales… no había piedad en sus rostros. Uno de ellos lo comentaba “él nos avisó de que no nos fiásemos de estos dos mequetrefes…”.

-Por favor, por favor, nosotros solo…

-Calla, zorra. No sé qué te hace creer que…-se agachó ante ella y la agarró del pelo. Su chico instantáneamente golpeó la mano de su igual y antes de poder darse cuenta, le habían atravesado el corazón.

-¡¡Noooooooooo!!-el grito de la gumiho fue profundo, doloroso, y corto.

Pronto, el suelo estuvo bañado en la sangre de los cuatro amantes, que no habían tenido de amarse…

***

Soo Min volvió a brillar, mientras cojeaba. Un inmortal la había herido en la pierna justo antes de achicharrarlo. Se habían percatado de que los inmortales optaban por atacarlas en grupo, pues sabían que eran poderosas brillando y podían acabar con ellos al mínimo despiste.

Llevaban rato haciéndolo, no obstante Soo Min no mostraba síntomas de agotamiento. Sentía sus fuerzas llenas, avanzaba sin temor y pronto se olvidó del dolor de su pierna. Quizá era la acción la que la mantenía tan activa, pero a diferencia, Sun Nyu se sentía cada vez más pesada. No dijo nada, no quería preocupar a Soo Min y se dedicaba a brillar cuando era más necesario y con la menor potencia posible. Se preguntó si las otras veces había gastado tanto su poder, que ahora se resentía.

Había momentos en que le costaba respirar, como si algo le estuviera apretando los pulmones. Al instante se recuperaba, brillaba y el peso caía de golpe sobre ella. 

Observó a Soo Min, caminando sin detenerse, segura de sí misma, brillando. La envidió en parte, pero sobre todo la admiró. Recordaba que cuando se habían conocido, la chica era tímida, temerosa. Había sido difícil acercarse a ella, solo Seungho le arrancaba alguna sonrisa. Y hasta hacía relativamente poco, no había recordado que ella también tenía poderes gumiho, descubriendo incluso que tenía una hermana de la cual no había sabido nada hasta entonces.

La vida que había vivido había estado llena de secretos. Sun Nyu pensó entonces, que ella misma había sido un secreto hasta conocer al equipo, ocultándose para protegerse. Pero las pérdidas la hacen a una avanzar, y cuando…

Alguien la tiró al suelo y se sentó sobre ella, retorciéndole un brazo. En un instante, se dio cuenta de que todo podría acabar allí. No quería rendirse, no le gustaba hacerlo. Y quería ver la sonrisa de Mir otra vez. Gritó con furia, y los destellos salieron de su cuerpo antes de que el inmortal la hiriese si quiera. Se quedó unos instantes en el suelo, obligándose a levantarse cuando se percató de que Soo Min la necesitaba.

No podía distraerse tan fácilmente. Aunque estuviera al límite de sus fuerzas, habían dejado que ambas fueran a pelear solas porque eran las que más poder tenían y podían ayudarse mutuamente.

La cabeza le daba vueltas. Los miembros le pesaban.

-¿Estás bien, Sun Nyu?-le preguntó Soo Min cuando acabaron con los tres inmortales que las acosaban y les dieron un segundo de respiro.

-Sí…-no. Quería vomitar, dormir… Nunca había estado tan agotada, ¿cuánto poder había utilizado? Pero Soo Min estaba tan rematadamente bien…- ¡Vuelven!- la alertó, obligándola a volverse. Ambas brillaron a la vez, y el pasillo en el cual se encontraban se bañó totalmente por la luz de las chicas. Más puertas se abrieron, y ellas repitieron la operación.
-Esto comienza a ser algo cansado…

-Oh… muy… cansado…-respondió, sin añadir nada más. Mejor no hablar y guardarse cada pequeño detalle de fuerza para terminar con los inmortales que les aparecían a cada segundo, ¿es que nunca se acababan?

***

Mastermind se sentía mucho más joven de lo que se había sentido en mucho tiempo. Corría y golpeaba más rápido y más fuerte de lo que recordaba haberlo hecho nunca. Sus golpes eran más certeros, y sus disparos no fallaban ni un blanco (en realidad, casi nunca lo habían hecho).

No sabía cuándo habían comenzado la misión, pero debía rondar la hora ya. El suelo estaba lleno de cadáveres, y sin embargo más y más inmortales salían. A pesar de su estado de super hombre, Mastermind era plenamente consciente del cansancio que estaban sufriendo todos, y la desazón de ver que seguían apareciendo enemigos. Seguramente iban llegando de diferentes lugares a parte de los que ya estaban allí dentro. Se preguntó si quedaba vivo alguno de los guardias que habían apostado en el exterior, o simplemente no habían podido detenerlos.

Un golpe en la rodilla le hizo caer al suelo. Al instante rodó por él, se levantó y propinó un codazo al inmortal. Éste refunfuñó, encajándose nuevamente la mandíbula.

-¿Estaba eso rico?-le preguntó, antes de abalanzarse sobre él y caer esta vez ambos al suelo. Sin piedad, Mastermind comenzó a golpearlo, descargando finalmente su arma en la cabeza del enemigo.

Uno menos. Solo quedan…muchos.

Desde el suelo sacó una navaja y cortó un par de tobillos, haciendo que su dueño cayese también. El inmortal eran grande como un armario, pero no le duró más que dos segundos. Le disparó.

Miró alrededor. Mir se estaba defendiendo decentemente contra uno de los enemigos, Seungho y Joon estaban ayudándose mutuamente para acabar con tres inmortales. El líder tenía una fea herida en el pecho, no obstante parecía no percatarse de ella, mientras que Joon tenía colgado, inutilizado y sangrando uno de los brazos. Los animó silenciosamente, sabía que sus chicos podían con aquellos tipejos sin mayores problemas.

Siguió peleando, y cuando quiso darse cuenta tenía a Seung Min a su espalda. No habían vuelto a hablar a solas desde la conversación donde el hombre quizá había hablado de más, pero no se arrepentía. Estaba orgulloso de ella más que de nadie. Daba puñetazos, patadas y disparaba sin descanso. Ahora mato al de mi derecha, ahora le reviento la cabeza al de en frente con una patada en el aire, ahora envío al tercero al otro lado de la sala.

La chica sudaba copiosamente y parecía cansada, pero al menos no se le apreciaba ninguna herida especialmente profunda o preocupante. Mastermind dio gracias por ello.

La perdió de vista nuevamente para encararse a un nuevo enemigo, y entonces escuchó el grito de Joon llamando a Seung Min. Mastermind se dio la vuelta, justo a tiempo para ver al inmortal que se abalanzaba sobre ella por la espalda.

Los demás estaban ocupados con otros inmortales, inclusive Joon y no podían ayudarla. Y ella tenía dos inmortales de frente, le sería imposible esquivar el golpe. Sin pensar antes de hacerlo, los pies de Mastermind dieron dos zancadas gigantes hasta colocarse entre el brazo del inmortal y Seung Min.

Notó algo atravesarle el pecho. Perdió la noción de lugar o tiempo. Solo fue capaz de pensar, antes de que el inmortal extrajera el brazo y caer desplomado al suelo, en que Seung Min estaba, de momento, a salvo.

Seung Min lo sintió caer, y cuando se deshizo de los dos inmortales directamente acabó con el que tenía a su espalda. Había escuchado a Mastermind caer con todo su peso sobre el suelo, pero en ningún momento esperó encontrarse lo que vio cuando pudo agacharse junto a él.

Le dio la vuelta hasta ponerlo bocarriba, y sintió que le faltaba el aire cuando vio al hombre prácticamente abierto. Se volvió hacia el inmortal que acababa de matar y se dio cuenta de que tenía el brazo ensangrentado hasta el codo y algo entre sus manos. No se fijó en qué era, y su mente borró la idea antes de ni siquiera pensarla.

No, no podía ser. No podía. Mastermind no podía… aunque eso fuera algún órgano… no podía… era Mastermind…

-Eh, jefe… oye… no es hora de… ¿quieres descansar? Está bien, pero dime algo…-alguien dijo su nombre, pero ella no alcanzo a saber quién era. Golpeó los hombros de Mastermind, intentando devolverlo a la realidad, despertarlo.

-¡¡Seung Min!!-era Joon. Joon estaba alejando a los inmortales que iban a por ella.

-Joon…- Seung Min siempre era la dura. No dudaba, no temía, no se rendía…pero de repente había perdido las fuerzas.

Para mí ha sido realmente como una hija. La mejor hija que un padre hubiera podido desear…

-¡¡No puedes morir, no puedes abandonarme, no…!!-quería seguir chillándole. Era totalmente imposible que aquello fuese real. Debía tratarse de una maldita pesadilla, ¿cuándo iba a despertar?

Observó el rostro del hombre, ¿por qué parecía que sonriese? ¿Por qué la había protegido?

Como una hija…la mejor hija…

Él estaba orgulloso de Seung Min. De la chica que había entrenado desde que era pequeña y había crecido sabiendo pelear mejor que nadie, luchando contra las injusticias y sin perdonar a los malos. Mastermind le había enseñado el valor de no rendirse, de seguir adelante. La había apoyado y se había sincerado con ella justo cuando la muchacha más le había necesitado. Siempre había velado por ella, hasta el último instante.

No podía mancillar el orgullo que el hombre había mostrado por ella.

Se levantó y se limpió las lágrimas, manchándose el rostro con la sangre de Mastermind sin darse cuenta.

-Aparta, Joon. Ahora voy a pelear como nunca me has visto hacerlo, así que aprende.

***

– ¡¡REPLIEGUE!! – gritó Seungho a pleno pulmón – ¡Hacia la salida, RÁPIDO!

Había estado observando el panorama y por fin había aceptado la idea de que estaban total y absolutamente desbordados. Era mejor intentar replegarse hacia una zona donde por lo menos no pudieran ser atacados por tantos a la vez, quizás uno de los pasillos estrechos por los que habían accedido junto a la entrada.

G.O. no se hizo esperar, cargó a Thunder sobre su espalda y rápidamente pasó a su lado mientras él disparaba hacia la puerta por donde no dejaban de llegar más. No Min Woo y Armaggedon también estaban cubriéndoles con los neutrales con los que se les había unido minutos antes. Seungho no sabía qué habría sido de ellos si los dos grupos no hubieran terminado juntos. Min Woo era una máquina de pelear…

– ¡No! – gritó Seung Min, que acumulaba una buena cantidad de enemigos anulados a su alrededor – ¡Yo me quedo!

 – ¿Estás loca? – le gritó también Joon -. ¡Nos vamos ya! ¡Todos!

Sin esperar respuesta, agarró a la chica del brazo y la arrastró con él.

– ¡No! ¡Mastermind! ¡No podemos dejarle aquí!

Seung Min se resistía como una loca. Joon no dudó que su estado mental no era el más adecuado en aquel momento, pues era de manual que no podían cargar con un cadáver en plena retirada. Mir se les unió y ayudó a Joon a arrastrar a la chica, que seguía debatiéndose como loca.

– Si no la sacamos de aquí pronto, vamos a morir todos – gritó Mir.

Min Woo se volvió y los miró.

– ¡Cúbrenos! – le gritó a Seungho, mientras corría hacia Mástermind, cargaba su cadáver a su espalda y salía corriendo con él -. Era mi amigo – dijo, cuando pasó corriendo junto a Seung Min, Joon y Mir.

Mientras se retiraban por el pasillo, Seungho y Armaggedon iban disparando a todo lo que asomaba la cabeza. La puntería del grandullón era inaudita, no desperdiciaba una sola bala, y Seungho agradeció tenerle con él en aquel momento.

Estaban a punto de acceder a las salas que habían recorrido al entrar, cuando el grupo de Min Ah apareció.

– Os hemos escuchado y hemos corrido hacia aquí – dijo ella.

– ¿Dónde están Soo Min y Sun Nyu? – preguntó Seung Min, con los ojos llenos de miedo.

– Vienen con nosotras, las encontramos. Algo le pasa a Sun Nyu.

Las chicas venían cerrando el grupo. Sun Nyu se apoyaba en Soo Min para poder caminar. Parecía exhausta y estaba muy pálida. Mir corrió hacia ella y la sostuvo.

– ¿Qué te ocurre?

– No… no creo que… esté bien…

 – ¡Ya vienen! – gritó uno de los neutrales tras asomarse al pasillo.

– Tenemos que retirarnos – dijo Seungho -. Joon, ve delante con los hombres de Min Woo y cubre la retirada. Armaggedón, conmigo a freír a tiros a todo lo que se acerque.

– Vamos a darles caña – rió Armaggedon, y empezó a disparar a los que comenzaban a llegar.

Eran demasiados…

– ¡No podemos brillar! – gritó Min Ah -. ¡Si estáis con nosotras NO PODEMOS!

– ¡Movámonos hacia la salida! – gritó Min Woo – ¡RÁPIDO!

Avanzaron lo más rápido que pudieron. Algunos de los recién llegados llevaban armas de precisión, pero la precisión de la puntería de Armaggedon era insuperable, y él y Seungho no tardaron en armonizar y distribuirse espacialmente a los enemigos que llegaban para ir batiéndolos y salvando cada metro que recorrían.

Pero seguían siendo demasiados…

Listado de capítulos.

14 respuestas a “비밀” Bimil – secreto. Capítulo nº 26 (penúltimo)

  1. JeSsiKa30 dijo:

    A ustedes les gusta hacernos sufrir en verdad, como dejan el capitulo asi y siendo el penultimo TT.TT, bueno de todos modos esperare por el ultimo.
    Pobres todos heridos, yo me ofresco como enfermera jajaja, los trataria con mucho amor XD
    Bueno como observacion, despues de que Seungho carga el cadaver de Mastemind, como que hubo un pequeño error de escritura en lugar de poner Armaggedon escribieron Mastermind, por un momento me confundi y pense que habia revivido pero despues comprendi jajaja.
    Bueno espero que tenga un final feliz con parejitas, aunque me dio pena el final de las dos parejas que rescataron pero que se puede hacer en una pelea no todos sobreviven, y espero que todos vivan jijiji.
    Bueno esperare por el ultimo capitulo XP

    • Nuna dijo:

      Iba a ser el último, pero se alargó y tuvimos que cortar, en serio esta vez NO estaba en nuestros planes haceros sufrir, otras veces sí, ejjeejejejee

  2. Sandy dijo:

    Ahh caramba…estoy sin palabras…q capitulo , digo senorcapitulo y eso q poco con las peleas y demas pero este estuvo de ataque..mil felicitaciones en serio…solo me qda una peticion q hacer….podrian dejar a TODOS vivos, qno muera nadie mas x fissss…quiero final feliz….saludo y feliz dia de los ninos y brujitas desde colombia..:)

  3. Alusiana dijo:

    woooowww… impresionante pelea^^… me dio penita por los que ya no están^^

  4. fullvcia dijo:

    Paso…¡¡¡me he cabreado!!…ya hablaremos el miércoles…¡¡¡mira que dejarnos así!!…paso..paso..no pienso decir nada más…

  5. ARI8 dijo:

    ¿Se puede saber por qué os habéis cargados a Mastermind? El tío era la caña y hala, las dos petardas siguen y él muere ¬¬

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