“거짓말” kojitmal – Mentira. Capítulo 1.

By @Jeanelok y Nuna.

Capítulo 1

Song Sun Rae adoraba su trabajo. Era emocionante formar parte de los entresijos de aquella industria, y mucho más cuando se hacía desde detrás de las cámaras. Ver cómo se planificaba, producía, y rodaba un drama, era incluso más maravilloso que verlo editado y montado para su emisión.

Las tomas falsas, las largas perchas llenas de ropa, las sesiones de maquillaje, el silencio sepulcral que reinaba cuando el director gritaba “¡acción!”… todo era excitante y mucho más divertido detrás de las cámaras.

Hasta hacía poco, se había dedicado a trabajar esporádicamente en una u otra producción, según consiguiera trabajo en ellas… su currículum no era malo, en realidad había estudiado dirección, pero la falta de experiencia hizo que tuviera que comenzar por el escalafón más bajo. No le preocupaba, era una buena manera de aprender.

Afortunadamente, Tree J la había contratado temporalmente, como personal eventual con posibilidad de contrato indefinido si lo hacía bien, y por el momento, aunque no fuera más que una especie de chica de los recados, “buena para todo”, como alguna vez le habían dicho, era una forma de meter cabeza y empezar con su carrera profesional. Daría lo mejor de sí misma para ser considerada e ir ascendiendo con su propio esfuerzo.

Pero aquello de ser parte de su staff… la intranquilizaba. La mayor parte del tiempo, él era jovial, distendido, bromista, algo narcisista… pero en otras ocasiones… Algo en su mirada profunda, y en aquellas sonrisas llenas de autosuficiencia cuando se encontraba inmerso en sus pensamientos, le hacía tener la loca idea de que sus ojos escondían muchos más secretos que los que pudiera tener un joven de 24 años… era una locura pensar esto, lo sabía, pero simplemente lo sentía así.

Aquel hombre la intranquilizaba y no sabía explicar por qué. Detrás de aquella apariencia de idol con buen rollo, había algo más. De eso estaba segura. Igual que estaba segura de que no quería averiguar qué era, por mucho que su curiosidad femenina se sintiera atraída por ese hecho.

La regla número uno que se había impuesto para la supervivencia en su profesión, era la de no acercarse demasiado a los volubles y caprichosos famosos, y él, aunque fuera cercano con las personas que le rodeaban, llevaba estampada una señal de “peligro” en todo su ser. Ya lo había visto otras veces, era algo que no trascendía al público, pero Sun Rae se dio cuenta de las señales. Él era de escarceos a corto plazo. A muy corto plazo. No tenía un tipo fijo, no seguía un patrón de conquista. Era capaz de adaptarse a cada una de las personas a quien quería acercarse, pero ya fuera por su profesión, o por voluntad propia, nada le duraba más de lo que tardaba en conseguir su pieza de caza. Y era un cazador formidable. Ni siquiera tenía que hacer esfuerzos. Una mirada, una sonrisa, y la chispa saltaba. Además, Sun Rae imaginaba que era muy fácil dejarse impresionar por su luz, porque verdaderamente sabía cómo brillar.

Era un hombre peligroso para las mujeres. Y ella estaba harta de hombres peligrosos. No quería más experiencias negativas, ya había sufrido bastante, y lo último que deseaba era exponerse a alguien como él, que podía enamorar a cualquier chica con una mirada de sólo dos segundos.

Por eso, aquel día, cuando por primera vez él se percató de su exsistencia, y la miró de soslayo, y aunque fuera sólo por un momento, Sun Rae se quedó totalmente helada.

Las tomas que acababan de rodar habían sido demasiado para su compañera de reparto, y Sun Rae supo que ella necesitaba ayuda. Así que, antes de que nadie se lo pidiera, y experta como era en adivinar las pequeñas necesidades de sus compañeros, se acercó rápidamente con un vaso de agua… y entonces sintió su mirada.

Fue consciente de que él la estaba observando antes incluso de mirarlo y encontrarse con sus ojos fijos en ella. Los retiró rápidamente, y hasta le dió la sensación de que había sido algo casual, accidental. La forma en que volvió a sus quehaceres sin cambiar un ápice su semblante, hizo que Sun Rae se preguntara si sólo había sido un barrido visual cualquiera. Y es que a él le encantaba saber en todo momento quién había a su alrededor, y sobre todo, quién tenía su atención puesta en él.

No le dio importancia. Se había esmerado demasiado en aparecer sólo cuando era necesaria, sin darse a notar demasiado. No era posible que él…

Pero aquello la había intranquilizado. Y se sentía realmente estúpida por ello.

Un par de horas después, terminaron con el horario de rodajes del día. Era muy tarde, pero Sun Rae todavía tenía que ayudar a sus compañeros de atrezzo a recoger. No era algo que formara exactamente parte de sus competencias, aunque en realidad tampoco tenía competencias definidas. Era una asistente, y su valor, según todo el mundo le decía, era que sabía intervenir cuando era necesario y volverse invisible cuando no hacía falta. Esto también le daba cierto margen de actuación a la hora de trabajar. Podía estar ayudando con el sonido, igual que podía estar orientando un foco, o preparando el set de maquillaje para sus compañeras maquilladoras. Su formación la hacía percatarse de los detalles en cada una de los campos que componían aquel mundo, por lo que sabía dónde intervenir y cuándo. Esto le ahorraba tener que recibir muchas órdenes, que cuando la tensión y el nerviosismo rodeaban el ambiente, no solían ser demasiado corteses por parte de los superiores.

Ahora estaba colocando las ropas que él se había quitado en las perchas, y mientras lo hacía, le pareció percibir el aroma familiar del perfume que él utilizaba. Lo conocía porque ella misma había recibido el encargo de comprarlo para él en alguna ocasión.

“Jang Keun Suk… siempre dejando huella por donde pasa y en todo lo que toca”, pensó, divertida.

Sonrió ante su propio pensamiento, pero de repente, una cálida brisa golpeó su nuca, y escuchó a su espalda una respiración. Se dio la vuelta totalmente electrizada… y se encontró con él…

No era el perfume en su ropa lo que había olido segundos antes, era su propia fragancia lo que había percibido, porque él estaba muy cerca.

– ¿Trabajas para mí? – preguntó el actor, con su profunda y carismática voz hueca.

Sun Rae bajó la cabeza tímidamente y asintió.

Él cogió la camisa que acababa de colgar, pasando su brazo por encima del hombro de Sun Rae, que se quedó totalmente petrificada, con el único pensamiento en su cabeza de lo alto y ancho de hombros que era desde su perspectiva. Ni siquiera tuvo la posibilidad de saludarle con una reverencia, dado que de hacerlo, habría chocado contra él.

– ¿Cómo te llamas? – volvió a preguntar.

Sung Rae dijo su nombre, preguntándose a su vez por qué él seguía tan cerca.

– Song Sun Rae-sshi, me llevaré esto – dijo Keun Suk con un tono de voz burlón y travieso -. Me gustó muchísimo. Diles que lo cogí. Que me envíen la factura.

La chica volvió a asentir, con la mirada fija en sus zapatos… ¿qué número calzaría?

Volvió a escuchar aquella peculiar voz:

– Ahora me voy. Nos veremos por aquí, ¿verdad? Que tengas un buen día… o lo que queda de él. ¡Adiós!

Por fin se había marchado, y su aroma también desapareció con él. Sun Rae se preguntó qué narices le había pasado… se había quedado casi sin habla, y su voz al decir su nombre había sido casi un susurro. ¿Por qué se había puesto tan nerviosa?

Porque él se había acercado demasiado, invadiendo aquel espacio vital que ella se esmeraba en mantener libre de cualquier hombre que tuviera a su alrededor. No le gustaba la proximidad de los hombres, se había convertido en una especie de andrófoba por convicción después de… no merecía la pena ni siquiera recordarlo. O quizás sí, como muestra de que no podía volver a sentirse atraída por nadie otra vez, y aunque sabía que algún día eso pasaría irremediablemente, quería mantener la frialdad y la distancia con el género opuesto, que había desarrollado cuando decidió endurecer su corazón. Por lo menos hasta que en una futura nueva relación, fuera ella la que más recibiera, y la que tuviera una posición predominante. Jamás volvería a dar sin recibir mucho más a cambio. Nunca.

***

Keun Suk salió del set de rodaje y respiró la fresca brisa que golpeó su rostro. Esas pequeñas cosas, siempre le habían resultado muy agradables, le acercaban más a su glorioso pasado.

Eolos…

Además, estaba orgulloso de su pequeña hazaña. La había sorprendido, y había olfateado sin lugar a dudas la confusión y el nerviosismo en la chica. Era demasiado ducho en eso de percibir el miedo del enemigo, como para que una reacción tan obvia como la suya le pasara desapercibida. Aunque también había notado que la muchacha no respondía como las demás ante su presencia. No sonreía tontamente, ni se le escapaban risillas que tratara de tapar con su mano… simplemente había tolerado la situación, respondiendo sólo cuando se le preguntaba, y manteniéndose a la… ¿defensiva? ¿Con él? Con él siempre solía ser rendición inmediata… Nunca nadie había osado a plantarle cara cuando revelaba su ser en toda su extensión…. Este pensamiento le produjo una sonrisa triste… “Eso fue hace mucho tiempo”, se dijo.

Enfocó sus pensamientos de nuevo en Sun Rae. Ella no era nada del otro mundo, pero algo en esa mujer despertaba cierta excitación en sus sentidos más dormidos. Le hacía sentir ganas de entablar batalla. El enemigo en esta ocasión parecía reticente, incluso sintió su incomodidad. Pero antes o ahora, lo que sí era cierto, es que nunca había perdido una batalla…

“Podría ser una gran batalla o podría ser una escaramuza demasiado fácil, quién sabe… será interesante averiguarlo, aunque espero que se trate de lo primero, eso lo haría todo más divertido”, pensó.

Y de repente, aquella voz, aquel Pepito Grillo que solía acompañarle, resonó en su cabeza…

– ¿Qué crees que estás haciendo? Engrosas tu lista de enemigos a batir… ¿no estás cansado ya de eso?

– Querida, esta es la única manera que tengo de obtener algo de diversión ahora – masculló él entre dientes.

– Debiste pensarlo antes de divertirte de otras formas. Acción-reacción, todo tiene sus consecuencias… Respecto esa chica, conozco su pasado… quizás te interesaría saberlo antes de…

– No me importa su pasado – rió él -. Sé cuál será su futuro.

La voz de su cabeza también rió… pero no porque su comentario le hubiera resultado gracioso, de eso estaba seguro. ¿Qué podía saber ella sobre Sun Rae? No quería concederle el placer de preguntárselo, y en definitiva, tampoco le importaba demasiado. No afectaría el resultado.

Pero ahora, esa muchacha no era la única que estaba intranquila. Y él odiaba sentirse intranquilo.

Listado de capítulos.