아무도 몰래 사랑해 Amudo mollae saranghae, capítulo 2

Autores invitados @Jeannelok

TE AMO SIN QUE NADIE LO SEPA

B.A.PCapítulo 2

Cuando miró el reloj que llevaba en la muñeca, le sorprendió ver que eran casi las cuatro de la mañana. Había salido de casa alrededor de las once, ¿cómo había podido pasar tan rápido el tiempo sin que él se hubiese dado cuenta?

Dae Hyun permanecía a su lado en silencio. Su rostro permanecía iluminado por la luz de la luna, y se entretuvo en estudiarlo. Era bastante guapo y sus labios gruesos, no recordaba haber visto unos parecidos antes. Suspiró. Debía estar comenzando a aburrirse.

—¿Seguís aquí?—por la puerta apareció Yong Guk. Parecía agobiado y dio dos zancadas para colocarse a su lado.

—Lo sentimos—Jong Up apareció al instante también con una pinta semejante—, llevamos como media hora intentando salir pero… De repente, nos comenzaron a rodear un montón de chicas y no había manera. Aún no me acostumbro a esas reacciones.

—Suerte que Him Chan hyung—añadió Zelo apareciendo también. El más joven tenía las mejillas sonrojadas pero parecía estar divirtiéndose con la situación— nos ha ayudado. Es el único que de verdad se entretiene con esto.

—¡Sí, y me habéis cortado el rollo en la mejor parte!—Him Chan se despidió de una tailandesa de cabello claro con un fugaz pero feroz beso que le dejó los labios pintados. No era la única mancha de carmín que tenía en el rostro y el cuello. Se acercó hasta ellos y cogió a Zelo y Jong Up del cuello— ¿O es que vamos a seguir la juerga a otra parte?

—Bueno…—Yong Guk sonrió enigmático y con cierta malicia, hecho que no solía darse y los sorprendió a todos—Hay una licorería abierta, ya lo sabéis. Podríamos pillar una grande por nuestra cuenta. —La respuesta de los demás no se hizo esperar. Young Jae estuvo tentado de decirles que él mejor se volvía a casa a descansar, pero no le dejaron ni plantearlo, agarrándolo del brazo y empujándolo de regreso al garaje. Llegaron allí entre risas y charlas, y le sorprendió que ningún vecino les gritase que se callasen. Pero claro, debían estar al corriente de quiénes eran esos jóvenes.

Sacaron vasos y la bebida, y Yong Guk les sirvió a todos. Young Jae les había visto beber varias veces, pero era la primera que se unía. Pensó que una copa no hacía daño a nadie, así que ingirió un poco de la bebida y sintió cómo le ardía en la garganta. Comenzó a toser sin control provocando las carcajadas conjuntas de los otros y recibió golpecitos de ánimo en la espalda.

Poco después lo intentó de nuevo. Se avergonzaba de su reacción anterior. No podía quedar como un mentecato. Debía demostrar que era un hombre de verdad y que un poco de alcohol no iba a poder con él.

Aunque supiera tan mal, quemase y lo marease. Pero los vasos seguían llenándose y él seguía vaciándolos para no volver a convertirse en el hazmerreír de todos.

Llegó un momento en que le costaba distinguir los rostros o darles un nombre. Y supo que se había quedado sin los pantalones pero no el por qué. El garaje comenzó a llenarse de luz y dando traspiés Jong Up cerró la puerta, dejándolos en la más absoluta oscuridad de no ser por dos ventanas del piso superior que aún les daban un poco de claridad.

Young Jae se acabó la bebida que le quedaba en el vaso y se dio cuenta de que la cabeza no dejaba de darle vueltas y tenía el estómago revuelto. Sintió algo intentar abrirse paso desde su interior hasta el exterior e intentó detenerlo. Lo que iba a pasar sería vergonzoso, lo sabía incluso en ese estado, pero al final no pudo evitarlo y vomitó. Una sensación ácida y desagradable que duró más de lo que le habría gustado.

Notó que alguien le cogía los brazos y se los pasaba por el cuello y cómo lo llevaban hasta el cuarto de baño. Lo ayudaron a inclinarse sobre éste y le dieron masajes en la espalda. Poco después cerró los ojos y se dejó llevar por un plácido sueño.

Cuando se despertó a la mañana siguiente, maldijo trescientos millones de veces la estupenda idea de ponerse a beber por los codos cuando nunca había probado más alcohol que un poco de champán. Le dolía la cabeza como si le estuvieran golpeando con un hierro pesado, el estómago se balanceaba en su interior a placer y no se sentía con fuerzas ni de abrir los ojos. A su alrededor no se escuchaba nada. Tras varios minutos despierto, hizo un esfuerzo titánico por abrir los ojos. Giró la cabeza a un lado. Encontró una pared. Al otro, pudo vislumbrar un cuerpo en el suelo, boca abajo y en ropa interior. Se obligó a enderezarse y lo reconoció. Jong Up tenía los brazos y las piernas abiertos, se le caía saliva de la boca entreabierta y parecía encontrarse en el séptimo cielo. Entonces se percató de que no era el único desnudo y se apresuró a taparse con las sábanas.

Qué olor más nauseabundo. Y lo peor era que recordaba qué había sucedido la noche anterior y que era el olor de sus propios vómitos. Se levantó con toda la habitación girando alrededor. Zelo dormitaba en el suelo también pero con las piernas alzadas sobre una silla. Ese niño era muy largo.

Salió al pasillo. Le habían metido en un cuarto en el piso superior del garaje. Allí tumbado vio a Him Chan con cara de felicidad y todavía manchado de carmín. Se asomó por las escaleras. Dae Hyun estaba tumbado en uno de los sofás que tenían en un despacho improvisado. Sus ojos buscaron alrededor y localizó a Yong Guk, el único despierto. Estaba preparándose algo de café. Bajó a pedirle que le sirviera un poco también, rezando para que eso aliviase todo el malestar.

—Qué sorpresa que seas el primero en levantarse—sonrió el chico al verlo. Sin necesidad de que lo pidiera, le tendió la taza de café que estaba preparando—. Bebiste como todo un campeón anoche.

—Pero tú… ¿no te encuentras como una mierda ahora mismo?

—Como si me hubiera pasado un camión por encima. Cinco veces—se rió—. Pero para mí no es la primera ni segunda vez… supondré que para ti, sí—asintió con la cabeza—. Lo siento, deberíamos haber controlado más. Pero nos lo estábamos pasando bien y al principio parecías controlar bastante.

—No es vuestra cul…—se tambaleó, incapaz de acabar la frase y soltó las sábanas con las que se había tapado para buscar algo a lo que sujetarse. El otro chico lo agarró del codo, impidiendo que se cayera— No voy a volver a beber… en la vida…

—Deberías ducharte.—al escucharle, se dio cuenta de que la voz de Yong Guk venía de demasiado cerca. Al agarrarlo lo había acercado hacia él y como resultado le pegó al pecho su taza de café.

—¡Oh, no!—gimió, soltándose y apartándola. La marca roja brillaba en el pecho de Yong Guk— ¡Lo siento!

—En realidad no me he dado cuenta hasta que te has apartado—se miró la quemadura y pasó los dedos alrededor de ésta—. Eres bastante torpe, pero creo que yo más.—sonrió. Siempre estaba sonriendo. Nunca se enfadaba. No levantaba la voz. No se ponía nervioso.

—Lo siento…

—Es mi culpa, por no llevar camiseta. No tienes que disculparte. Pero bebe el café y ve a la ducha, yo voy a curarme esto.

—Yo…

—Ya sabes dónde es, ¿no?

Se quedó de pie observando la espalda de Yong Guk marcharse a buscar el botiquín. Debería haberse ofrecido a ir a curarle. Él sabía primeros auxilios como un maestro e incluso iba más allá. Pero se quedó quieto, de pie, observándole, confuso. Ahora le debía una a Yong Guk.

Tres días más tarde, se encontraban todos alrededor de una mesa acabando de planear el robo que querían llevar a cabo. Le sorprendió ver qué bien calculado y desarrollado tenían el plan. Había llegado a olvidar la conversación al respecto, pero recobró la compostura cuando se vio sentado al lado de Jong Up, que estaba muy serio escuchando a Yong Guk, acabando de ultimar detalles.

Él lo dijo nada. Se limitó a mantenerse como espectador y asentir de vez en cuando con la cabeza, afirmando que estaba seguro de participar y que no iba a defraudarles.

Era algo que ya le habían contado. Un plan sencillo, pero parecía factible. Yong Guk y Dae Hyun irían a hablar con los cabecillas de la otra banda, y cuando estuvieran entreteniéndolos, Him Chan y él irían a armar jaleo como un par de borrachos. Entonces sería cuando Jong Up y Zelo, los que estaban en mejor forma, se meterían en el cuarto donde guardaban la caja fuerte y se llevarían todo el dinero que pudieran. Él no preguntó nada sobre cómo entrarían o cómo sabrían dónde encontrarlo. Supuso que Yong Guk había usado sus contactos. No tenía por qué darle demasiadas vueltas al asunto.

Yong Guk consiguió la cita ese mismo día para el siguiente. Cuando antes acabasen con aquello, mejor. Young Jae en cuanto llegó a casa, envió el informe a la oficina de Seúl. No había día en que no lo hiciera.

Se tumbó en el sofá, en la oscuridad. No había puesto ningún tipo de decoración en todo el piso, y si podía, evitaba encender las luces. Se sentía cómodo a oscuras, solo, sin jaleo, sin ruidos y sin gente a su alrededor. Le había gustado la soledad desde que era pequeño. No entendía el bullicio y la necesidad de acudir a otras personas, si uno mismo podía apañárselas y arreglar los problemas que tuviera.

Yong Guk y sus amigos eran así. Dependían los unos de los otros, y eso los hacía débiles. Habían confiado con demasiada facilidad en él, y ésa iba a ser su destrucción. Young Jae tenía muy claro su propósito en todo aquello, aunque a veces le trastocasen. Pero era sólo porque no eran como se esperaba que fuesen, ni tenían las reacciones que su cabeza imaginaba.

Cuando los metiera en la cárcel y pasasen unos días, se olvidaría de esa falsa amistad y seguiría con su rutina, sabiendo que habría cumplido con su papel como agente de policía.

Se levantó. Su teléfono estaba sonando. Era Dae Hyun.

— ¿Cómo estás?—le preguntó al otro lado de la línea. Tardó en saber qué responder.

—Bien, estoy bien, ¿por qué?

—Me sorprende que te apuntes a esto con tanta facilidad… sin dudas ni preguntas. Cualquier otro se habría asustado y preocupado al menos por las consecuencias. No quiero… no queremos que lo hagas obligado. Es un problema nuestro.

—No es por obligación, quiero hacerlo. De verdad. —añadió, intentando impregnar esas dos últimas palabras de toda la fuerza y veracidad posible. Al otro lado hubo un silencio de unos segundos, un suspiro y la voz afable y alegre de Dae Hyun.

—Entonces está bien. Me he preocupado sin razón, ¿estabas durmiendo?

—No. Tranquilo. Gracias por preocuparte.

—… Young Jae…

—Dime, Dae Hyun.

—Estoy muy contento de que llegases al garaje y te hicieras nuestro amigo. Eres un buen tipo. Nos vemos mañana. —colgó. Young Jae apartó el aparato de su rostro y se quedó observándolo como si a través de él pudiera ver al otro chico.

—Malditos sentimentales… — Dijo. Pero su voz no sonó tan apática como quisiera. Esos tipos estaban cambiando algo en él y desde luego, no le gustaba que lo hicieran.

La mañana siguiente lo encontró aún despierto porque no había pegado ojo en toda la noche. Se duchó y se vistió como siempre, reuniéndose al cabo de un rato con los demás en el garaje. Los chicos ya estaban allí y le saludaron con choques de manos y hombros. Él les respondió de la misma manera y se sentó frente a Yong Guk. El chico tenía el semblante serio y concentrado, supuso que repasaba en su mente todo el plan otra vez. Todos en silencio esperaron que acabase y al fin se pusieron de pie. Debía presentarse en el lugar de la cita a las once.

Se metieron en una furgoneta blanca, o que antaño lo había sido, hasta que ellos se habían dedicado a pintarrajearla y pegarle cosas. Aparcaron un par de calles abajo y Yong Guk y Dae Hyun se fueron los primeros tras una comunicación silenciosa con los demás a través de sus miradas.

Young Jae había llevado a cabo diferentes misiones, pero de repente se sintió nervioso. Era una misión en una misión. Con Him Chan era con el que menos relación tenía. Actuar con él… esperaba no tener problemas.

Zelo y Jong Up se despidieron de ellos para ponerse también en sus posiciones, mientras que Him Chan y él avanzaron hasta la siguiente calle. Debían comenzar a actuar en unos veinte minutos.

—No podemos cagarla.—le advirtió Him Chan. Él asintió.

—Lo sé.

—Ya sabes, como la borrachera del otro día pero sin la parte de los vómitos—hubiera preferido no tener que recordar aquello. Him Chan le sonrió con malicia—. Lástima que no te saqué ninguna foto para sacarle provecho más tarde.—después de tres meses, sabía que cuando hablaba así estaba de broma, pero al principio le había parecido un tipo de lo más cruel. Dejó pasar ese último comentario y se centró en cómo debía actuar. Relajó los músculos de los brazos y las piernas e hizo movimientos con la boca. Se revolvió el cabello y se arrugó la ropa, poniéndosela mal. Al ver su aspecto, Him Chan se echó a reír, aunque él no presentaba uno mucho mejor.

Miró el reloj de su muñeca, donde además llevaba la pulsera de Dae Hyun. No se la quitaba nunca, y no sabía hasta qué punto era para no levantar sospechas, o porque le gustaba llevarla. No quería pensar en eso.

Him Chan le rodeó el cuello con un brazo, sorprendiéndolo.

—Bueno colega, pronto será nuestro turno, así que… —le enseñó una botella de vodka. La había sacado de la mochila que llevaba a cuestas antes de sorprenderlo.

—No querrás que…

—Las cosas hay que hacerlas bien.

—Qué asco, y a primera hora de la mañana… —dejó que Him Chan le echase un poco de bebida por encima y aguantó el olor como pudo, después el otro lo hizo sobre sí mismo. Tuvo que enjuagarse la boca también y le sobrevinieron algunas arcadas —Qué asco…—repitió.

—Lo que tú digas, pero ahora parecemos un par de borrachos que han estado toda la noche de parranda. Ya es la hora, ¿estás listo?— se encogió de hombros, interpretándolo Him Chan como un sí.

Se dirigieron dando traspiés hasta la calle donde estaba el local del otro grupo. Se habían agarrado del cuello del otro. Cantaban, gritaban y sacudían la botella cada vez que la cogían. La gente los miraba al pasar y cuchicheaba, pero nadie se acercó a decirles nada. Al final se pusieron delante del lugar, cantando y gritando más fuerte todavía. Tres hombres de considerable tamaño salieron al escucharlos para echarlos, pero ellos hicieron ver que lo tomaban como una incitación a unirse a la fiesta y les tendieron la botella, al tiempo que se agarraban a ellos.

Him Chan comenzó a saltar sobre un pie y el otro como si el suelo quemase, mientras les decía que bailasen con él. Young Jae optó por darle un codazo a uno e invitarlo a unas copas con unas chicas que había conocido. Estuvieron así varios minutos, hasta que los tipos se cansaron y uno de ellos agarró a Him Chan por el cuello de la camisa.

—Vengaaaa, colega ¡hip! Que no ez paga tantooooo.—le dijo riéndose e intentando zafarse. Young Jae acudió en su ayuda.

— ¡No zeaiz abugidos! ¡Amos, amos!—lo agarró del brazo que sujetaba a su amigo por lo que el tipo le dirigió una mirada de odio tan intensa, que sintió como si lo atravesase, pero mantuvo la compostura como si nada. Estuvieron así unos minutos hasta que notó que otro de ellos lo cogía de la cintura separándolo de su compañero. Lo lanzó al suelo y Young Jae rodó, intentando parecer muy torpe pero sin hacerse ni el más mínimo daño. Se levantó con torpeza fingida. — ¡Eh, ezo ha estado muy mal! ¡Nozotroz zolo queríamoz invitaros a pasarlo bien!—le recriminó, acercándose con un ojo tuerto y el dedo índice alzado. Se lo clavó en el techo al hombre que lo había lanzado.

El otro soltó a Him Chan, quien cayó al suelo de culo. Tenía la cara roja, lo que le faltaba para asemejar del todo haber bebido. Lo ayudó a levantarse.

—¡En nombre ze la Luna, oz castigaré!—dijo de repente Him Chan, poniendo posturas raras. Se fueron retirando hacia atrás, ganándose la total atención de los tres tipos. Vieron por detrás cómo al fin Zelo y Jong Up salían con sus mochilas a cuestas. Tal y como habían planeado, debían haber entrado por otro lugar y salían por allí. Cuando estuvieron lo suficiente lejos, decidieron que era momento de dar eso por terminado.

Deza a eztoz aburridoz, amos a diveltirnoz por nuezta cuenta.—se despidió con la mano, llevándose a rastras a Him Chan mientras seguían cantando. Estuvieron así hasta que creyeron que ya podían dejar de disimular y se separaron.

—¡Creí que al final me ahogaba!—rezongó Him Chan, agarrándose el cuello— Se estaba cabreando tanto que comenzó a apretar demasiado…

—Pero bien está lo que bien acaba. — Young Jae se encogió de hombros.

—Lo hemos logrado… —sonrió el otro chico. No pudo evitarlo y le devolvió la sonrisa. La verdad era que había sido hasta un poco divertido. Fueron hasta la furgoneta, donde ya los esperaban Zelo y Jong Up apoyados en la puerta sonriendo ufanos. Poco después llegaron Yong Guk y Dae Hyun.

—Oléis fatal. —dijo el primero, arrugando la nariz. Him Chan le golpeó el hombro. —Pero recordad este olor, porque será el olor de nuestra victoria. —sonrió, mostrando como siempre las encías. Tenía una sonrisa grande y muy particular.

—¡Vamos a gastarnos toda esta pasta antes de que ni siquiera se enteren!—rugió feliz Him Chan— Pero antes… dejad que vayamos a ducharnos. —Al escucharlo los demás, estallaron en carcajadas mientras subían a la furgoneta—Que conduzca otro que yo he bebido. —alegó. Dae Hyun se puso al volante sin quejas, poniendo música para acabar de animar el ambiente.

Yong Guk se sentó a su lado y mientras arrancaban, le puso la mano delante de la cara. Young Jae se quedó observándola sin entender.

—Muchas gracias por tu ayuda. Eres un buen amigo. —le dijo. Young Jae sintió que algo le aprisionaba el pecho, pero agarró la mano extendida.

—Gracias. —no fue capaz de decirle “tú también”. No fue capaz de decir ninguna otra cosa, porque por alguna extraña razón se sintió horrible, rastrero, un traidor. Por primera vez, pensó que esa misión era demasiado larga y que tenía ganas de acabar cuando antes, porque se estaba haciendo muy dura para él.

Habían pasado sólo tres meses, aún no había descubierto tanto como quisiera y lo único que estaba logrando era llevarse cada vez mejor con ellos.

2 respuestas a 아무도 몰래 사랑해 Amudo mollae saranghae, capítulo 2

  1. Su55 dijo:

    awwww me encanta!! 🙂 Yongguk siempre tan <3, Aunque no soy fan de los fic de integrantes del grupo del mismo sexo, me gusta mucho este 😀
    ¡Vamos que se puede!

  2. Me encanta, jeje, si me he podido reir con lo de «En nombre de la Luna…» muy bien escrito, yo tambien estoy cogiendoles cariño a todos!!

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