“거짓말” kojitmal – Mentira. Capítulo 6

By @Jeannelok y Nuna

Capítulo 6

La mañana lucía resplandeciente después de la lluvia de la noche anterior. Como los rayos de sol entraban por su ventana abierta como cada mañana, tuvo que dejar de ser perezosa y levantarse de la cama a regañadientes. Era su propio truco para no apagar el despertador cuando sonase y darse media vuelta para seguir durmiendo.

Puso los pies descalzos en el suelo y se dirigió al cuarto de baño para asearse, tanteando el aire a ciegas pues no lograba abrir los ojos del todo. Había tenido una noche plagada de pesadillas, y estaba realmente agotada.

Pesadillas sobre Jang Keun Suk persiguiéndola, atrapándola, arrancándole la ropa y abrazándola dulcemente, susurrándole palabras de alivio al oído.

El cepillo de dientes se le resbaló de entre los dedos y se precipitó en la pica del agua. Sun Rae apoyó la frente en el cristal del espejo del baño, preguntándose qué le estaba sucediendo. No entendía nada, ella se había prometido no mirar ni pensar en hombres, y sin embargo no había tardado nada en perder su propia palabra, engañarse.

Otro lado de sí misma le dijo que no se odiase así, porque no era su culpa. Ella estaba haciendo bien, le esquivaba y no quería saber nada de él, de un loco como él, desquiciado, que tanto la acosaba para poseerla con palabras sinsentido, como la mimaba igual que a una niña pequeña.

Chiflado, Jang Keun Suk estaba chiflado y ella en su punto de mira.

Una hora más tarde salía arreglada y desayunada hacia el trabajo, aferrada con fuerza a su bolso en el cual había metido un par de productos para defenderse por si algo sucedía de nuevo. Ya no iba a ir con cuidado: a la mínima que viese un indicio de ataque, ella se defendería.

No era una chica indefensa, ni tampoco una estúpida. Él debería entender lo que era un no, además, ¿por qué insistía tanto? ¿Tan importante eran su orgullo y ego? Pues lo único que estaba logrando con todo aquello era que la chica le odiara.

Llegó al primer lugar de trabajo: la continuación de la sesión de fotos del día anterior. A lo lejos adivinó una conocida figura que estaba entrando en la furgoneta para cambiarse, y discretamente se marchó a algún lugar apartado para hacer ver que estaba haciendo su faena.

En realidad Sun Rae había estado a punto de llamar para pedir el día libre por cualquier excusa tonta, sin embargo respetaba demasiado a sus superiores y deseaba demasiado que la tomaran en cuenta en su trabajo como para hacer aquel tipo de cosas, así que se había armado con todo el valor que poseía, el cual no era poco.

Mientras se dedicaba a ordenar la ropa de su jefe y odiado enemigo, sintió una presencia tras de sí y pegó un bote, volteándose al instante con la mano en el pecho. Era solo una compañera que se acercaba a saludar, así que devolvió el movimiento de cabeza. En ese momento vio al chico salir de la furgoneta, y desviar la mirada hasta donde ella se encontraba.

La había visto. Sun Rae se quedó petrificada y comenzó a temblar. Keun Suk simplemente la ignoró, preparándose para posar para la sesión.

¿En serio la había ignorado? Vale, no debía alegrarse. Podía simplemente ser una táctica de distracción por parte de él. Se había dado cuenta de que le encantaba jugar, sobre todo si era con ella. Pero el ratón se había cansado de ser perseguido por el gato.

La sesión fotográfica pasó sin demasiados problemas. La compañera de Keun Suk parecía haberse tranquilizado y todo había ido más rápidamente y sin tantos dolores de cabeza. Sun Rae lo agradecía, porque tanto cambio de ropa hacía que tuviera que estar cerca de él más de lo que realmente deseaba. Mientras le daba la ropa que debía ponerse, sus cuerpos estaban demasiado cerca (mientras pudiera escuchar su voz, significaba que iba a estar más próximo de lo que realmente desearía). Sus manos de vez en cuando se rozaban, y la piel del uno enviaba señas eléctricas a la del otro.

No podría resistir mucho más aquella situación, pero por suerte en el rodaje de la serie ella prácticamente no tenía que tratar con el actor, y él tampoco parecía estar dispuesto a buscarla.

***

Distancia, era eso lo que necesitaba. Distancia para ver las cosas con más prespectiva. Para saber lo que estaba sintiendo y para dilucidar si era o no real. Por más que fuera impulsivo, impaciente, y le resultara difícil aceptar una negativa, sabía que su obsesión con Sun Rae iba más allá de todo eso, pero ¿hasta qué punto?

Retirada… tocaba retirarse. El amor era muy parecido a la guerra. Embestida, repliegue, cambio de estrategia, y vuelta al ataque con más ímpetu. Ahora él necesitaba una retirada temporal para poder analizar la situación y planear sus próximos movimientos. No, no había renunciado a ella, en su vocabulario no existía la palabra renuncia… eso era igual a aceptar la derrota. Iba a tener a Sun Rae fuera como fuera, eso era lo único de lo que estaba seguro.

Pero después de los acontecimientos recientes, se sentía confuso, y además, era imposible mantenerse alejado de ella. Trabajaban juntos, y eso había sido una decisión que él había tomado. Por suerte, Sun Rae sabía muy bien cómo eludirlo, pero para él no era suficiente. Su sola presencia ya bastaba para sentirla cerca… y la molesta aparición de Éris venía a complicarlo todo. Tenía que protegerla de la Discordia, que aprovecharía la debilidad que había visto en él para divertirse haciendo lo que más le gustaba: sembrar el conflicto.

– Te engañas a ti mismo… sólo quieres protegerla de Eris, igual que hiciste en Troya con los griegos y Bri…

– ¡Ni lo digas! ¡No lo menciones!

– Como desees, hermano, pero huír del problema no servirá para resolverlo.

Al terminar la filmación, una compañera le avisó de que el mánager de Keun Suk quería verla. Sun Rae se reunió con él detrás del decorado, siguiendo las instrucciones recibidas. La cara del hombre mostraba una total confusión cuando le transmitió los deseos del actor.

– ¿Estoy despedida? – preguntó, todavía incrédula.

– No, nada de eso – aclaró el mánager -. Él quiere… según me dijo, le parecía inútil tener un asistente más, y pensó que serías más provechosa desempeñando tu anterior trabajo, pero ha insistido en que no debéis tener actividades en común, por lo que pedirá que te trasladen a otro equipo de rodaje… – sus palabras eran inseguras -. ¿Puedo preguntarte si ha pasado algo entre vosotros? ¿Habéis discutido?

El color de la cara de Sun Rae subió dos tonos.

– No, no hemos discutido, pero vamos a hacerlo ahora mismo – dijo, mientras se daba la vuelta sin atender a las palabras del mánager, quien le pedía que no hiciera ninguna locura.

– ¿Locura? – dijo para sí misma -. Aquí el único que está rematadamente loco es él.

En su camerino, Jang Keun Suk se cambiaba de ropa con gestos lentos y torpes. Estaba demasiado atareado pensando en cómo se estaría desarrollando la conversación entre su mánager y la chica, y se imaginaba miles de reacciones distintas que ella podía tener.

En sus mejores cábalas, ella se escondía en un rincón para llorar, lamentándose por no poder estar cerca suya nunca más. Sin embargo, sabía perfectamente que esto distaría mucho de la realidad.

Probablemente, Sun Rae se sentiría aliviada. En definitiva, no había perdido su trabajo, sino que por fin se vería libre de la pesada carga que él suponía… por el momento.

De repente, la puerta se abrió de un golpe, y en el umbral apareció ella, con una expresión de furia en su cara, que resultó nueva para él.

Su primera reacción fue meterse tras el biombo para cubrir su parcial desnudez. Apenas había acertado a quitarse la camisa.

Sus miradas se encontraron, y Keun Suk dudó… ¿se trataba realmente de Sun Rae, o estaba siendo engañado de nuevo? Nunca había visto esa faceta de ella. Estaba enfadada, podía sentirlo, podía detectar sus ganas de arremeter contra él. Eran tan fuertes que no podía ser otra más que Sun Rae. Eris no sentía rabia, sino que actuaba sólo buscando diversión. Sin duda, tenía delante a Sun Rae, a una Sun Rae muy cabreada.

Sun Rae cerró la puerta dando un portazo y sin dejar de mirarlo.

– ¡Tú, maldito cabrón loco! ¿A qué se supone que estás jugando? – gritó.

Lejos de enfadarle, la actitud de la joven despertó su interés. Torció ligeramente el cuello y frunció el sueño mientras la observaba… le gustaba lo que estaba viendo.

– ¿A qué estás jugando? – repitió ella.

– Pensaba que estarías contenta – dijo él con fingida indiferencia, mientras abandonaba el biombo para dejarla ver su perfecta y blanca piel. Eso, probablemente, la confundiría.

Sun Rae lo miró de arriba a abajo. Pero no tuvo la reacción que Keun Suk esperaba.

– Estás mas loco de lo que creía – dijo -. ¿Crees que me ruborizaré como una adolescente? ¿Crees que olvidaré el hecho de que estás jugando con mi vida y con mi futuro en esta empresa? ¿Sabes lo que me ha costado llegar hasta aquí sin caer en las trampas de bastardos como tú? ¡¿Crees que has sido el primero en comportarse como un estúpido animal en celo?!

No fueron sus palabras, sino la posibilidad de que algún otro se hubiera acercado a ella, lo que terminó por destruir su autocontrol. Se acercó a ella con los ojos llenos de furia.

– ¡Pues entonces deberías estar acostumbrada!- le gritó también, a escasos centímetros de su cara -. Y si tanto te preocupa tu futuro, deberías saber también que sería mejor para ti mostrarte más… ¿complaciente?

La mano de Sun Rae se movió rápida como el vuelo de un halcón, y cuando se fue a dar cuenta, Keun Suk estaba levantando su mano hacia la mejilla golpeada.

– ¡Estás loco! – volvió a gritar ella -. Jamás imaginé que fueras de esa clase… jamás. Pero he acabado descubriendo que eres el peor cabrón de entre todos los que he conocido.

Le había pegado, le había insultado, le había gritado y se había atrevido a desafiarle… a él. Y sin embargo, lo que más le había molestado era que lo comparara con meros y simples humanos degenerados…

La sujetó por los brazos y la empujó hasta chocar con la pared más cercana.

– ¿Te atreves a revelarte contra mí? – espetó, entre dientes -. ¡No sabes quién soy yo!

– ¡Suéltame, maldito pirado! – gritó Sun Rae, sin perderle la cara. No tenía nada que temer ya, pero necesitaba golpearle y gritarle todo lo que pensaba de él – ¿Quién eres tú? ¿Crees que eres mejor que yo por ser famoso y tener dinero? ¡No eres más que una maldita y molesta basura! ¿Te crees un dios o qué?

Sun Rae forcejeaba con todas sus fuerzas, pero aquel cuerpo delgado y en apariencia enclenque, resultó ser mucho más fuerte de lo que nadie pudiera imaginar. Ni siquiera consiguió moverse un milímetro, y si lo hubiera hecho, se habría topado con él, que se empeñaba en invadir su espacio vital, como siempre. De hecho, no existía espacio vital alguno, Keun Suk estaba totalmente pegado a ella.

De repente, su cara cambió, para exhibir la sonrisa maléfica más aterradora que Sun Rae jamás habría imaginado.

– Harías bien en temerme como si lo fuera – siseó.

Sun Rae pudo percibir el aura oscura y siniestra que comenzó a emanar de él, y de repente, sintió que estaba delante de algo que no era humano. Sacudió la cabeza para librarse de sus locos pensamientos y trató de forcejear de nuevo.

Con un movimiento rápido y felino, Keun Suk agarró su mandíbula, obligándola a levantarla. Los ojos de aquel hombre se posaron en los labios de la chica, y Sun Rae supo lo que iba a pasar, igual que supo que no tendría la fuerza suficiente para evitarlo.

Cuando él la besó, seguía intentando resistirse, e intentó permanecer fría mientras el hombre se recreaba, aunque tuvo que emplear todas sus fuerzas para que las piernas no se le doblasen.

Su boca sabía a alguna extraña mezcla de sabores afrutados, su cuerpo estaba tenso y era mucho más masculino de lo que podía haberse imaginado, y su aroma se le metía por las fosas nasales como un veneno. Estuvo a punto de claudicar ante aquel beso, pero cuando él se retiró, siguió mirándolo con fuego en sus ojos.

– Te odio… te odio… ¡Te odio! – gritó.

Él emitió una sonora carcajada llena de furia.

– Me odias… pero no me temes… y eso me gusta más – dijo, más para sí mismo que dirigiéndose a ella -. Pensándolo mejor, quiero que te quedes… quizás podamos repetir uno de estos encuentros cada vez que termine la dura jornada de trabajo. Será muy divertido tratar de someterte – su gesto cambió, ahora era todavía más amenazante cuando añadió -: y créeme que lo haré.

– ¡Nunca!

Él se acercó de nuevo, y cuando Sun Rae giró la cara para evitar que volviera a besarla, Keun Suk rozó ligeramente su cuello con los labios.

– ¿Estás segura? – susurró.

Sun Rae no estaba segura de nada, pero sintió que aflojaba la presión que estaba ejerciendo sobre ella, e intentó huir de nuevo. Esta vez lo consiguió, pero estaba segura de que sólo había sido porque él había querido que eso sucediera.

Lo miró totalmente llena de rabia. Sin embargo, él sonreía con esa mezcla de prepotencia y seguridad que tanto la molestaba.

– ¡Jamás! – le gritó.

Sun Rae intentó correr hacia la puerta, pero él le cerró el paso.

– Sabes lo que quiero – dijo -. Y sabes tan bien como yo que lo tendré, antes o después lo tendré. Lo sé, lo siento, y yo nunca me equivoco ¿Por qué retrasarlo? ¿Quién está jugando con quién? Eres tú la que está jugando, Sun Rae. Un juego que sin duda terminarás perdiendo…

– Totalmente loco… dios mío… estás realmente mal de la cabeza. Déjame salir.

– Tus palabras dicen una cosa…

– ¡Déjame salir!

Hora de replegarse de nuevo. Los últimos acontecimientos habían supuesto un cambio en la estrategia que quería seguir. Ya no pensaba que el alejamiento fuera la mejor opción. Pero Keun Suk sabía que no podía forzarla más. Estaba a punto de quebrarla y no quería que se le rompiera tan pronto… o quizás lo que no quería era ganarse su odio. Se apartó a un lado y con un gesto de la mano la invitó a salir.

– Si insistes…

Ella pasó a su lado como una exhalación.

– No llegues tarde mañana – le dijo, antes de que se marchara de la misma manera impetuosa en que había llegado.

La chica corría por las calles con la cara llena de lágrimas de impotencia. Había ido a decirle cuatro verdades, pero él había revertido totalmente la situación a su favor. Sun Rae se sentía tonta por haber dejado que su impulsos la llevaran a meterse en la boca del lobo. No podía ganarle, él terminaría consiguiendo su objetivo. Seguiría insistiendo hasta que las barreras que tanto le había costado levantar, y que estaban empezando a tambalearse, se derrumbaron por completo.

Lo supo cuando, por un momento, sintió el deseo loco de corresponder a su beso, y también después de ver el efecto que tenía sobre ella el contacto de su piel. Si se había resistido, había sido por mero y simple orgullo. Él le gustaba. ¿A quién no? Era guapo, era famoso, era como una escultura perfecta hecha carne que hubiera bajado de su pedestal.

¿Qué iba a hacer a partir de ahora? ¿Cómo iba a resistirse a algo que ella misma deseaba?

Llegó a una parada de autobús. Entre sus lágrimas pudo ver el número de línea. No era la que ella quería tomar, pero en aquellos momentos, cualquiera que la alejara de allí le serviría. Se sentó en el banco de plástico y se tapó la cara llorando en silencio.

De repente, sintió una presencia a su lado. Se alarmó pensando que podía ser él, pero al levantar la vista, vio a una mujer madura aunque hermosa sentada a su lado, que la miraba con lástima y ternura.

– ¡Has tenido un mal día, eh, pequeña?

Sun Rae rompió en llanto, y sintió cómo la mujer la rodeaba y le acariciaba el pelo. Su desesperación era tal, que hasta el consuelo de una completa desconocida la reconfortaba. Escuchó su melódica voz a través de sus propios suspiros.

– Ya ha pasado, tranquila, niña, ya ha pasado… yo te ayudaré.

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