Pretty boy, revisión capítulo 4

Por Nuna para Bombasoju

La pregunta que nos hacíamos en el capítulo anterior era: ¿están Yoo Ra (Han Chae Young) y Hada Eléctrica (Kim Ye Won) confabuladas en lo referente al plan de la primera para utilizar a Ma Te (Jang Keun Suk) en contra de la vicepresidenta?

La respuesta es NO.

No están confabuladas. Que Hada estuviera presente cuando Ma Te llamó a Yoo Ra, es casual, y que Yoo Ra la dejara escuchar la conversación es simplemente un desafío en plan: ahora Ma Te irá a por ti, ¿lograrás resistirte?

Sin embargo sí que hay un motivo por el que Hada ha ido a ver a Yoo Ra. El motivo es realizarle una adivinación más que inquietante. Si Yoo Ra insiste en su plan para destronar a la vice junto con Ma Te, y si se queda con él en plan romántico, será una rica e importante mujer de negocios, pero a cambio, el karma hará que su hija muera al cumplir los doce años.

Yoo Ra siempre ha creído que Hada era una impostora, pero a cualquiera que le digan esto sobre la hija de una, terminará realmente aco*onada. Si Hada es una impostora, no pasa nada, pero ¿y en el remoto caso en que no lo sea?

Ahora, es Yoo Ra la que tiene que decidir qué hace al respecto. Y la adivinación la ha dejado bastante tocada, como se puede ver.

Pasamos a Ma Te y Bo Tong (IU). Ella le está diciendo por teléfono que piensa seguir con el plan de vender los calcetines en la tele, y que para ello su versión masculina, o sea, David Choi (Lee Jang Woo), está dispuesto a ayudarla. Ma Te ve ridículo venderlos como «calcetines de limpieza», y ve mucho más ridícula la existencia en sí de David y el papel que está jugando alrededor de Bo Tong. Sí, son celos. De amigo o de lo que sea, pero son celos. No deja de aprovechar la ocasión para hablar mal de David y su desconfianza es manifiesta.

Al final, Ma Te decide que conocerá primero a David para de un vistazo saber el tipo de hombre que es y establecer si tiene un motivo más allá que el de ayudar a Bo Tong.

Y Bo Tong se cita con él. David dice que puede vender los calcetines, y Bo Tong responde que tiene que consultarlo con su oppa. Ahora el que despotrica de Ma Te es David, con su teoría de que los hombres ocupados son malos hombres, y si son guapos, todavía más (supongo que sólo Bo Tong sería capaz de buscarle lógica a esta afirmación). Bo Tong le convence para que tengan una reunión los tres y trate a su vez de convencer a Ma Te de la venta por televisión.

Ma Te, que desestima totalmente el asunto, está ahora centrado en cómo plantear su conquista de Hada. Lo primero que se le ocurre, es que tiene que cambiar de look para que quede atrás su historia como novio de Jaek Hee.

Y acaba haciéndose esto:

Que quede claro que yo prefiero el pelo de ahjuma a esto, peeeero parece ser que entre las chicas Ma Te va a seguir triunfando con estas pintas, porque cuando llega a la recepción del garito de Hada, se matan por atenderle. Ha venido a verla, y cree que le van a recibir con las puertas abiertas por su cara bonita, y habría sido así si no fuera porque Hada, que está avisada de lo que él pretende, le hace esperar su turno como al resto de clientes. Así que, ahí tenemos a Ma Te, soportando las miradas y los suspiros (hay incluso toqueteos) de las mujeres que esperan y de las que trabajan allí.

Cuando por fin le recibe, Hada no lo hace con alegría sino con recelo e ironía. Él la culpa por la ruptura de su compromiso con Jaek Hee, y ella le pregunta qué hace allí si no cree en sus dotes sobrenaturales. Ma Te es sincero: quiere que le enseñe a leer a las personas como ella lo hace, a cambio del perjuicio que le ha ocasionado con Jaek Hee.

Mientras habla, ella lo observa y saca alguna conclusión de lo que ve, al margen de que se nota de lejos que lo que ve le gusta y mucho, pero sin embargo, no se muestra cooperativa y lo echa de allí, sugiriéndole que busque a otra mujer de la que vivir.

Al marcharse él todo ofendido, vemos cómo Hada pierde la compostura que le ha costado tanto mantener. La visita la ha trastocado mucho… porque Ma Te le gusta mucho.

Éste va a comentar su fracaso con Yoo Ra, a la que le dice que ha llegado a pensar que los poderes de Hada pueden ser reales. La mujer reacciona con disgusto ante esta afirmación. No quiere ni pensar que eso pueda ser cierto por lo que la adivina le ha dicho sobre su hija, algo que la atemoriza muchísimo. Insiste en que Hada no es más que una impostora, y que simplemente tiene la facultad de hacerse una buena radiografía de las personas a simple vista.

Lo que está claro es que para Ma Te, la conquista de Hada no va a ser fácil, por el hecho de que, siendo real o siendo una impostora, ella puede verle venir de lejos y esto le obliga a ser sincero con ella. No puede engañarla ni fingir en su presencia. Por supuesto, ella tampoco va a confesar que es una impostora fácilmente, como bien señala Yoo Ra, así que, conquistarla será complicado. Tiene que emplearse bien y le va a llevar tiempo ganarse su confianza. Lo importante, no es si ella es una adivina o una embaucadora, lo importante es que es una mujer, y Ma Te conquista a toda mujer que se propone.

Con esto claro en mente, Ma Te va con Bo Tong a ver a David. La pera, la empresa en la que él trabaja pertenece casualmente al grupo MG, el emporio de su padre… La primera en la frente, ¿no había otra empresa que elegir? Bo Tong insiste en que es la mejor en su géneero, así que, hay que arrear con eso sí o sí.

Antes de entrar a la reunión, Bo Tong recibe la buena noticia de la anulación de la boda de su oppa, y esto le da más ganas de luchar por vender esos benditos calcetines.

Y ahora sí, por fin, lo que esperábamos: ese primer encuentro, que va a ser tenso, entre Ma Te y David.

Cuando David entra en la sala de reuniones, Ma Te siente ganas de vomitar al ver la familiaridad con que trata a Bo Tong, pero lo mejor es cuando se estrechan las manos, se miran el uno al otro, se calibran de arriba a abajo, y ambos deciden que no les gusta el otro ni para salir a la puerta de la calle.

Pero al lío, que hay que convencer a Ma Te de que pueden vender los calcetines. Bo Tong y David han preparado una presentación, que incluye cancioncita y demostración de las propiedades de los calcetines, que es un tanto ridícula, y que sale muy mal cuando David intenta limpiar el café que han derramado con el calcetín que lleva en uno de sus pies: se quema con el líquido, que está muy caliente, y adiós numerito.

Ma Te está a punto de vomitar. No sé si porque sabe que han debido tener tiempo ensayando juntos, por el espectáculo penoso de la presentación, o por la forma en que Bo Tong se apresta a cuidar de la quemadura de David.

Pero el problema es que para comercializar los calcetines hay cierto papeleo que no va a poder ser, porque necesitan estar constituidos como una empresa y tener cierto respaldo financiero. Ellos no cumplen los requisitos, y para David es imposible saltarse el procedimiento.

Así que, Ma Te se marcha en su deportivo (ahora pintado de negro para que parezca distinto, como su aspecto), y se desentiende del asunto. Que haya dejado sola a Bo Tong, es una oportunidad maravillosa para que David la vuelva a llevar en su coche, sacando de quicio a Ma Te cuando les ve parados junto a él en un semáforo.

Pero se marcha con viento fresco, porque tiene otras cosas que hacer. Es más provechoso, a partir de ahora, dedicarse a Hada.

Escena interesante a continuación. Yoo Ra ha sido citada por su ex marido en una cafetería. Tensión y de la buena. Nada más verles, se nota que siguen colados el uno por el otro, pero que sin embargo, han aceptado sus destinos separados. El poder de la vicepresidenta ha sido más fuerte que ellos. Él le confiesa que ha montado esa cafetería para regalársela a ella y que tenga algo propio a lo que a dedicarse, pero Yoo Ra teme que la vicepresidenta, que ya tendría mucha pega con que se vieran, se rebote por lo que él pretende hacer al ayudarla. Yoo Ra lo rechaza, pero su ex le dice que fue su padre el de la idea. Parece ser que el presidente sí la quería como nuera, y que ha pensado en eso para ella, aunque en teoría Yoo Ra no debería saber que el del regalito es suyo.

Lo que me parece muy fuerte es que el tío le pregunte por qué no pudo soportar la presión de la vice y terminaron separados. Yoo Ra le contesta que habría sido difícil para cualquiera. No te fastidia… si él apenas puede capear las trampas de la bruja. ¿Qué le está pidiendo a ella explicaciones de nada? Una gran cruz para tachar a este hombre de la lista de apreciados personajes del drama.

Tengo dos frases para este menda. La primera, es que sólo con amor, no es suficiente. Hay veces que es cuestión de supervivencia dar la espalda a un gran amor para seguir funcionando como persona dignamente. Y la segunda, es que con menos cariño, también se vive, oye. Quiéreme menos, pero trátame como una persona, no como una cosa que se aparta y a la que se le quita todo. Debería caérsele la cara de vergüenza sólo por consentir que Yoo Ra no pueda siquiera ver a su hija. No entiendo como tiene los webos de ponérsele delante con cara de «a mí también me duele mucho». En fin…

Bo Tong y David están de camino a Ulsan, y él no sabe qué hacer para animarla. Hasta que se le ocurre que convenzan a otra empresa ya existente, y que cumpla los requisitos, para que dé la cara por los calcetines. Bo Tong, que estaba más que baja de moral, se reactiva en ese mismo momento, y le pide que empiecen la búsqueda en ese mismo momento. Y claro, él no puede negarle nada. Así que, comienzan la caza del empresario avalista.

Tras muchos fracasos, David logra citarse con un antiguo cliente para el que pudo lograr una venta exitosa. Al empresario en un principio le cuesta. No confía en el producto y hay rumores sobre un posible despido de David, ¿conseguirán convencerlo?

Y volvemos con Hada. Tras una larga jornada adivinatoria, está sola en su consultorio. La chica, por mucha pasta que gane, y por muy triunfadora que parezca, tiene un talón de Aquiles: está muy sola en el amor. No tiene tiempo de entablar relaciones personales, y cuando lo tiene, la gente teme su poder de radiografiar a simple vista, así que la rehuyen si se trata de tomarla como posible pareja. Sus compañeras están marchándose a casa, afuera llueve a cántaros, y encima no ha vuelto a recibir noticias de Ma Te, que ni siquiera ha tratado de contactar con ella. ¿Se habrá rendido ya? A ella le habría gustado que insistiera, aunque fuera un poquito más.

Decide irse por fin. Él no va a llamar ni va a venir…

Y justo en la puerta, bajo la lluvia y mojándose, en una perfecta pose estudiada que refleja a un hombre desesperado y desvalido, ahí está, Dokgo Ma Te, esperándola.

¿Y quién no se rinde ante esta expresión y esta mirada?

Hada desde luego que no. No importa cuánto él se acerque, cuánto tiempo haya estado esperándola bajo la lluvia, cuán desesperado esté ni cuánto suplique su ayuda. Hada, tocada pero no hundida, vuelve a rechazarlo otra vez e insiste en que su poder es real. Y después, se vuelve para adentro, dejando a Ma Te bastante desilusionado. Ha mantenido la postura durante horas bajo la lluvia. Y con eso sólo ha ganado un posible resfriado. Más que posible.

Pero la pregunta es, ¿por qué Hada, que está deseando rendirse y aceptar a Ma Te, se resiste una y otra vez?

Fácil y sencillo, porque está trabajando para la vicepresidenta. Ella le ha encargado que rompa la pequeña asociación que tienen Yoo Ra y Ma Te, y suponemos que es por esto por lo que Hada fue a ver a Yoo Ra y le plantó en la cara la adivinación sobre el futuro de su hija.

Ma Te está en casa con un resfriado de varios pares. Llama a su amigo para que le traiga medicinas pero éste está de farra y no quiere saber nada de enfermos ni de farmacias. Le deja tirado a su suerte.

Menos mal que siempre nos queda Bo Tong.

Ella y David siguen busca que te busca un empresario para que les avale los calcetines, pero llega la noche y todavía no ha habido suerte. No importa, ella quiere llamar a Ma Te para contarle cuál es el nuevo plan y lo que están haciendo, pero al escucharle la voz por teléfono, adivina rápidamente que él está muy enfermo.

Le pide a David que la lleve a una farmacia, y cuando después quiere ir a casa de Ma Te sola, David insiste en llevarla hasta la misma puerta. Todo un caballero.

Y ahí llega Bo Tong en modo enfermera. Cocina para él para que pueda tomar las medicinas que ha traído, e incluso le alimenta como si fuera un niño, tomando con condescendencia sus continuas protestas y quejas.

Una vez cenado y medicado, Bo Tong se lo queda mirando mientras duerme. Se le salen los corazones hasta por los agujeros de la nariz…

Hora de irse a casa, pero oh calamidad, ha perdido el último transporte de vuelta a casa porque es muy tarde, así que sólo le queda ir a pasar la noche al típico lugar al que todos los coreanos que se han quedado en la calle van a pasar la noche: los baños públicos.

La mala suerte quiere que se quede dormida como un tronco y que le roben todas sus pertenencias. Cuando despierta, está sin dinero e incluso sin ropa. Sólo le queda el teléfono, que guardó en el elástico de sus pantalones por si Ma Te la llamaba poder notar la vibración.

No puede llamar a su oppa porque sabe que está enfermo. ¿A quién puede recurrir?

Muy a su pesar, porque considera que está abusando de su amabilidad, Bo Tong llama a David. Y éste, que ya sabemos que no puede negarle nada, acude presto en su ayuda. Éste le lleva ropa (suya, y que le queda gigante), y la lleva a casa cuando empieza a amanecer.

Por el camino, conversan. A David se le ha ocurrido que es una pérdida de tiempo y dinero que ella no haga más que realizar viajes a Seúl, así que ha pensado que mientras tengan entre manos el tema de los calcetines, ella puede quedarse a dormir en su casa, que como sabemos, es bastante grande. Y para que no se sienta incómoda, fija una pequeña renta. Ella le promete que pensará en su propuesta.

Ma Te ha amanecido totalmente recuperado y muy pensativo. No sabe cómo entrarle a Hada. Opta por la solución «entrada en tromba».

Esto consiste en llegar al consultorio, trincar a Hada de la mano, y arrastrarla a una cita forzada. Para convencerla, y sin saberlo, le toca el punto débil. Lleva tres años encerrada en su consultorio, sin preocuparse por su vida y totalmente enfocada en solucionar la de los demás. Es hora de que se interese por ella misma de una vez. Justo lo que Hada anhela y necesita.

El trato es que se va con él sí o sí, y si no lo pasa bien o se aburre, él no volverá a molestarla. Sólo le pide un día.

Primera visita: jardín botánico. Hada necesita liberarse de toda esa «chispa» que le rodea constantemente. Y lo debe hacer rodeada de vegetación y aire fresco. Hada piensa que la idea la satisface así así.

Segunda visita: el parque. Hada se pasa el día sentada. ¿Qué tal si hacen un poco de ejercicio en tándem? Hada declara que se marea en bici…

Tercer intento: endulzar su vida con un poco de algodón de azúcar. Ufff… demasiado azúcar para ella.

Cuarta actividad: desentumecer los músculos con un poco de ejercicio. ¿Un partidito de baloncesto? Hada no cree que pueda llegar a la canasta. No pasa nada, con un poco de ayuda, el balón cae dentro.

Ella no ha dejado de quejarse y de tirar por tierra sus esfuerzos para entretenerla, pero, como él le dice con mucha razón, ni una vez ha pedido que la lleve de vuelta al consultorio…

En ese preciso instante, Hada recibe una llamada de sus empleadas al móvil de Ma Te. Hay problemas.

Resulta que sus padres, ambos sordomudos, y que tienen un puesto callejero de comida, han sido atacados. Hada y Ma Te se plantan en el lugar rápidamente. Hada intenta librarse de él, pero Ma Te insiste en llevarlos a casa a todos, y se presenta a sus padres como un amigo muy cercano. Una vez en casa, la madre insiste en invitarle a cenar. A pesar de Hada, Ma Te acepta encantado. Es un comilón de cuidado y no se resistiría a una comida casera.

Durante la cena, por señas, Hada regaña a sus padres por trabajar en la calle. Tienen suficiente dinero como para no tener que hacerlo, pero ellos responden que no están trabajando por dinero, sino que salen a alimentar a los ancianos y a las personas sin hogar que no tienen qué comer. El padre pregunta si Ma Te y ella son novios, pero Hada lo niega. En medio de ellos, Ma Te, con la boca siempre llena, intenta pescar algo de lo que están hablando, pero no entiende ni papa. Hada hace de traductora, diciéndole que sus padres quieren que se vaya, pero el lenguaje corporal de ellos es inconfundible: están encantados de tener a Ma Te allí, y en eso Hada no puede engañarle.

En un momento dado, uno de los bocados, hace que Ma Te recuerde la cocina de su madre… La muerte de ésta es demasiado reciente y él todavía no la ha superado. Se desmorona y echa algunas lagrimillas mientras habla de ella. Qué tierno…

Hada se derrite toda.

De vuelta al consultorio, Hada intenta despedirlo para siempre. Lo ha pasado bien, cierto, pero le aclara que sus poderes hacen que vea claramente a través de él, y él, a quien tiene en el punto de mira en sus ojos es a Yoo Ra.

Ma Te le sugiere que vuelva a mirar, porque sus poderes están errados. ¿A quién tengo en mis ojos, moza? Mira bien, anda… ¿No lo ves?

Pues espera, que te facilito el visionado.

Así de cerca como estoy, ¿todavía ves a Yoo Ra o te ves a ti misma reflejada en mis ojos?

Pues eso.

Después de dejarla tocada y ahora sí, hundida, con su proximidad y su mirada directa, Ma Te se marcha. Hada se da cuenta de que por fin ha caído. Pero ha hecho un trato con la vicepresidenta, y esto todavía recae sobre ella…

La bruja ha ido a ver a su hijastro. Le está pidiendo explicaciones por haberle regalado un café a Yoo Ra. Él mantiene que su ex necesita un modo de ganarse la vida dignamente. La mujer le pregunta que si se arrepiente de haberla dejado escapar. La respuesta es sí. Eran un matrimonio, estaban casados, y la vice se metió por medio para separarlos y convertirlos en dos extraños. Ella le pregunta por qué entonces le regala un negocio a una extraña. Por hacer un pequeño desafío, según él.

Pero la vicepresidenta no está contenta. Le tiene tanta manía a Yoo Ra que no tolera que la ayuden ni un poquito. Su próximo movimiento, para contrarrestar el de su hijastro, será el de ordenar que preparen todo para que a la hija, que sólo tiene seis años, la envíen a estudiar al extranjero. Al lugar más lejano que se pueda.

Y después llama a Yoo Ra para comunicarle su decisión. Os podéis imaginar cómo se queda la pobre.

Desesperada, angustiada, y sin saber qué hacer, corre a refugiarse en la única persona que confía mínimamente: Ma Te.

Cuando él abre la puerta del apartamento, sólo con verle la cara sabe que algo anda muy muy muy mal. Yoo Ra cae en sus brazos, se agarra a él y llora.

Y en el pasillo, Bo Tong, que acaba de llegar para traerle a su oppa un tupper tamaño XXXXL de carne, se encuentra con la escena.

Fín de capítulo y malentendido servido.

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